"El vino da brillantez a las campiñas, exalta los corazones, enciende las pupilas y enseña a los pies la danza" (Ortega y Gasset)
22 de junio, Corpus Christi.
Jn 6, 51-58
-Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. Quien come mi carne y bebe mi sangre habita en mi y yo en él. Como el Padre que me envió vive y yo vivo por él, así quien me come vivirá por mi.
Una festividad, la del Corpus Christi, que junto con la de San Juan tienen raíces esotéricas ancladas en la victoria del Dios Sol Invictus y la leyenda del Santo Grial. Heliolatrías paganas evidentes, asumidas por prácticamente todas las religiones y muy entrañables al Cristianismo por su trascendencia místico-espiritual, como revelan los códices del medievo.
Los monasterios y enclaves religiosos concentraban el cultivo del vino en esta época. Se consideran clásicos los de la Ribeira Sacra en Galicia, por ejemplo. En cuanto a nombres, muchas bodegas han recurrido tradicionalmente a nombres latinos para sus vinos. El Múrice, del latín murex (color de púrpura), tinto crianza de Viña Ijalba en La Rioja.
Diversidad de variedades de caldos y de espiritualidades, todas ellas gratas al paladar. Ambos alegran el corazón del hombre, a criterio de médicos, místicos y poetas. Saber seleccionar y degustar unos y otras –lo más adecuado al paladar personal-es propio de gourmets del vino y de lo divino. "El vino es una cosa maravillosamente apropiada para el hombre tanto si, en la salud como en la enfermedad, se administra con tino y justa medida" (Hipócrates). Dante decía de él que siembra poesía en los corazones.
San Pablo nos menciona la vinificación y la panificación como comunión: "La copa de bendición que bendecimos, ¿no es comunión con la sangre del Mesías? El pan que partimos, ¿no es comunión con el cuerpo del Mesias? Uno es el pan y uno es el cuerpo que todos formamos, pues todos compartimos el único pan"(1Cor 10, 16-17).
Ambos procesos requieren operaciones mediante las cuales la uva se transforma en vino y el trigo se convierte el pan. Ser trillado en la era o exprimido en el lagar presuponen actitud de donación y entrega dolorosa. La uva se abre en la tolva y libera más fácilmente el jugo. El grano de trigo se descascarilla para facilitar la molienda y la obtención de harina. Luego viene la fermentación, que es la transformación que conduce a la conversión del mosto en vino y de la harina en pan.
De la fórmula consagratoria Esto es mi Cuerpo, ésta es mi Sangre, Schokel viene a decir que la palabra "cuerpo" no es solamente la parte material del ser humano, sino toda la persona en cuanto que es capaz de expresarse y de relacionarse con los demás. Al decir "mi cuerpo", Jesús evoca toda su persona y toda su vida. Se refiere a lo que él psicológicamente es, a su forma de vivir.
El pan, que es uno en sus manos, al ser compartido, une a todos los que participan en la comida comunitaria, ya que todos participan de la misma fuente de vida. Y otro tanto se puede interpretar del vino. El pintor francés Renoir lo expresó en su cuadro Almuerzo de remeros, cuya escena refleja un clima positivo de alegría compartida entre los comensales.
En su entrevista del domingo pasado el papa Francisco manifestó su deseo de ser anfitrión y comensal con todos los demás. "Recuerdo, dijo, que en Brasil me habían preparado un papamóvil cerrado, con vidrio, pero yo no puedo saludar a un pueblo y decirle que lo quiero, dentro de una lata de sardinas, aunque sea de cristal". Habló de la necesidad que la Iglesia tiene de "abrir una ventana al mundo", y mostró como ejemplo: "Mi oración es judía, y luego tengo la eucaristía, que es cristiana".
En nuestras celebraciones comunitarias, formales en los templos y no menos formales fuera de ellos, con o sin altares, –el universo es un ara- lo que todo cristiano debe estar dispuesto a ser: pan que hay que trillar, y vino que hay que exprimir para hacerse alimento y bebida. Como lo fue el protagonista de este anónimo poema.
SEÑOR, AQUÍ ESTOY
Señor, aquí estoy.
Grano de trigo soy
segado y trillado en tus eras.
Señor, cuando quieras
me puedes moler,
pues yo quiero ser
polvillo de harina
que forme tus hostias de amor.
No tardes, si quieres Señor,
oh mi Dios molinero.
Echa a andar tu molino harinero
y muele tu trigo,
que quiero ser hostia de amor
Señor, que te espero.
Empuja la rueda, dolor
y muele tu trigo
que quiero ser hostia de amor.
Señor, aquí estoy
Señor, aquí estoy.
Vicente Martínez
Fe Adulta
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