El provicario Silas Bogati narra su experiencie después del terremoto: «Nuestra misión es la de dar consuelo y confianza, porque Dios no abandona a sus hijos»
PAOLO AFFATATOROMA
«Fue una experiencia desgarradora. Visitar los sitios dañados, ver a la cara el sufrimiento de la gente, correr para salvar a las personas atrapadas bajo los escombros: es el dolor de la humanidad herida que te cae encima». Así narró a Vatican Insider Silas Bogati, sacerdote nepalí, la experiencia que están viviendo sacerdotes y fieles católicos en estas horas, tras el mayor desastre natural en la historia del país.
Un terremoto de 7.8 grados sacudió Nepal a las 11 de la mañana del 25 de abril, afectando también a los vecinos India, Tíbet y Bangladesh. La tierra sigue temblando: se han registrado 45 réplicas en las últimas 24 horas.
Bogati, que estudió teología en Roma, fue durante años el responsable de la Cáritas en Nepal y hoy es el provicario de la Iglesia católica local: es el primer colaborador del obispo católico Paul Simick, responsable de la pequeña comunidad católica que vive en el país.
Bogati respondió, atónito, a algunas preguntas de Vatican Insider: «La emergencia principal ahora es la de salvar vidas humanas. Los equipos de socorro, civiles y militares, están trabajando para excavar y sacar de los escombros a los heridos, liberar cuerpos de personas que todavía están con vida, o recoger cadáveres. El saldo de las víctimas va mucho más allá de las tres mil, y sigue aumentando velozmente».
El terremoto, prosiguió, «fue un evento de alguna manera esperado, porque, según los cálculos de los sismólogos, se decía desde hace años que Nepal habría sido golpeado. Pero es una tragedia enorme: la violencia imprevista de la sacudida dejó una huella honda», explicó.
El resultado es «un profundo “shock” colectivo: la población está prostrada a nivel material y psicológico. Se advierte entre la población un sentimiento de abandono y de desesperación. Muchas personas perdieron a sus familiares o, en el mejor de los casos, todo lo que tenían. Por ello, nuestra misión es la de llevar consuelo y confianza. Porque Dios no abandona a sus hijos».
Lo subrayó también el obispo Simick en su misa para recordar a las víctimas, celebrada esta mañana. El vicario apostólico rezó por los difuntos y por los sobrevivientes, invitando a los fieles nepalíes a «un esfuerzo de consuelo y solidaridad, para demostrar la misericordia amorosa del Padre».
La Cáritas local se esfuerza para hacer llegar justamente ese abrazo misericordioso de Dios a las familias de las víctimas, a los sobrevivientes, a los desplazados, mientras en los alrededores de la capital, Kathmandú, ya están surgiendo los primeros campamentos que albergan a los que se quedaron sin casa.
Las réplicas continúan, y la Cáritas de Nepal, en contacto con la red internacional de la Caritas Internationalis, ha distribuido las primeras ayudas: «Estamos ofreciendo lonas, tienas y comida. Las personas están en grandes necesidades», refirió el director de la Cáritas Nepal, Pius Perumana.
Según el director, «los cálculos de las víctimas, considerando los distritos afectados, podrían llegar a seis mil personas. Se calcula, además, que hay ses mil heridos y miles de desplazados. Todavía no se puede llegar a muchas zonas remotas afectadas por el terremoto. Estamos todavía en plena emergencia».
Además de Kathmandú, se vieron afectados los distritos de Bhaktapur, Lalitpur, Raswa, Kavre, Dolakha, Gorkha, Ramechap, Nuwarkot, Sindupalchok, Dhading, Makawanpur y Sindhuli. «Miles y miles de familias necesitan un refugio temporal inmediato. Agua y servicios higiénico-sanitarios son las exigencias prioritarias», indicó la Caritas Internationalis. Por su parte, Unicef estima que son alrededor de un millón de niños que requieren asistencia humanitaria inmediata.
Como refirió el provicario Bogati, la Iglesia católica en Nepal está presente en 58 de los 75 distritos del país, con programas de seguirdad alimenticia, promoción humana, social y económica, de apoyo a los niños, a las mujeres y a los agricultores.
«Somos 7800 católicos –concluyó – en un país de más de 29 millones de personas, de mayoría hindú. Nuestro trabajo es ofrecer testimonio del amor de Dios, tratando de hacer el bien a miles de personas. Estamos principalmente al servicio de los pobres y de los que sufren: estamos presentes cuando hay un desastre natural o asistiendo a los que tienen dificultades. Esta es la forma con la que decimos a los nepalíes que Cristo los ama. Como Cristo amó a los pobres y necesitados, así la Iglesia en Nepal. Es nuestra forma de evangelizar».
Vatican Insider
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