El cristiano no camina solo: se integra en un pueblo, en una historia secular y está llamado a ponerse al servicio de los demás. «Memoria» y «servicio» son las palabras clave de la reflexión del Papa Francisco durante la misa celebrada en Santa Marta el jueves 30 de abril. La historia –y, por lo tanto, la memoria que se tiene de la misma– y el servicio son, dijo el Pontífice, los «dos rasgos de la identidad del cristiano» sobre los cuales nos hace reflexionar «la liturgia de hoy».
La alusión se da en el pasaje de los Hechos de los Apóstoles (13, 13-25) en donde se lee que Pablo, al llegar a Antioquía, «como acostumbraba hacer, se dirigió el sábado a la sinagoga» y ahí, «le invitaron a hablar». Era esta, de hecho, «una costumbre de los judíos de aquel tiempo» cuando llegaba un huésped. Tomando la palabra, Pablo «comenzó a predicar a Jesucristo». Pero, destacó el Papa, «él no dijo: “yo predico a Jesucristo, el Salvador; vino del Cielo; Dios lo envió; nos salvó a todos y nos dio esta revelación”. No, no, no». Para explicar quién es Jesús, el apóstol «comienza a narrar toda la historia del pueblo». Se lee, por lo tanto, en la Escritura: Pablo se puso en pie y, haciendo seña con la mano de que se callaran, dijo: “escuchad: el Dios de este pueblo, Israel eligió a nuestros padres...”». Y a partir de Abraham, Pablo «narra toda la historia».
No es una elección casual. En su reflexión el Papa Francisco destacó que lo mismo hizo «Pedro en sus discursos, después de Pentecostés», y también «Esteban, ante el Sanedrín». Ellos, por lo tanto, «no anunciaban un Jesús sin historia», sino «a Jesús en la historia del pueblo, un pueblo que Dios hizo caminar desde siglos par llegar a esta madurez, a la plenitud de los tiempos, como dice Pablo». De esta narración se comprende que «cuando este pueblo llega a la plenitud de los tiempos, viene el Salvador, y el pueblo continúa caminando porque este Salvador regresará».
He aquí, afirmó el Papa, uno de los rasgos de la identidad cristiana: «es ser hombre y mujer de historia, entender que la historia no comienza conmigo ni se acaba conmigo». Todo comenzó, en efecto, cuando el Señor entró en la historia.
Confirmando lo dicho, el Pontífice recordó el salmo «tan bonito» recitado en el inicio de la Misa: «Cuando avanzabas, Señor, con tu pueblo y le abrías los caminos, y vivías con ellos −recuerdo de que Dios caminaba con su pueblo− la tierra y los cielos temblaron. Admirable». Por tanto, «el cristiano es un hombre y una mujer de historia, porque no pertenece a sí mismo, está integrado en un pueblo, un pueblo que camina». De aquí la imposibilidad de pensar en «un egoísmo cristiano». O lo que es lo mismo, no existe el cristiano perfecto, «un hombre, una mujer espiritual de laboratorio», sino que «es un hombre o una mujer espiritual insertado en un pueblo, que tiene una historia larga y sigue caminando hasta que el Señor regrese».
Precisamente mirando este acontecimiento concreto devanado a lo largo de los siglos y que aún hoy continúa, el Pontífice añadió que si asumimos «ser hombres y mujeres de historia», nos damos cuenta también de que este es «historia de la gracia de Dios, porque Dios avanzaba con su pueblo, abría el camino, vivía con ellos». Pero es también «historia de pecado». Y recordó el Papa: «Cuántos pecadores, cuántos crímenes...». También en el pasaje de los Hechos de los apóstoles, por ejemplo, «Pablo menciona al rey David, santo», pero que «antes de llegar a ser santo fue un gran pecador». E esto, destacó, es válido «también hoy» cuando «la historia personal de cada uno» debe asumir «el propio pecado y la gracia del Señor que está con nosotros». Dios, en efecto, nos acompaña en el pecado «para perdonar», nos acompaña «en la gracia».
