Lecturas
“… sacó agua para ti de una roca de pedernal; te alimentó en el desierto con un maná” (Dt 8, 3).
“El pan es uno, y así nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo, porque comemos todos del mismo pan.” (1Co 10, 17)
“Este es el pan que ha bajado del cielo; no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron: el que come este pan vivirá para siempre.” (Jn 6, 59)
Contemplación
¿Por qué, si ya hemos concluido las fiestas pascuales, la Liturgia nos ofrece más solemnidades y días festivos? Si ya hemos reiniciado el Tiempo Ordinario, ¿por qué las celebraciones en honor de la Santísima Trinidad, del Corpus Christi, del Corazón de Jesús?
Intuyo que la razón es la solicitud entrañable de la Iglesia. A la manera de lo que sucedió en el camino del Éxodo, cuando Israel atravesó el desierto y fue alimentado por Dios con el maná, así desea acompañarnos la Iglesia con el don de la Eucaristía, como viático para la andadura, a veces en pleno estío.
Jesucristo se ha querido convertir en el sostenimiento de nuestra necesidad más existencial, haciéndose comida y bebida, para que ninguno perezca de hambre ni de sed. Él se ha ofrecido como Pan de vida y como agua viva, y quien participa en de su mesa su mesa y bebe de su copa se fortalece, y anticipa el banquete del reino de los cielos.
Si Dios fue solidario con su pueblo, si Jesús se quiso quedar con nosotros en forma de pan y de vino, si la Iglesia nos perpetúa el don santo del memorial de la Cena del Señor, ¿cómo podremos ser signos de esta prodigalidad de la que nos beneficiamos tan gratuitamente?
Si Dios fue solidario con su pueblo, si Jesús se quiso quedar con nosotros en forma de pan y de vino, si la Iglesia nos perpetúa el don santo del memorial de la Cena del Señor, ¿cómo podremos ser signos de esta prodigalidad de la que nos beneficiamos tan gratuitamente?
Hoy también se celebra el día de la Caridad, la llamada a poner sobre la mesa nuestros cinco panes de cebada, lo que cada uno pueda, para que los necesitados experimenten el acompañamiento del amor cristiano.
Hoy se nos invita a la adoración, a rendir la mente y el cuerpo ante el misterio del amor de Cristo, velado bajo la cortina de las especies sacramentales, Vemos pan, y en la forma de pan se oculta, discreta, la presencia real del Señor, de su oblación redentora y de su gloria.
Hoy somos llamados, junto con todas las criaturas, a cantar, bendecir, adorar al Señor, a la vez que a extender nuestras manos generosas hacia quienes pueden sentir soledad, enfermedad, o hambre.
Ciudad Redonda
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