1.- No por ser suficiente conocido deja de sorprender. La idea de un Jesús de Nazaret afable, que ayuda a todo el mundo que se lo pide, que cura a los enfermos con especial delicadeza y que les hace protagonistas de su propia curación al poner el ejemplo de su fe, contrasta con la continuidad y dura crítica contra fariseos, saduceos, sacerdotes, escribas y maestros de la Ley. Estos, sin duda, a los ojos de la sociedad contemporánea de entonces eran lo mejor, de la mejor, una autentica élite social, religiosa y hasta administrativa.
Y, sin embargo, el Maestro de Galilea los descalifica continuadamente. Esa actitud tuvo que desconcertar a muchos judíos de entonces quienes pensaban que la doctrina renovadora –dicha con autoridad—de Jesús no tenía que ser incompatible con la religión oficial. De todas formas, esa oposición continua y pertinaz llevó a Jesús a la muerte con lo que hemos de decir que, sin duda, estuvo golpeando dura y eficazmente a ese sistema aristocrático de poder y religiosidad oficial.
2.- Dicha sorpresa de la gente normal, de la que buscaba continuadamente la verdad, tuvo que producir la respuesta que Jesús nos muestra hoy en el evangelio de Mateo. Y lo dice muy claro: “No creáis que he venido a abolir la ley o los profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud”. Pone de manifiesto que Él no está la Ley, sino contra aquellos que la “administran”. Y es que toda clase superior dedica muchas horas de su jornada a mantener su estatus, sus ventajas. Existiría, sin duda, entre los miembros de esa “superioridad” un sentido corporativo enorme que no aceptaría la menor crítica. Además, el demoledor sistema de cumplimiento –“cumplo y miento”—basado en las casi 800 preceptos de obligado cumplimiento servían para tener adoctrinado, entretenido y agobiado al pueblos, sin tiempo para pensar, sin autonomía para actual, pero, sobre todo, siendo víctima de un engaño premeditado, de un sistema alienante…
3.- Y Jesús entra de cara en la realidad del problema. Se refiere a dicha clase aristocrática como causa principal del alejamiento de la gente del verdadero Dios que es tierno y amoroso con sus criaturas. La creencia –sin duda sencilla—en Dios había sido suplantada por la norma hasta sus últimos extremos. La metáfora de que fariseos y saduceos habían encerrado a Dios en una jaula de oro es adecuada y nunca excesiva. Pero, en fin, Jesús –según el relato de Mateo—se ve también en la obligación a apostillar esa doctrina oficial que, por supuesto, tiene su base en la enseñanza de Moisés, entregada por Dios en el Sinaí, en las tablas de piedra. Y con ello no deja el asunto en un presunto choque entre personalidades religiosas. Es un camino reformista profundo y lleno de vida, que tuvo que sorprender e influir considerablemente en todo aquel que le escuchaba. Despliega, pues, una ampliación de la norma llena de humanidad y de amor, más conforme con la idea de un Dios que es un padre comprensivo y no el presidente o consejero delegado de una gran empresa.
El análisis de todo el contenido evangélico dentro del “pero yo os digo” de Jesús es, sin duda, un avance de su doctrina, una confirmación práctica de las bienaventuranzas, un camino de amor y justicia que, sin duda, conduce al Dios Padre, compasivo y misericordioso. Sin duda, la doctrina del “Abba”, de Dios como “papaíto” es la gran revelación del Profeta de Nazaret.
4.- Pero estos consejos de Jesús en este Sexto Domingo del Tiempo Ordinario, tienen aplicación en febrero de 2014, ahora mismo. ¿No hay en la Iglesia como organización un cierto fariseísmo? ¿Unas élites que intentan gobernar al pueblo más por el “cumplo y miento” que por el amor? ¿No está el papa Francisco intentando desmontar –por ejemplo—la superestructura que hasta ahora ha mandado en el Vaticano? Lo sorprendente a lo largo de los siglos es que después de la clara enseñanza de Jesús de Nazaret contra fariseos, saduceos, escribas y maestros de la ley, figuras similares hayan seguido floreciendo en su Iglesia con procedimientos y efectos sobre el Pueblo de Dios muy parecidos a los que criticaba nuestro Dios y Señor. Sinceramente, creo que este evangelio de Mateo que se ha proclamado hoy está más de actualidad que nunca…
Ángel Gómez Escorial
Betania
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