Es, por lo tanto, una realidad muy concreta que atraviesa los siglos, la que alude el Papa Francisco en la homilía: «Nosotros –dijo– no estamos sin raíces», tenemos «raíces profundas» que jamás debemos olvidar y que se extienden desde «nuestro padre Abraham hasta hoy».
Pero comprender que no estamos solos, que estamos estrechamente unidos a un pueblo que camina desde siglos, significa también distinguir otro rasgo característico del cristiano que es «el que Jesús nos enseña en el Evangelio: el servicio ». En el pasaje desan Juan propuesto por la liturgia del jueves de la cuarta semana de Pascua, «Jesús lava los pies a los discípulos. Y tras haber lavado los pies, les dijo: “En verdad, en verdad os digo, el criado no es más grande que su amo, ni el enviado es más grande que el que lo envía. Puesto que si sabéis esto, dichosos vosotros si lo ponéis en práctica. Yo he hecho esto con vosotros, hacedlo vosotros también con los otros. Yo he venido como siervo, vosotros debéis haceros siervos los unos de los otros, es decir servir”».
Parece claro, evidenció el Pontífice, que «la identidad cristiana es el servicio, no el egoísmo». Alguien, dijo, podría objetar: «Pero padre, todos somos egoístas», pero esto «es un pecado, es una costumbre de la cual debemos desprendernos»; debemos, entonces, «pedir perdón, que el Señor nos convierta». Ser cristiano, de hecho, «no es una apariencia o una conducta social, no es maquillarse un poco el alma, para que sea más bonita». Ser cristiano, dijo con decisión el Papa, «es hacer lo que hizo Jesús: servir. Él vino no para ser servido, sino para servir».
De aquí algunas sugerencias del Papa para la vida cotidiana de cada uno de nosotros. En primer lugar «pensad en estas dos cosas: ¿yo tengo sentido de la historia? ¿Me siento parte de un pueblo que camina desde lejos? Podría ser útil «tomar la Biblia, el libro del Deuteronomio, capítulo 26, y leerlo». Aquí, dijo, se encuentra «la memoria, la memoria de los justos» y «cómo el Señor quiere que seamos “memoriosos”», o sea, que recordemos el camino recorrido por nuestro pueblo». Y a después, también nos hará bien pensar: «¿en mi corazón qué es lo que más hago? ¿Me hago servir por los demás, me sirvo de los otros, de la comunidad, de la parroquia, de mi familia, de mis amigos, o sirvo, estoy al servicio?».
«Memoria y servicio» son, por tanto, dos actitudes del cristiano con las cuales se participa en la celebración eucarística «que es precisamente memoria del servicio que Jesús realizó; memoria real, con Él, del servicio que nos ha hecho: dar su vida por nosotros».
L’Osservatore Romano
La fe es historia de pecado y de gracia, recordó el Papa en su homilía
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(RV).- El cristiano está colocado en una historia de pecado y de gracia, puesto siempre ante la alternativa de servir o de servirse de los hermanos. Es uno de los conceptos que expresó el Papa Francisco en su homilía de la Misa matutina celebrada en la Capilla de la Casa de Santa Marta.
Hombre y mujer de historia es el cristiano
“La historia y el servicio”. En su homilía, el Papa Bergoglio se detuvo sobre estos “dos rasgos de la identidad del cristiano”. Y, ante todo, de la historia.San Pablo, San Pedro y los primeros discípulos “no anunciaban a un Jesús sin historia: ellos anunciaban a Jesús en la historia del pueblo, un pueblo que Dios ha hecho caminar durante siglos para llegar” a la madurez, “a la plenitud de los tiempos”. Dios entra en la historia y camina con su pueblo:
“El cristiano es un hombre y una mujer de historia, porque no pertenece a sí mismo, está integrado en un pueblo, un pueblo que camina. No se puede pensar en un egoísmo cristiano, no, esto no va. El cristiano no es un hombre, una mujer espiritual de laboratorio, es un hombre, es una mujer espiritual colocado en un pueblo, que tiene una historia larga y sigue caminando hasta que el Señor vuelva”.
