Tejer redes, tender puentes y traspasar fronteras
Rio de Janeiro, 01 de julio de 2013.
Mi oficina en Rio ha comenzado a vaciarse. La mudanza a Lima obliga a ir seleccionando qué se queda y que se va. Las nuevas tecnologías son una gran ayuda. Muchas libras de papel se van en un pen drive. Pero este proceso de selección implica repensar la misma CPAL. Nos llevamos lo que hará falta, ¿Para qué? La pregunta nos obliga a repensarnos.
Las conferencias de Provinciales aparecen con la Congregación General 34. Sus raíces remontan a las reuniones de Provinciales por asistencias. Estas no eran instancias de gobierno. Eran una ocasión para intercambiar los Provinciales y aprender con el compartir de experiencias. Era un momento privilegiado para la unificación de criterios. La pluralidad de la modernidad había entrado también en la Iglesia y la Compañía. La unidad de criterios se hacía más difícil en un mundo tan plural. Y se hacía más urgente buscar mecanismos para reforzar la unidad en la diversidad.
Para América Latina estas reuniones tuvieron un momento clave en 1955 con la reunión de Rio, que reorientó la misión apostólica de la Compañía en nuestro continente. De ahí surgieron los Centros de Investigación y Acción Social y el compromiso más decidido de la Compañía por la cuestión social.
Aunque la estructura de las provincias marcó la organización de la Compañía de tal forma que la mirada a la misión se confundió con las obras de la Provincia, sin embargo, le existencia de las misiones mantuvo una visión universal. Las misiones no eran una vocación individual de algunos jesuitas, eran una responsabilidad de las Provincias que les hacía descubrir su misión más allá de las fronteras nacionales.
Este compromiso institucional y generoso hizo posible que los territorios de misión comenzaran a constituirse en Provincias y su acción misionera se orientó a territorios dentro del país o la región más desfavorecidos. En estas nuevas Provincias las misiones extranjeras eran vocaciones individuales más que compromisos de la Provincia. El esfuerzo se centró en fortalecer la joven viceprovincia para que pudiera hacerse independiente y luego llegar a Provincia.
También el contexto sociopolítico era de afirmación de las nuevas nacionalidades y luego de las luchas por la justicia social y el desarrollo nacional. La mirada de la misión se enfocó hacia dentro. El contexto teológico invitaba a la inculturación de la fe basada en un énfasis en la teología de la encarnación, que tanta fuerza tiene en la espiritualidad ignaciana de los Ejercicios Espirituales.
La afirmación de las identidades populares y étnicas, unida a procesos de crecimiento económico desigual, entrada tardía en la modernidad y luchas y transformaciones políticas por conquistar los valores modernos de la igualdad y la libertad marcaron la vida de nuestro continente. Desde la teología la mirada al seguimiento del Jesús histórico nos invitaba a un compromiso mayor con esa historia conflictiva y seductora.
Pero al mismo tiempo las nuevas tecnologías iban transformando nuestras maneras de vivir, de conocer y pensar y de relacionarnos. Y nos descubrimos habitando la aldea global como consumidores subalternos. El mundo real se nos hizo virtual y cambiamos la inserción por las redes sociales.
Hace unos días estuve en Boston para un seminario. Me alojé con los jesuitas de Boston College en la habitación de un camerunés que estaba de viaje. El español, el colombiano y yo, que participábamos en el seminario, compartimos en la comunidad con un boliviano, un malayo y jesuitas norteamericanos. Los empleados eran puertorriqueños y salvadoreños. Visité un amigo español que estudia allá y vive en una habitación que le renta una argentina en un edificio cuya portera es haitiana. Ese es el mundo en que vivimos. Cada vez más así. La televisión, el celular, el internet nos conectan a un mundo que se ha vuelto virtualmente un barrio.
En este mundo no podemos pensar más nuestra misión encerrada en fronteras estrechas. La manera de encarnarnos es conectarnos. El reto es evangelizar medios y fines que no nacen del Evangelio. Y mientras nos asusta esta nueva dimensión de la misión, los jóvenes de Brasil convocan protestas que sacan a las calles cientos de miles de personas en más de 100 ciudades brasileras. Y el mundo entero los contempla desde la pantalla del televisor, que también reproduce la Copa Mundial de fútbol.
Por eso la Compañía se preocupa por tejer redes que nos conecten, que nos hagan expandir nuestras fronteras, que nos ayuden a poner en la mira de este mundo interconectado, la fraternidad, la gran olvidada del triángulo de la modernidad, sacrificada en aras de la libertad o la igualdad.
Los de la CPAL queremos irnos ligeros de equipaje y disponibles en el corazón a seguir tejiendo redes, tendiendo puentes, abriendo fronteras. Y nada de esto se hace desde la fortaleza del poder o los recursos, sino desde la debilidad de la fraternidad.
La misión de la CPAL es de facilitar que miremos más lejos y abracemos más fuerte. Por eso las Conferencias son las instancias de gobernar juntos los provinciales, de ensanchar el corazón más allá de las provincias y pensar la misión desde la fraternidad latinoamericana.
A las puertas del encuentro del Papa Francisco con los jóvenes del mundo entero en la Jornada Mundial de la Juventud, queremos que también los jóvenes de espiritualidad ignaciana ensanchen su corazón y alarguen su mirada, para que compartan con nosotros su sueño de un mundo más fraterno y su libertad para atreverse a traspasar fronteras y abrir caminos nuevos en nuestra manera de organizarnos y servir. Mas la fraternidad no será universal si no mantenemos la cercanía, la vecindad, con los pobres y excluidos. El reto es una mirada universal desde la inserción entre los pobres.
Jorge Cela, S.J.
Presidnte de CPAL
Presidnte de CPAL
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