9 de octubre
Miércoles XXVII
Miércoles XXVII
Lc 11, 1-4 Una vez que estaba Jesús orando en cierto lugar
Uno de los discípulos le dijo: “Señor, enséñanos a orar”. “Para orar solo tienes centrar tu mirada en mi, tu corazón en mí, solo entregarme tu ser, tu tiempo, y no esperar nada, ni querer sentir nada, ni pretender nada, solo amarme en el silencio, en la oscuridad, en la donación más radical. Para orar tienes que olvidarte de ti y centrarte en mí. Si quieres orar de verdad comienza a orar de verdad y déjate de zarandajas.” Y el viejo discípulo se marchó apesadumbrado, porque era muy rico y estaba mejor sin orar de verdad.
Luis Fernando Crespo SM
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