Historia de gracia y de pecado
Es una “historia de gracia, pero también una historia de pecado”:
“Cuántos pecadores, cuántos crímenes. También hoy Pablo menciona al Rey David, santo, pero antes de llegar a ser santo fue un gran pecador. Un gran pecador. Nuestra historia debe asumir a santos y pecadores. Y mi historia personal, de cada uno, debe asumir nuestro pecado, el propio pecado y la gracia del Señor que está con nosotros, acompañándonos en el pecado para perdonar y acompañándonos en la gracia. No hay identidad cristiana sin historia”.
Servir, no servirse
El segundo rasgo de la identidad cristiana es el servicio: “Jesús lava los pies a los discípulos invitándonos a hacer como él, es decir servir:
“La identidad cristiana es el servicio, no el egoísmo. ‘Pero padre, todos somos egoístas’. ¿Ah sí? Es un pecado, es un hábito del que debemos desprendernos. Pedir perdón, que el Señor nos convierta. Estamos llamados al servicio. Ser cristiano no es una apariencia o incluso una conducta social, no es un poco maquillarse el alma, para que sea un poco más bella. Ser cristiano es hacer lo que ha hecho Jesús: servir”.
El Papa concluyó su homilía invitando a plantearnos la siguiente pregunta: “¿En mi corazón qué es lo que más hago? ¿Me hago servir por los demás, me sirvo de los demás, de la comunidad, de la parroquia, de mi familia, de mis amigos, o sirvo, estoy al servicio de…?”.
(María Fernanda Bernasconi - RV).
Francisco en Santa Marta: La identidad del cristiano es el servicio, no el egoísmo
En su homilía en Casa Santa Marta, el Papa habló sobre las cualidades que caracterizan a los cristianos. Dijo que los rasgos que los identifican son la "historia y el servicio”.
FRANCISCO
"La identidad cristiana es el servicio, no el egoísmo. ‘Pero padre, todos somos egoístas’. ¿Ah sí? Es un pecado, es un hábito del que debemos desprendernos. Pedir perdón, que el Señor nos convierta. Estamos llamados al servicio. Ser cristiano no es una apariencia o incluso una conducta social, no es un poco maquillarse el alma, para que sea un poco más bella. Ser cristiano es hacer lo que ha hecho Jesús: servir”.
Francisco dijo que el cristiano "es un hombre y una mujer de historia, porque no pertenece a sí mismo, está integrado en un pueblo”.
EXTRACTOS DE LA HOMILÍA DEL PAPA
(Fuente: Radio Vaticana)
"El cristiano es un hombre y una mujer de historia, porque no pertenece a sí mismo, está integrado en un pueblo, un pueblo que camina. No se puede pensar en un egoísmo cristiano, no, esto no va. El cristiano no es un hombre, una mujer espiritual de laboratorio, es un hombre, es una mujer espiritual colocado en un pueblo, que tiene una historia larga y sigue caminando hasta que el Señor vuelva”.
"Cuántos pecadores, cuántos crímenes. También hoy Pablo menciona al Rey David, santo, pero antes de llegar a ser santo fue un gran pecador. Un gran pecador. Nuestra historia debe asumir a santos y pecadores. Y mi historia personal, de cada uno, debe asumir nuestro pecado, el propio pecado y la gracia del Señor que está con nosotros, acompañándonos en el pecado para perdonar y acompañándonos en la gracia. No hay identidad cristiana sin historia”.
"La identidad cristiana es el servicio, no el egoísmo. ‘Pero padre, todos somos egoístas’. ¿Ah sí? Es un pecado, es un hábito del que debemos desprendernos. Pedir perdón, que el Señor nos convierta. Estamos llamados al servicio. Ser cristiano no es una apariencia o incluso una conducta social, no es un poco maquillarse el alma, para que sea un poco más bella. Ser cristiano es hacer lo que ha hecho Jesús: servir”.
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