¿Qué hago en este mundo? ¿Cuál es mi misión? ¿Qué pinto aquí? Hay momentos vitales en los que te apetecería tener una ruta marcada. Te gustaría tener un plano con todas las indicaciones, uno de esos mapas que te indican: Usted está aquí.
En cualquier obra, el arquitecto proyecta con bastante detalle cómo quiere que sea su edificio. Las especificaciones son máximas, proyectos de ejecución para que cada obrero sepa lo que tiene que hacer en cada momento, proyectos de salubridad, de seguridad y salud, de sostenibilidad, etc. Todo está planeado con delicadeza para movilizar a muchos. La cuestión es saber interpretar la información que se documenta. Dios es así, un arquitecto que planifica con sentido.
El arquitecto busca que todas las variables concuerden: implantación, forma, preexistencias, construcción, orientación, etc. Ve oportunidades donde otros solo verían limitaciones. Esboza espacios increíbles, reales y construibles. Elabora planos y acompaña de leyendas para facilitar la lectura. Prepara tiempos y trabajos para los diferentes profesionales, unos necesitan de otros en un proceso colaborativo donde nadie hace exactamente lo mismo.
La complejidad es grande y se proyectan espacios llenos de instalaciones, redes, relaciones y conexiones que ayuden funcionar como es debido. Él sabe de la responsabilidad de su trabajo, de lo importante de sus cálculos, de lo complejo que es coordinar a todos. No se plantea ejecutarla él sólo sino que busca profesionales de cada campo, confía en sus trabajadores de los que depende el resultado.
El arquitecto está disponible para solucionar las dudas en la ejecución, es quien propone alternativas cuando surgen los problemas. No olvida su idea principal, sabe cuál es la piedra angular, su mejor baza.
Dios es ese arquitecto y lo da todo por ese proyecto; está disponible para recordar lo fundante, cuidar que todo funcione, para situarnos donde toca con lucidez y empujar a seguir construyendo, dando responsabilidad a quien quiere acogerla, alentando a construir con ritmo, a estar pendientes de las necesidades de su obra, nuestra obra.
David Ortíz Martínez
pastorasj
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