Tuesday, July 23, 2013

MARISTAS: Al encuentro del Papa con tres claves: Servicio, silencio y sororidad


Clausura del Encuentro Internacional de Jóvenes Maristas – Rio 2013


Los superiores de Hermanos y Padres y 

las superioras de las Hermanas lavan 

los pies a los chavales



(J. M. Vidal, enviado especial a Río).- Color, fervor, sencillez y 450 jóvenes cantando y bailando el "Pescador de hombres" en castellano. Estamos en el corazón de Rio, en el colegio marista San José del barrio de Tijuca, entre dos enormes favelas. Es la misa de clausura del Encuentro internacional de jovenes maristas - Rio 2013. El polideportivo repleto del colorido de banderas de países de casi todo el mundo y de camisetas de los jóvenes, que asisten con naturalidad y devosión a la ceremonia.
Tras la lectura del Evangelio del servicio ("Os he dado ejemplo...haced vosotros lo mismo") los cuatro superiores y superioras de los Hermanos, Padres, Hermanas y Hermanas misioneras maristas se ciñen un delantal verde (de esos que utilizan los criados, los servidores), cogen sendas palanganas y se arrodillan ante los chavales, para lavarles los pies.
Reina un silencio religioso. El gesto recuerda al del Papa Francisco, los ecos de cuya llegada todavía resuenan en la ciudad...
Un gesto que conecta con los mensajes proclamados desde el atril. La familia marista acoge al Papa y quiere lanzar a sus jóvenes con la clave de la triple s. La explica el superior general de los Hermanos maristas, el español Emili Turú: "Servicio, silencio y sororidad".

"Instrumentos de misericordia"

Siguiendo el ejemplo de María. Porque, "donde hay silencio, sencillez y contemplación es en Nazaret. Y allí está María entre la gente, habla con ella, se regocija y llora con la gente y, sobre todo, la escucha mientras medita la Palabra de Dios", dice el superior marista.

Siguendo la huella de María, el Hermano Turú invita a sus jóvenes: "Permanece en contacto contigo mismo, con tu mundo y con la vida. Busca a Jesús en la cuna, en la cruz y en el altar. Sé alegre, creativo, valiente y compasivo. Medita la Palabra de Dios en silencioy con sencillez".

La familia marista quiere construir "el rostro mariano de la Iglesia", para "caminar junto a los 'crucificados', con audacia, confiando y en movimiento", explica Turú. Y añade: "Como ella, corre el riesgo de dejarte inflamar por el fuego del Espíritu".

En parecidas claves insisten los demás superiores y superioras. La Hermana Georgeanne Donovan, superiora de las Hermanas maristas, invita, a los jóvenes, en un encendido discurso: "Sé optimista, permanece vigilante ante lo que está naciendo, y cree en sus posibilidades. Sigue luchando, asume el riesgo del fracaso y prepárate para recomenzar. Continúa construendo la Iglesia de hoy, creando comunidades maristas comprometidas". Y concluye su intervención con un bello canto a capella.

Los maristas, tras las huellas de Francisco, tienen claro el principio de la encarnación. "Con nuestros fundadores y fundadoras, caminamos con y entre la gente, acogemos a todos y somos amigos de los pobres, de los ignorados, de los débiles y de los marginados. Los maristas somos 'insrumentos de misericordia' para los empobrecidos, los heridos, los excluidos de la educación y quienes están en las periferias", proclama Emili Turú.

Y, casi en eco, el superior de los Padres Maristas, John Hannan, recordaba que "como miembros de un pueblo mariano, colaboremos con todos los que buscan transformar la sociedad, porque estamos llamados a comprometernos apasionadamente para llevar a cabo la obra de María en todas partes y con sentido de la urgencia. Como Familia Marista les invitamos a responder a la profunda llamada a renovar la Iglesia".

Entre cantos (con una orquesta en directo), al final de la eucaristía tiene lugar la ceremonia del envío, como signo del compromiso de la juventud marista en el conatrucción del mundo. Como símbolo, un llavero, donde está grabado en cuatro idiomas el lema "Iglesia servidora".

Llegan más jóvenes maristas. Al final de la tarde se juntan más de 1.000 en el polideportivo. Y la fiesta, con música en vivo y en directo, se prolonga. Al fondo, las luces de las favelas, con sus casitas colgadas en las montañas como un belén. Ésta es una parte de la juvetud del Papa, que quiere vivir y hacer resonar en sus vidas y en el mundo el mensaje de "servicio, silencio y sororidad" al que Francisco también invita a la Iglesia. A esa Iglesia que quiere "reparar".
RD

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