¿Se hace camino al andar? Remitiéndonos a la famosa
sentencia de Machado contemplamos un mundo que, cada camino que indica o
construye, es tal vez camino de trayecto corto. Las propuestas que la sociedad
nos hace es un “gasta tu vida gastando”. ¿No debiera ser “vive tu vida
desgastándote”?
1.- Hoy entra en escena un personaje singular: Juan Bautista. Su forma de vestir, su alimentación (un tanto peculiar) y, sobre todo, por su forma de ser no dejaba indiferente a nadie. Era vox populi que era profeta singular. Su cuerpo no era el centro de su atención pero, la esperanza del Pueblo de Israel, era su locura. Sonaba su voz como una trompeta que rompía de arriba abajo el silencio interesado sobre el Mesías y emplazaba a la conversión; a mirar de otra forma la venida del Salvador; a regresar de los palacios de la injusticia, del todo vale o de la comodidad. Este pregonero del desierto, previamente había corregido y sacrificado su propio camino con una existencia nítida, radical y vociferaba a disponer unos caminos dignos por los que, el Señor, pudiera entrar. Muchos de los que añoraban a Jesús –al igual que nosotros mismos- elegían las avenidas más cómodas, y no precisamente las más santas, para hacerse los encontradizos con El. Dios venía por un camino y…el pueblo iba por otro. En dirección contraria. Ese fue el pecado de muchos de ellos: no se encontraron con el Salvador porque “sus antenas” no estaban bien orientadas hacia la dirección por donde venía.
2.- ¿Cómo vestimos nosotros? ¿Con la piel de la oración o con el oropel de la frialdad hacia Dios? ¿Con qué nos alimentamos? ¿Con la Palabra y la Eucaristía o, por el contrario, con todo aquello que es agradable al paladar del ojo, de la boca, del tener o del placer? ¿En qué dirección avanzamos? ¿Hacia la Navidad, Misterio de Amor, o hacia la vanidad del disfrutar, gastar y derrochar?
Juan, en este segundo domingo de adviento, nos pone contra
las cuerdas. ¿Qué camino estamos construyendo para la llegada del Salvador?
¿Nos preocupamos de despejar la calzada de nuestra vida de aquellos escollos
(envidias, orgullo, soberbia, malos modos, egoísmo….) que convierten nuestra fe
en algo irrelevante o simbólico?
3.- En estos próximos días (aunque en algunos lugares ya lo han llevado a cabo semanas atrás por intereses meramente comerciales) se adornan las calles y plazas como antesala de la Navidad. ¿Cómo vamos adornar nuestra vida? ¿Hasta dónde estamos dispuestos a iluminar el interior de cada uno de nosotros para que, el Señor, cuando nazca pueda entrar con todas las de la ley al fondo de nuestras vidas y nacer de verdad? ¿De qué nos vamos a rodear? ¿De regalos que ya ni nos llaman la atención o del gran regalo que es Cristo humillado en Belén?
4.- Navidad; no nos dejemos arrastrar por lo que desvirtúa y
mancilla la belleza y la grandeza de esos días. Desde ahora, y con una profunda
revisión de nuestra vida cristiana nos comprometamos, de la mano de Juan, en
encauzar lo que está torcido, iluminar lo que está oscuro, retornar de senderos
equivocados, agarrarnos al poder y fuerza de la oración o pedirle al Señor que
nos ayude a convertirnos a Él arropados por esa otra versión del mundo, de las
personas, de los acontecimientos, del amor y de la paz que nos trae y nos da el
Evangelio.
Equivocarse de caminos no es malo…siempre y cuando
regresemos a tiempo de ellos. ¡Adelante con el Señor!
5.- EN EL DESIERTO DEL MUNDO
Donde la locura vuela más
deprisa que la sensatez,
allá donde la pobreza ya no
llama la atención
y se convierte en estandarte
de un mundo infeliz
quiero, Señor, preparar tu
camino.
En la soledad del que busca
y no encuentra compañía
en la desesperanza de
familias
que han perdido el horizonte
de la alegría
en los egoísmos y soberbias
que me impiden verte cara a
cara…
Quiero, Señor, preparar tu
camino.
Luchando, por rebajar todas
esas colinas de autosuficiencia
Avanzando, para llenar lo
que la sociedad
caprichosa e insolidaria,
mezquina y sin sentido
pretende dejar, lo más
sagrado, vacío y sin contenido
Quiero, de verdad Señor,
preparar tu camino
Despejar nuestras mentes
embarulladas por lo efímero
y colmarlas con tu presencia, con tu Nacimiento
Denunciar falsedades o
verdades a medias
y, con la trompeta de tu
nuevo día,
pregonar a este mundo que
todavía es posible la esperanza.
que Tú, Señor, estás por
llegar
pero que, los caminos por
donde avanzamos,
no son los auténticos para
poderte alcanzar.
Tú Señor, puedes cambiar el
ritmo de la historia
si somos capaces de dejar
aquello que nos atenaza,
duerme, amordaza, esclaviza
y nos impide caminar
Contigo, Señor. Para Ti,
Señor. Por Ti, Señor.
Quiero preparar mis caminos:
que sean los tuyos
Quiero andar por tus
caminos: sal a mi encuentro
Quiero dejar los viejos:
renuévame con tu gracia
¡Ven, Señor! ¡Apresura tu
llegada!
¡¡Contigo, para siempre, por
tus caminos!!
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