El director de "El bosque de Karadima" Se reconoce exhausto después de caminar por las mismas pisadas de los abusados por el poderoso sacerdote. Matías Lira se anticipa a la polémica y explica por qué su película no es una cinta sobre la iglesia, sino sobre la curia.
Matías Lira sufre cada vez que recuerda las jornadas de rodaje de El Bosque de Karadima. Como católico, dice que el proceso de escuchar a las víctimas, leer los expedientes y registrar una historia que aún no termina de escribirse, fue particularmente doloroso. En especial cuando realiza la diferencia entre una iglesia que trabaja y pastorea, respecto a una curia que se aleja cada vez más de su rol original.
"La película habla esencialmente sobre el abuso, pero el abuso de poder. Algo donde la iglesia se emarca muy bien, pero quiero dejar muy, muy en claro que "El bosque de Karadima" no es una película sobre la iglesia. Pensar eso es equivocarse sobre el sentido original por que si quieres encontrar un enemigo, creo que esos son las personas que se han poblado de mucho poder y que son la curia. Un grupo muy pequeñito", puntualiza sobre su objeto de registro.
Agrega que cuando salió en busca de apoyo, testimonio y locaciones, esa curia le cerró las puertas, pero que su denuncia encontró eco precisamente en los sacerdotes más comprometidos con su trabajo social: el cura de barrio, el cura obrero, precisa Lira. "Ellos me aportaron contenido y también la fuerza necesaria para superar lo compungido que yo estaba", dice pasando ambas manos por su cara en un gesto que se repite a lo largo de la entrevista en su estudio de Bellavista.
Lira se despeina y friega las manos por el antebrazo con un gesto ansioso. El estreno es el próximo 23 de abril y aunque probablemente ahí comience la polémica, su cruzada personal, al menos ya estará completa. "Me daba mucho dolor saber que eventualmente podía dañar a una institución que me parece valiosa. Sin embargo a medida que iba internalizando este proceso, conversando con estos curas de parroquia, me fui dando cuenta de que los abusadores son un sector pequeño que ensucia toda la iglesia", explica sobre la película donde el actor Luis Gnecco da vida al cuestionado sacerdote y Benjamín Vicuña a una de sus víctimas.
"El bosque de Karadima" muestra cómo el párroco y líder de la Iglesia más poderosa de la clase alta chilena, considerado un santo en vida, comete abusos sostenidos contra más de un joven en busca de su vocación espiritual. La posterior denuncia de la víctima enfrentará a los seguidores del cura, los poderes de la institución y a los cercanos al abusado.
La figura de este supuesto representante de Dios en la tierra tiene, para Lira, más cercanía con el líder de una secta con el verdadero testimonio del evangelio. La forma en que envolvía a su feligresía más cercana, conseguía financiamiento para la diócesis y adoctrinaba a sus presas sexuales suenan bastante familiares con otros cultos perversos.
EL MODELO DE LA SECTA
"Este señor era capaz de hacer esperar durante 6 horas a un joven que se estaba iniciando para hablar con él. Una espera de una hora ya comienza a agotarte por la inactividad, a embotar el razonamiento. La vulnerabilidad de esa persona que espera para entrevistarse con el santo es enorme a la hora del contacto", dice el director que conoció de cerca los testimonios de varias víctimas y la amplia bibliografía sobre los casos. Otro antecedente sectario con los que Karadima lograba derribar la voluntad de los jóvenes de la iglesia de El Bosque eran el distanciamiento de sus familias a las que se definía como "un elemento negativo para la vocación".
"Esto es un comportamiento sectario profundo. Para que ocurran estos fenómenos, debes estar desvalido de apoyo, sin un grupo cercano de apoyo. No te hablo necesariamente de un papá o una mamá, quizás, sino de pares que te apoyan en la dificultad. Eso acá se neutralizaba completamente para que tu única red de apoyo fuera el sacerdote", en palabras de Matías Lira.
El resultado eran adolescentes confundidos entre su vocación, los pecados de pureza en que los involucraba el padre Fernando y su poderoso carisma de líder. "Sucedía también que la gente confundía carisma con manipulación. Era muy carismático el ambiente de El Bosque. Te hablo de un epicentro social: misas llenas de gente atractiva, que a su vez sumaba más gente atractiva que se desvivía por llegar a formar parte de su selecto grupo de 50 personas más íntimas. En un sentido físico él era un gran manipulador, por que si tu tienes acceso a las charlas que él daba no había en ellas ninguna sustancia, era algo para salir corriendo", explica el director.
Esa es la razón de que, hasta el día de hoy, un extenso bando de personas defienda a Karadima y no crea en ninguna de las acusaciones que se le han comprobado. La investigación de Lira y su equipo previo al rodaje habla de un depredador sexual que se tomaba su tiempo para escoger y preparar a sus subordinados antes de atacar. "Mucha gente me ha dicho: "pero si las víctimas ya eran gallos adultos, ¿cómo se dejaban abusar?... qué raro" y aunque es algo que no comparto, creo que es un cuestionamiento que hay que atender. La gente que defiende a Karadima hoy, lo hace por que también lo apoyó en su momento y creyó en él en momentos de mucha dificultad."
