La presión de los sondeos de opinión. La lección de la historia. El dilema de la Iglesia: ¿amoldarse a la modernidad o permanecer en "lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre"?
ROMA, 7 de febrero de 2014 – El área de lengua alemana ha sido la más rápida, tanto en responder al cuestionario difundido por el Vaticano en vista del sínodo sobre la familia, como en hacer públicas las respuestas.
Los obispos suizos han hecho más: han redactado un cuestionario aún más detallado y han confiado el sondeo al instituto sociopastoral de San Galo, que ha recogido unas 25.000 respuestas, la mayor parte por internet y de ciudadanos de los cantones de lengua alemana.
Han difundido los resultados el 3 de febrero. Y el día siguiente los obispos de Alemania han hecho lo mismo.
En ambos casos hay una avalancha de “síes” en uno de los puntos cruciales: la comunión a los divorciados vueltos a casar y el reconocimiento de sus segundas nupcias por parte de la Iglesia.
No solo. Al presentar los resultados del sondeo, los obispos de ambos países han solicitado con fuerza "un nuevo enfoque respecto a la moral sexual católica", dado que "los fieles ya no entienden las argumentaciones de la Iglesia sobre estos temas".
La opinión que gana terreno entre los obispos y cardenales es que la familia clásica, indisoluble, con padre y madre e hijos, tiende a desaparecer. También entre los católicos "hay separados, familias extensas, progenitores que crecen a sus hijos sin cónyuge; está también el fenómeno de la maternidad subrogada, de los matrimonios sin hijos y no hay que olvidar las uniones entre personas del mismo sexo", ha enumerado el cardenal Oscar Rodríguez Maradiaga – el coordinador de los ocho cardenales "consejeros" de Francisco – en su explosiva entrevista al "Kölner Stadt-Anzeiger" del 20 de enero, dando voz a muchos que piensan como él y asociando al mismo Papa a este pensamiento.
La vieja familia ya no existe. Todo es nuevo. Y por tanto también la Iglesia debe dar respuestas nuevas y "al paso con los tiempos", respuestas que "ya no pueden estar fundadas en el autoritarismo y el moralismo", ha dicho tajante Maradiaga.
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Pero, ¿es verdad que la situación de hoy es, para la Iglesia, una situación inédita a la que se enfrenta por primera vez?
De ningún modo. Cuando la Iglesia inició su camino en la historia, en la civilización romana de los primeros siglos, se encontró con unas relaciones entre los sexos y las generaciones no menos multiformes de las actuales y con modelos de familia que, ciertamente, no concordaban con el modelo indisoluble predicado por Jesús.
A los cristianos de entonces la Iglesia les propuso un modelo de matrimonio no "viejo", sino novísimo y muy exigente.
Y proponiendo esta novedad revolucionaria tuvo que abrirse paso con esfuerzo en una jungla de situaciones de hecho que la contradecían y que podían también inducir a dar aplicación práctica, en algunos lugares y momentos, a la "excepción" reconocida por algunos en las enigmáticas palabras de Jesús en Mateo 19, 9: " Ahora bien, os digo que quien repudie a su mujer – no por fornicación – y se case con otra, comete adulterio".
No sorprende, por tanto, que en esos primeros siglos se encuentren huellas, tanto en los escritos de los Padres de la Iglesia como en los cánones de los concilios, de una praxis de perdón a quien ha pasado a segundas nupcias después de haberse separado del primer cónyuge, con su readmisión a la eucaristía tras un periodo de penitencia más o menos largo.
Entre los estudiosos que han sostenido la existencia de dicha praxis se encuentran Giovanni Cereti – cuyas tesis han encontrado eco en el sínodo de los obispos de 1980 sobre la familia – e ilustres patrólogos como Charles Munier, Pierre Nautin, Joseph Moingt, por no hablar del estadounidense John T. Noonan, insigne jurista y especialista de la doctrina y de la praxis canónica del matrimonio en la historia.
Otros estudiosos, en cambio, han contestado la validez de esta tesis. El crítico más aguerrido es Henri Crouzel, jesuita y patrólogo de renombre. Otro jesuita y patrólogo, el canadiense Gilles Pelland, considera arduo documentar que efectivamente en los primeros siglos se concediera el perdón y se diera la comunión a quien se había separado y vivía en segundas nupcias.
