El abogado del diablo
Erase una vez un país pequeño y
vital, como el corazón del ser humano. Este país condesaba de manera especial
la historia, las luchas y los sueños de los pueblos de Abya Yala.
En ese pequeño terruño el mal andaba
a cara descubierta y el amor tenia la carne viva en las multitudes. Los calendarios de este pueblo estaban
marcados por los poderosos: dueños de todas las geografías, decidían las
fiestas, mezquinaban el trabajo, negociaban con el hambre. ‘Los muchos’ vieron
repetirse las escenas de una sola película: ‘los pocos’ dueños de todo,
gobernaron con café, sin él, con militares, sin ellos, con pescados, con
conciliación, con arena o sin ellos…
Tan abusivos eran ‘los pocos’, que ‘los
muchos’ se cansaron. Exploto una bomba que llevaba 500 años formándose, 200
años, 50 años, 10 años… la paciencia del pueblo se acabó y los cerros fueron abonados
con la sangre de los compas.
El corazón de América, llevaba el
nombre de ‘El Salvador’. Dicen los más abuelos que ese nombre lo tomaron del
recuerdo de un pescador, que siendo pobre, se arropó con sus dolores y pario la
vida en sus luchas. Este buen hombre, moría asesinado por ‘los pocos’ de su
tiempo… pero ‘los muchos’ del año cero lo proclamaron vivo en medio del pueblo.
La resurrección fue el día más luminoso para las víctimas, para los chingados, para
los jodidos, para los ninguneados.
Así fue, dicen los que cuentan
cuentos. Este ‘Salvador de los muchos’, le dio nombre a este país jodido por ‘los
pocos’. Pero este mismo ‘Salvador’ le dio el más grande regalo a este pueblo: ‘un
tímido’ que despertó en la noche oscura de su pueblo, que arrebatado por los gritos
de las velas impuestas optó por ‘los muchos’. Un ‘Monse’, que olvidando la
mitra y el báculo, se desnudó con su pueblo y se aventó a la lucha de todos los
tiempos, la del pescador, la de El Salvador… la lucha por la vida de ‘los
muchos’.
Monse se convirtió, en poco tiempo,
en la palabra que daba vida a los muertos, en la voz que daba rostro al desaparecido,
en el ABOGADO DE LOS POBRES. Romero se volvía increíblemente parecido al
carpintero que acariciaba a las mujeres golpeadas por un mundo machista y
asesino.
‘Los pocos’ no lo soportaron. Ellos
que nada entienden de caricias, prefirieron dar un golpe y repitieron la
receta: 2000 años después de clavar a fondo los clavos al pescador para que no
escapase de la cruz, decidieron clavar con balas al buen Romero. La noche del
pueblo, se hacía más oscura en la muerte del pastor, del compañero. Asesinado
el abogado de los pobres, las masacres se multiplicaron… todavía hoy se oyen
los clamores que nacen de las entrañas de Morazán, de los ríos de Chalate, de
lo hondo de Usulután, del mar de la Libertad… todavía hoy huelen a sangre
fresca las manos de ‘los pocos’…
Quizás por eso, ellos también
necesitaron un abogado… y lo consiguieron: el dinero que todo compra, el poder
que todo seduce y la cobardía cómplice, encantaron al ABOGADO DEL DIABLO.
Vestido igual que el abogado de los pobres, hablando del mismo pescador y
rezándole al mismo ‘Creador’ buscó confundirnos… pero ‘los muchos’, que tienen memoria y
coraje, desnudaron de pompas al príncipe del mal.
Dicen los abuelos, que así se vieron
la cara el demonio y Dios, en ese rincón del mundo que recuerda en su nombre al
pescador de Galilea. Allí, donde el abogado del diablo quiso robar las 50 mil
fojas de la memoria cambiando ‘unas chapas’, cerrando una oficina, bajando el
cuerpo del santito, escondiendo la memoria, soterrando a las victimas…
Ahí donde los pocos tuvieron su
‘Escoba con Alas’… pero olvidaron que la memoria no se roba, que la esperanza
no se cierra y que la lucha no se amnistía…
Chin pum
Francisco
Bosch
Las Palmas,
San Salvador, El Salvador
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