Solemnidad del Corpus y, con esta fiesta, cerramos en broche
de oro (detrás de la Pascua) tantos Misterios de nuestra fe: ¡DIOS ESTÁ AQUí!
¡EN LA EUCARISTíA! Hoy, al contemplar la Eucaristía, nuestros ojos se van en
dos direcciones: hacia la calle (necesitada de la presencia del Señor, aunque
algunos la rechacen) y hacia las personas (custodias de carne y hueso en donde
nos hemos de afanar mediante el obrador de la caridad). Calle y personas son un
binomio excepcional e imprescindible para entender el Corpus: sin caridad y sin
testimonio público…la fe se queda corta y coja.
1. Hoy, al celebrar esta Solemnidad, nos viene el recuerdo
de Jueves Santo. Entonces, Jesús, lo hizo en intimidad y –hoy nosotros- lo
proclamamos a los cuatro vientos. La Eucaristía es vida que nutre nuestras
venas. Sin ella, la Iglesia, los cristianos y los seguidores de Jesús perdemos
el norte y la fuerza necesaria para saber si estamos en sintonía con el
Evangelio. Es un Sacramento admirable y de gran belleza, de profundidad y de
pasión, de muerte y de resurrección: ¡NO LO PODEMOS ENCERRAR ENTRE LAS CUATRO
PAREDES DE UN TEMPLO!
Llevar adelante nuestra vida cristiana, sin detenernos en el
Pan de la Eucaristía, es un imposible. Con el Sacramento del altar recobramos
impulso, fuerza y valor. Sin ella, sin la Eucaristía, nos convertimos en guiso
sin sal, en pan sin levadura, en cristianos venidos a menos. Con ella, la
Eucaristía, la caridad nos urge a la entrega y al compromiso. Cáritas, en este
día, así nos lo recuerda: la mirada hacia el altar, hacia la custodia, reaviva
nuestros ojos hacia los más necesitados. Es lógica y consecuencia del encuentro
con el Jesús Eucaristía.
2. Hoy, además, por cada uno de los poros de nuestra piel se
ha de notar ese afecto singular al Sacramento eucarístico. Los primeros
cristianos decían aquello de: “sin el domingo no podemos vivir”. El Corpus,
además de acentuar esa visión, nos incita a muchas reflexiones:
-¿Llevamos la identidad cristiana a las plazas y calles del
día a día?
-¿Hablamos del domingo, en nuestros círculos, como un
referente cristiano?
-¿Practicamos la misa dominical como necesidad o como
cumplimiento?
-¿Procuramos reservar unos momentos para la adoración, para
la visita al santísimo, la misa diaria o, tal vez, nos hemos acostumbrado al
ritmo dominical?
-¿Seguimos a Cristo en la custodia de nuestro cristianismo
o, tal vez, la dejamos escondida en el armario de nuestra privacidad, pereza,
timidez apostólica o cobardía?
3. CORPUS: La caridad es causa de felicidad personal y
comunitaria. El dar supone enriquecerse a sí mismo. Con la caridad todos somos
beneficiados.
CORPUS: Es centralizar el Misterio de la Eucaristía en aquel
acto de supremo servicio donde Jesús da pruebas del señorío del amor de Dios en
su corazón.
CORPUS: Es manifestar públicamente la convicción de todo
cristiano católico que siente y vive en la Eucaristía el AMOR que Dios nos
tiene. Que sabe que siempre hay un Misterio escondido detrás de las especies
del pan y del vino.
CORPUS: Es el AMOR de DIOS que toma cuerpo. Que se hace
cuerpo; visible, alimento, vino y pan. Y, si el amor de DIOS se hace cuerpo,
nuestras calles se abren de par en par para que, por unos momentos, se
conviertan en mesa interminable donde los seguidores de Jesús celebren,
proclamen, vivan y coman su pan multiplicado.
Ahora, en estos tiempos sobre todo, donde hay tanto contraste
de culturas y hasta de religiones…es bueno manifestar públicamente lo que
sentimos y lo que creemos: ¡DIOS ESTA AQUÍ!
No sé porque me da que el Corpus, hoy más que nunca, puede
ser un desafío ante ese afán de replegar y de esconder todo lo que suene a religioso.
Frente a ese intento, desenfrenado y hasta provocador, de silenciar y apartar a
Dios de la vida pública. La custodia, con Cristo dentro, puede ser
perfectamente la gran pancarta de un Dios que sigue hablando y manifestándose a
través de nosotros. Pero, ¡eso sí!, primero lo creamos nosotros y luego…lo
manifestemos con todas las consecuencias.
3.- ¡VAS POR DELANTE, SEÑOR!
Porque, conociendo la humanidad del hombre,
sabes que necesita de tu mano y de tus huellas
para no perder el norte de su existencia.
Que, sin Ti, está abocada a la desilusión y al desencanto
a la tibieza, al pesimismo o al enfrentamiento.
Sales, en este día del Corpus Christi,
y empujado con la fuerza o el secreto del amor.
¡Inyecta, Señor, un poco de tu sangre en nuestro mundo!
Porque, nuestros cuerpos, se encuentran débiles
Porque, la sangre que corre por nuestras venas,
además de roja y viva queremos que sea divina
¡Danos un poco de tu Cuerpo, oh Cristo!
Porque, en las mesas de nuestra vida,
sobra el pan que se cuece en un simple horno
y nos falta ese otro Pan que se dora en el amor divino
¡VAS POR DELANTE, SEÑOR!
Sales en la custodia y rodeado de mis vasallos
Somos nosotros, Señor, tus amigos
los que, un día sí y otro también,
queremos llevarte como el mejor tesoro al mundo
Los que, envueltos en contradicciones,
somos miembros de tu Cuerpo
y anunciadores de tus buenos y santos misterios.
¡VAS POR DELANTE, SEÑOR!
Mira al enfermo que, desde la azotea de su sufrimiento,
te grita: ¡ten compasión de mí!
Detén tu mirada sobre el que, muerto aun estando vivo,
te pide un poco de esperanza en su caminar
No dejes de bendecir a los que, abriendo su corazón,
te dicen que, entre todo lo conocido,
Tú eres lo mejor y digno de ser adorado
¡VAS POR DELANTE, SEÑOR!
Gracias, Jesús, por compartir nuestras prisas
y ofrecernos un poco de calma
Gracias, Jesús, por no ser indiferente a nuestra vida
y colmarnos con tu gracia
Gracias, Jesús, por contemplar nuestra situación
y regalarnos tantas caricias con serenas respuestas
Gracias, oh Cristo, porque tu Cuerpo y tu Sangre
nos redime, nos hace fuertes, decididos, valientes,
entusiastas, comprometidos….
y nos hace sentir hoy, más que nunca,
que merece la pena caminar y vivir contigo.
Amén.
Betania
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