El Vaticano aprovechó el encuentro realizado en Panamá para limar asperezas con México, tras el incidente diplomático por la frase de Francisco relacionada con el narcotráfico y la “mexicanización”
ANDRÉS BELTRAMO ÁLVAREZCIUDAD DEL VATICANO
Francisco no estará presente, pero es como si lo estuviera. El Papa es uno de los protagonistas de la Cumbre de las Américas que se inauguró este viernes en Panamá. No sólo por su mensaje oficial, que fue leído al inicio de las sesiones por el secretario de Estado del Vaticano Pietro Parolin. También porque, gracias a su acción diplomática, comenzó el “deshielo” entre Estados Unidos y Cuba por el cual la isla participa en ese encuentro por primera vez en décadas.
Los presidentes Barack Obama y Raúl Castro ya se estrecharon la mano, en la ceremonia de presentación de mandatarios. Ya esa fotografía resultó histórica. Este sábado está prevista una cita privada entre ambos, para avanzar en la normalización de las relaciones bilaterales. Un nuevo escenario, que hubiese sido imposible sin la intervención de Jorge Mario Bergoglio.
En los últimos años la Cumbre de las Américas había perdido interés, pero esta ocasión fue distinta. Numerosos presidentes acudieron a la reunión y se contabilizó la presencia de 35 gobiernos. La Santa Sede envió una comitiva de alto nivel, encabezada por el cardenal Parolin.
“Estoy convencido de que la inequidad, la injusta distribución de las riquezas y de los recursos, es fuente de conflictos y de violencia entre los pueblos porque supone que el progreso de unos se construye sobre el sacrificio de otros y que, para poder vivir dignamente, hay que luchar contra los demás”, advirtió el pontífice en su mensaje oficial, leído por el secretario de Estado.
“El bienestar así logrado es injusto en su raíz y atenta contra la dignidad de las personas. Hay ‘bienes básicos’ como la tierra, el trabajo y la casa, y ‘servicios públicos’, como la salud, la educación, la seguridad, el medio ambiente…, de los que ningún ser humano debería quedar excluido”, agregó, en el texto redactado en español y dirigido al presidente panameño, Juan Carlos Varela Rodríguez, anfitrión de la Cumbre.
El Papa constató que el deseo de progreso en América “está lejos de la realidad”. Advirtió contra la perpetuación de “injustas desigualdades que ofenden a la dignidad de las personas” y precisó que el principal desafío es lograr la globalización de la solidaridad y la fraternidad en lugar de la globalización de la discriminación y la indiferencia. “Mientras no se logre una distribución equitativa de la riqueza, no se resolverán los males de nuestra sociedad”, dijo.
En un discurso neto, estableció que muchos países “siguen postrados en la pobreza”, mientras en las economías emergentes gran parte de la población no se ha beneficiado del progreso económico general y, por el contrario, se ha ampliado la brecha entre ricos y pobres.
Además volvió a criticar la llamada “teoría del goteo o derrame”, que le valió la acusación de ser comunista por parte de grupos conservadores estadounidenses cuando la incluyó en su exhortación “Evangelii gaudium”. Apuntó que esa teoría se ha revelado falaz porque “no es suficiente esperar que los pobres recojan las migajas que caen de la mesa de los ricos”.
“Son necesarias acciones directas en pro de los más desfavorecidos, cuya atención, como la de los más pequeños en el seno de una familia, debería ser prioritaria para los gobernantes”, abundó.
También alertó sobre el problema de la inmigración, el tráfico de personas y del trabajo esclavo, la falta de derechos y de a la justicia de las personas que caen presas de estos fenómenos. Lamentó la falta de cooperación entre los Estados con respecto a estos problemas, que deja a muchos fuera de la legalidad y los obliga a resignarse a ser víctimas de los abusos.
“A veces, incluso dentro de los países, se dan diferencias escandalosas y ofensivas, especialmente en las poblaciones indígenas, en las zonas rurales o en los suburbios de las grandes ciudades. Sin una auténtica defensa de estas personas contra el racismo, la xenofobia y la intolerancia, el Estado de derecho perdería su legitimidad”, apuntó.
La Cumbre de las Américas sirvió también para “limar asperezas” entre El Vaticano y México, tras el incidente diplomático que suscitó la referencia del Papa a la “mexicanización” de Argentina, cuando se refirió al avance del narcotráfico en su país natal. Este viernes el secretario de Estado Parolin y el canciller mexicano, José Antonio Meade, sostuvieron un encuentro privado en Panamá.
Al finalizar, a través de una declaración oficial, ambas partes comunicaron su acuerdo de dar continuidad al “diálogo político de alto nivel entre México y la Santa Sede con miras a su fortalecimiento”.
Vatican insider
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