La primera cosa que se te pasa por la cabeza al escuchar “favelas” es peligro, pero la realidad al llegar allí fue muy distinta.
Las comunidades con las que convivimos una semana a las afueras de Manaus fueron generosas, cariñosas y familiares, te hacían sentir uno más con sus abrazos y sonrisas. Son comunidades en el que se siente el espíritu de comunidad en cada instante. Velan por mejorar como comunidad y por ello se ayudan entre ellos y a los que viven cerca de ellos.
A mí me llamo especialmente la atención la “pastoral de crianças” que consiste en hacer un seguimiento de las embarazadas durante el embarazo hasta que el niño tiene seis años. Las familias que son beneficiarias de la pastoral no tienen que pertenecer a las comunidades que las prestan, es más la mayoría son familias evangélicas. La realizan voluntarios de las cinco comunidades que van a las casas de las familias, cada voluntario atiende a unas quince familias, y suelen ser madres o adolescentes tanto chicos como chicas.
Cada voluntario tiene un libro donde va apuntando una serie de parámetros como el peso, la altura y también la alimentación que recibe tanto la madre como el hijo. Además del seguimiento les dan información sobre la higiene, alimentación, educación y peligros que existen en el hogar para que los tengan en cuenta. Y una vez a la semana son las familias las que se acercan a las comunidades para que los niños sean pesados, tener unas charlas informativas, una oración (que suele ser el padrenuestro porque así también lo rezan los evangélicos) y comen algo todos juntos.
Cristina García Martín
pastoralsj
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