¿Con quienes compartes los días, las sendas, la vida? ¿Con quién te ríes? ¿Y lloras? ¿A quién echas de menos cuando no está? ¿En quién piensas a menudo? ¿A quién reconoces por el sonido de sus pasos? ¿Por quién atravesarías montañas?
Tiene que haber alguien en nuestras vidas. Alguien con quien sentirte en casa. A quien puedas llamar de vez en cuando, para reconocer la voz familiar que te despierta memorias de hogar y te hace sentir seguro. Y si no lo hay, parte de la vida es buscar. Para encontrar esos otros nombres que le dan sentido a nuestros esfuerzos.
Compañeros de Camino - Oportunidades perdidas
«Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona les alcanzó y se puso a discutir con ellos. Pero ellos tenían los ojos incapacitados para reconocerlo» (Lc 24, 15-16)
Hay muchos trenes en la vida que dejamos pasar sin darnos cuenta. Personas que podrían convertirse en verdaderos amigos, y, sin embargo, no nos damos cuenta de que están ahí. Buena gente de la que podemos aprender mucho, si dejamos que su ejemplo se convierta en escuela. Lo necesario es cuidarnos unos a otros, no dar demasiado pronto por sentado que las personas están y siempre van a estar ahí. Porque hoy vivimos tan rápido, y estamos tan conectados que la misma cercanía puede convertirse en inconsciencia, y por muy cerca que estemos, podemos vivir como desconocidos, ignorando la verdad profunda de las personas.
¿Qué oportunidades has perdido en la vida?
¿Algo en lo que hayas aprendido?
Espero
Te espero cuando la noche se haga día,
suspiros de esperanzas ya perdidas.
No creo que vengas, lo sé,
sé que no vendrás.
Sé que la distancia te hiere,
sé que las noches son más frías,
Sé que ya no estás.
Creo saber todo de ti.
Sé que el día de pronto se te hace noche:
sé que sueñas con mi amor, pero no lo dices,
sé que soy un idiota al esperarte,
Pues sé que no vendrás.
Te espero cuando miremos al cielo de noche:
tu allá, yo aquí, añorando aquellos días
en los que un beso marcó la despedida,
Quizás por el resto de nuestras vidas.
Es triste hablar así.
Cuando el día se me hace de noche,
Y la Luna oculta ese sol tan radiante.
Me siento sólo, lo sé,
nunca supe de nada tanto en mi vida,
solo sé que me encuentro muy sólo,
y que no estoy allí.
Mis disculpas por sentir así,
nunca mi intención ha sido ofenderte.
Nunca soñé con quererte,
ni con sentirme así.
Mi aire se acaba como agua en el desierto.
Mi vida se acorta pues no te llevo dentro.
Mi esperanza de vivir eres tu,
y no estoy allí.
¿Por qué no estoy allí?, te preguntarás,
¿Por qué no he tomado ese bus que me llevaría a ti?
Porque el mundo que llevo aquí no me permite estar allí.
Porque todas las noches me torturo pensando en ti.
¿Por qué no solo me olvido de ti?
¿Por qué no vivo solo así?
¿Por qué no solo...
suspiros de esperanzas ya perdidas.
No creo que vengas, lo sé,
sé que no vendrás.
Sé que la distancia te hiere,
sé que las noches son más frías,
Sé que ya no estás.
Creo saber todo de ti.
Sé que el día de pronto se te hace noche:
sé que sueñas con mi amor, pero no lo dices,
sé que soy un idiota al esperarte,
Pues sé que no vendrás.
Te espero cuando miremos al cielo de noche:
tu allá, yo aquí, añorando aquellos días
en los que un beso marcó la despedida,
Quizás por el resto de nuestras vidas.
Es triste hablar así.
Cuando el día se me hace de noche,
Y la Luna oculta ese sol tan radiante.
Me siento sólo, lo sé,
nunca supe de nada tanto en mi vida,
solo sé que me encuentro muy sólo,
y que no estoy allí.
Mis disculpas por sentir así,
nunca mi intención ha sido ofenderte.
Nunca soñé con quererte,
ni con sentirme así.
Mi aire se acaba como agua en el desierto.
Mi vida se acorta pues no te llevo dentro.
Mi esperanza de vivir eres tu,
y no estoy allí.
¿Por qué no estoy allí?, te preguntarás,
¿Por qué no he tomado ese bus que me llevaría a ti?
Porque el mundo que llevo aquí no me permite estar allí.
Porque todas las noches me torturo pensando en ti.
¿Por qué no solo me olvido de ti?
¿Por qué no vivo solo así?
¿Por qué no solo...
Benedetti
Compañeros de Camino - Momentos de encuentro
«Entonces se les abrieron los ojos y le reconocieron» (Lc 24, 31)
En ocasiones una conversación, un abrazo, una mirada, basta para que salte la chispa del afecto que nos hace más plenos.
Jesús es también compañero de camino. Que nos sale al encuentro de muchas maneras. En su espíritu. Es presencia. Es palabra. Es pan partido. Es impulso. No siempre nos damos cuenta de cuándo nos sale al encuentro. Pero está. Quizás sea necesario, en alguna ocasión, invitarle a quedarse y dedicarle unos instantes de nuestro tiempo. Para no confundir su paso discreto con ausencia, y su silencio con distancia. Para que, como a aquellos discípulos de Emaús, también a nosotros nos encienda el corazón.
¿Dónde buscarías tú hoy, en tu entorno, si tienes que buscar al Resucitado?
Ahora
Ahora como un ángel apareces
y me rodeas sin decirme nada.
Ángel que yo cuidara tantas veces
sin saberlo, callada.
En todo lo que miro permaneces
como el aire feliz de la mirada.
Me parezco a tu ausencia y te pareces
a mí resucitada.
Porque viniste cuando me moría
a devolverme a vivas caridades;
porque mi noche muda se hizo día
por gracia de tu voz iluminada,
en esta eternidad con que me invades
yo que no era, soy tu enamorada.
y me rodeas sin decirme nada.
Ángel que yo cuidara tantas veces
sin saberlo, callada.
En todo lo que miro permaneces
como el aire feliz de la mirada.
Me parezco a tu ausencia y te pareces
a mí resucitada.
Porque viniste cuando me moría
a devolverme a vivas caridades;
porque mi noche muda se hizo día
por gracia de tu voz iluminada,
en esta eternidad con que me invades
yo que no era, soy tu enamorada.
Maria Elena Walsh
pastoralsj
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