-Trabajaste con 3 guionistas muy distintos entre sí, ¿Qué momentos lograste potenciar con la pluma de Elisa Eliash, Alicia Scherson y Álvaro Díaz?-La película tiene tres grandes áreas: la primera es la construcción del perverso. Quizás la gente espera ver entrar en escena a un tipo malvado, pero cuando ves al niño que será el abusador de adulto, te provoca una seducción en la que quisieras ir y protegerlo. La segunda parte tiene que ver con la secta, con este lugar solapado que existe gracias al apoyo del poder y que es la explicación de las condiciones que permiten que una persona sea vulnerable al abuso. La tercera parte es acerca del bloqueo de la curia, de cómo se aletarga todo para prescriban los casos y el cura no sea juzgado penal ni civilmente. Los guionistas me aportaron con su experiencia y su pluma para crear una película que en el fondo es tremendamente familiar, por que te muestra cómo detectar a un abusador. Ahí Álvaro trabajó muy bien lo que es la psiquis del joven, Alicia trató la sensibilidad de la relación de pareja y la Elisa estuvo al principio yendo a lo general. Esos grandes temas de la historia me los construyeron con un fabuloso trabajo desde el punto de vista de la investigación y el contenido.
-Después de series de reportajes sobre Marcial Maciel, un cuestionamiento generalo a lla curia parece ser un momento preciso para abordar esta temática. ¿Imaginabas un relato similar hace dos décadas?
-Imposible. Hace 20 años ésta película ni siquiera podría haber sido hecha por que ni siquiera se han hecho las peliculas definitivas sobre la dictadura. Yo no veo el cine como una entretención, lo veo como un ayudamemoria para construir la historia. Faltan películas escritas desde la mirada de las víctimas aunque ya hay trabajos como el documentalMea máxima culpa, sobre la pavorosa forma en que la iglesia escondía los abusos contra niños sordomudos de un hogar. No me siento un innovador haciendo este proyecto, los grandes valientes fueron los que empezaron a pelear con Angelo Sodano cuando el Papa era Juan Pablo II, cuando la institución decía hacerse cargo de los abusos sólo para esconderlos bajo la alfombra.
-Imposible. Hace 20 años ésta película ni siquiera podría haber sido hecha por que ni siquiera se han hecho las peliculas definitivas sobre la dictadura. Yo no veo el cine como una entretención, lo veo como un ayudamemoria para construir la historia. Faltan películas escritas desde la mirada de las víctimas aunque ya hay trabajos como el documentalMea máxima culpa, sobre la pavorosa forma en que la iglesia escondía los abusos contra niños sordomudos de un hogar. No me siento un innovador haciendo este proyecto, los grandes valientes fueron los que empezaron a pelear con Angelo Sodano cuando el Papa era Juan Pablo II, cuando la institución decía hacerse cargo de los abusos sólo para esconderlos bajo la alfombra.
Yo estoy agotado, no puedo más, me tengo que sacar esta hueá del cuerpo. Y te lo digo sólo como realizador. Ha sido insoportable enfrentarse a todo esto, asimiliarlo, escuchar los testimonios de las víctimas, sacar la película adelante con la incertidumbre atroz de que nos iban a expulsar de las locaciones en cualquier momento. Fueron jornadas en las que creí que nada iba a resultar. Sin embargo, pienso en las víctimas que van a cargar con las secuelas de estos crímenes de por vida y que van a ser juzgados socialmente de por vida y me doy cuenta de que mi angustia no es nada. Si yo los admiraba desde antes de hacer la película, ahora los veo a otro nivel. Ellos son los verdaderos cristianos, no los que se dicen cristianos. Las víctimas son los que se dejaron crucificar por la sociedad para generar conciencia sobre este daño.
-¿Cuáles crees que son esos temas pendientes en el cine nacional?
-Creo que hay que ir abrazando temas más personales. Ya todos sabemos lo que pasó durante la dictadura, la mirada política, peor hay muchos individuos que vivieron esto en distintos niveles, más cercanamente en la cotidianeidad. Alguien, no recuerdo quien, decía que la gente va al cine a verse a ellos mismos. Eso es algo muy importante para quienes están escribiendo historias y películas. Esa necesidad de acercarnos a los dramas desde el cotidiano.
-Creo que hay que ir abrazando temas más personales. Ya todos sabemos lo que pasó durante la dictadura, la mirada política, peor hay muchos individuos que vivieron esto en distintos niveles, más cercanamente en la cotidianeidad. Alguien, no recuerdo quien, decía que la gente va al cine a verse a ellos mismos. Eso es algo muy importante para quienes están escribiendo historias y películas. Esa necesidad de acercarnos a los dramas desde el cotidiano.
El Bosque de Karadima se estrena el 23 de abril
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