9 de diciembre
Martes II de adviento
Martes II de adviento
Is 4o, 1-11 Grita
En el silencio del desierto indígena, donde las estrellas siembran las arenas con fósiles de eternidad, donde los cactus abrazan a las personas su herida dulce del desparecer sin rastro, donde tu luz deslumbra las entrañas de la tierra, en el desierto, donde caigo rendido y herido en la soledad infinita, fría, desangelada, sin límites, oigo ese grito sin principio ni fin: “Toda carne es hierba y su belleza como flor campestre: se agosta la hierba, se marchita la flor, pero la palabra de nuestro Dios permanece para siempre”. ¿Dónde permanece mi grito, mi desierto, mi ser?¿Dónde alcanza tu siempre la contingencia de mi nada?
Luis Fernando Crespo SM
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