Un estudio de Pelland dedicado precisamente a dicha cuestión fue incluido por la congregación para la doctrina de la fe en un libro titulado "Sobre la pastoral de los divorciados vueltos a casar" publicado por la Librería Editora Vaticana en 1998 y que se ha vuelto a editar recientemente, con una introducción de Joseph Ratzinger, en esa época prefecto de la congregación:
> La pastoral del matrimonio debe fundarse en la verdad
Esta introducción de Ratzinger, que se volvió a publicar en "L'Osservatore Romano" del 30 de noviembre de 2011, es de gran objetividad al enunciar el problema planteado por los estudios citados:
"Se afirma que el magisterio actual sólo se nutriría de un filón de la tradición patrística, y no de la entera herencia de la Iglesia antigua. Si bien los Padres se atuvieron claramente al principio doctrinal de la indisolubilidad del matrimonio, algunos de ellos toleraron, en la práctica pastoral, una cierta flexibilidad ante situaciones difíciles concretas. Sobre este fundamento, las Iglesias orientales separadas de Roma habrían desarrollado más tarde, junto al principio de la akribia, de la fidelidad a la verdad revelada, el principio de la oikonomia, de la condescendencia benévola en situaciones difíciles. Sin renunciar a la doctrina de la indisolubilidad del matrimonio, esas Iglesias permitirían, en determinados casos, un segundo e incluso un tercer matrimonio que, por otra parte, es diferente del primer matrimonio sacramental y está marcado por el carácter de la penitencia. Esta praxis nunca habría sido condenada explícitamente por la Iglesia Católica. El Sínodo de Obispos de 1980 habría sugerido estudiar a fondo esta tradición, a fin de hacer resplandecer mejor la misericordia de Dios".
Inmediatamente después, Ratzinger continúa así:
"El estudio del padre Pelland muestra la dirección que hay que seguir para buscar la respuesta a estas cuestiones".
Efectivamente, Pelland niega que en los primeros siglos se hubiera aplicado la presunta "excepción" de Mateo 19, 9. Y lee de manera distinta los textos de los Padres y de los concilios que Cereti, en cambio, nombra como apoyo a una praxis de perdón de los divorciados vueltos a casar. Pero aquí y allí hace entender que los argumentos a favor y en contra pueden, en ambos casos, ser falsificados. Y refiere que al menos en un caso – el de un prisionero de guerra desaparecido desde hace tiempo que vuelve y encuentra a su mujer casada de nuevo – también un Papa como San León Magno "fue mucho más lejos de cuanto no aceptaría ir hoy la Iglesia".
Además, Pelland registra que en los libros penitenciales de la Alta Edad Media "se aplicaba en muchas circunstancias una jurisprudencia liberal" a los divorciados vueltos a casar, con menciones evidentes en las leyes canónicas recogidas en el decreto de Graciano.
Fue con el Papa Gregorio VII, en el siglo XI, cuando en Occidente se inició a contrastar esta praxis de manera sistemática.
El concilio de Trento, en el siglo XVI, encontró así una disciplina matrimonial ya consolidada, absolutamente contraria a las segundas nupcias que, en cambio, en el ínterin, habían entrado en uso en las Iglesias de Oriente.
En Trento, algunos obispos, entre los cuales el cardenal Del Monte, legado pontificio, propusieron leer en Mateo 19, 9 y en algunos textos patrísticos una autorización a las segundas nupcias. Su tesis fue rechazada. En todo caso, el concilio tridentino evitó condenar como herética la praxis matrimonial en uso entre los orientales.
En el concilio Vaticano II hubo al menos un obispo, el melquita Elias Zoghby, arzobispo de Baalbek, que reabrió la cuestión. Y otro obispo lo intentó en el sínodo de 1980 sobre la familia. En ambos casos, sin ningún éxito.
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Por tanto, ¿qué lección se puede sacar de la historia a propósito de la comunión a los divorciados vueltos a casar?
En la introducción al libro antes citado, Ratzinger no niega que ha habido momentos y lugares en los que en Occidente se han admitido las segundas nupcias.
Pero ve en los hechos de la historia una línea de desarrollo concreto, una especie de vuelta a los orígenes.
Los orígenes – escribe – son las inequívocas palabras de Jesús sobre la indisolubilidad del matrimonio. Son palabras "sobre las que la Iglesia no tiene ningún poder" y que excluyen claramente el divorcio y las segundas nupcias.
Por esto "en la Iglesia del tiempo de los Padres los fieles divorciados y vueltos a casar no fueron nunca oficialmente admitidos a la sagrada comunión después de un tiempo de penitencia". Sin embargo, es también verdad – reconoce Ratzinger – que la Iglesia "no siempre ha revocado rigurosamente, en cada país, concesiones en materia". Y es verdad que "algunos Padres, a título personal, como por ejemplo León Magno, buscaron soluciones 'pastorales' para raros casos límite".
En Occidente, esta "mayor flexibilidad y disponibilidad al compromiso en situaciones matrimoniales difíciles" se difundió y prolongó hasta el siglo XI, especialmente "en el ámbito gálico y germánico".
En Oriente esta tendencia fue aún más pronunciada y difundida y "una praxis siempre más liberal" se impuso hasta nuestros días.
En cambio, a partir del siglo XI, en Occidente "se recuperó, gracias a la reforma gregoriana, la concepción originaria de los Padres".
Y esta vuelta a los orígenes "encontró una aprobación en el concilio de Trento y fue propuesta de nuevo como doctrina de la Iglesia en el concilio Vaticano II".
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Esta, naturalmente, es la lección que Ratzinger ha sacado de la historia, como también quien sigue sus pasos como actual prefecto de la congregación para la doctrina de la fe, Gerhard L. Müller:
> La fuerza de la gracia
Y es también la línea del magisterio oficial de la Iglesia, cuyo último documento orgánico en materia es la carta sobre la comunión a los divorciados vueltos a casar dirigida a los obispos por la congregación para la doctrina de la fe en 1994, con la aprobación y por disposición del Papa Juan Pablo II:
> "El Año Internacional de la Familia…"
En cambio, algunos estudiosos, como Giovanni Cereti entre otros, piden que la Iglesia recupere hoy la voluntad que tuvo antiguamente de perdonar el pecado y readmitir a la comunión a los divorciados vueltos a casar, después de un periodo de penitencia, extendiendo así en Occidente una praxis similar a la que está vigente en las Iglesias de Oriente.
El Papa Francisco dio la impresión de abrirse en esta dirección cuando, en la entrevista en el avión de vuelta de Rio de Janeiro, el 28 de julio de 2013, abrió y cerró "un paréntesis" – palabras suyas – sobre los ortodoxos que "dan una segunda posibilidad de matrimonio".
Está por ver si en el próximo sínodo, la Iglesia de Roma se atreverá a abandonar el camino recorrido hasta ahora y si, en el caso de que decidiera cambiar, querrá ser la protagonista de la decisión y de la dificilísima puesta en marcha de una praxis canónica de penitencia, perdón y comunión para los divorciados vueltos a casar que al mismo tiempo no contradiga las palabras del Nuevo Testamento sobre el matrimonio.
O si prevalecerá el sentimiento de misericordia imperante ahora en la opinión pública, pero también entre la jerarquía: el de un temerario vía libre al arbitrio de cada individuo, con al acceso "ad libitum" (a voluntad, N.d.T.) a la comunión, con la sola conciencia individual dictando la ley.
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Para información más detallada sobre la praxis de la Iglesia en los primeros siglos:
Cuando la Iglesia de Roma perdonaba las segundas nupcias por Sandro Magister
Una iluminadora voz contra corriente es la de Stanislaw Grygiel, profesor de antropología filosófica en el pontificio instituto Juan Pablo II sobre el matrimonio y la familia de Roma, anteriormente consejero y amigo del Papa polaco, entrevistado por Matteo Matzuzzi en "Il Foglio" del 5 de febrero:
> Contro la Chiesa opinionista
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El documento preparatorio del sínodo sobre la familia, con el cuestionario adjunto:
> "Los desafíos pastorales…"
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En la ilustración, Marc Chagall, "Boda rusa", 1909, Colección E. G. Bührle, Zúrich.
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Traducción en español de Helena Faccia Serrano, Alcalá de Henares, España.
> Contro la Chiesa opinionista
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El documento preparatorio del sínodo sobre la familia, con el cuestionario adjunto:
> "Los desafíos pastorales…"
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En la ilustración, Marc Chagall, "Boda rusa", 1909, Colección E. G. Bührle, Zúrich.
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Traducción en español de Helena Faccia Serrano, Alcalá de Henares, España.
Chiesa
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