Tuesday, April 21, 2015

¿ESTARÁ PRESENTE MONSEÑOR ROMERO EL 23 DE MAYO? por Luis Van de Velde


Claro, será la gran celebración oficial de su beatificación, pero él mismo, él que dijo que resucitaría en el pueblo salvadoreño, ¿estará presente ahí la vigilia en catedral, en el estadio o en las calles hacia el Salvador del Mundo? A lo mejor extrañe esta pregunta. Trato de encontrar piezas para una respuesta… 

Recuerdo que Monseñor Romero dijo que no volvería a estar presente en un acto oficial del Estado y que no deseaba a ningún funcionario estatal en las celebraciones de la Iglesia hasta que se aclarara de fondo el asesinato de Rutilio Grande y sus compañeros. Aunque no lo dijo así, se puede añadir… hasta que aclaren de fondo el asesinato de los otros sacerdotes, religiosas, catequistas, y tantos miles de salvadoreños/as. Sin embargo el estado salvadoreño no ha resuelto esos crímenes (de lesa humanidad!!). El ejército no quiere abrir sus archivos. Hace unos días regresó (expulsado de los EEUU) todavía un ex director de la guardia nacional y ex ministro de defensa… y entró paseando, casi triunfante, recibido por sus súbditos: a tus órdenes mi general!!! La ley de amnistía sigue vigente e impide hasta la investigación de todas las violaciones a los derechos humanos durante los años de represión y guerra. Sin embargo, el 23 de mayo, altos funcionarios del estado salvadoreño y de otros países, estarán ahí, en un lugar privilegiado y especialmente vigilado y cuidado. El anterior y el actual presidente han “pedido” perdón por ciertos crímenes, pero la verdad no ha podido surgir: los responsables no han sido juzgados, las victimas siguen con sus heridas,… Ahí estarán también los señores/as embajadores. ¿Estará Monseñor Romero presente en ese acto con tantos altos funcionarios públicos? 

La celebración presidida por cardenales, arzobispos, obispos y en presencia de más de mil sacerdotes, y unos 300,000 laicos/as, será un acto religioso, por supuesto solemne, pero lejos del pueblo. La conferencia episcopal aparecerá unida (ya no dividida como hace 35 años en contra de Monseñor Romero). Todos los sacerdotes y todas las religiosas y religiosos se unirán en esa fiesta religiosa. El pueblo podrá “ver” la ceremonia (una misa tradicional con la declaración oficial de la beatificación) a distancia, de lejos, a través de pantallas grandes por las calles y en el estadio Flor Blanca, y por televisión. Será con cantos tradicionales y si cantan algo sobre monseñor Romero serán de los cantos nuevos y adaptados para que se hable de él como el ejemplo de amor a Dios y al prójimo. Será el gran rito religioso ejecutado por varios príncipes de la iglesia romana, la jerarquía,… “El pastor tiene que estar donde está el sufrimiento”, dijo el 30/10/1977. El mensaje será dirigido a “todos” sin distinción para que “nos amemos” así como Monseñor Romero dio su vida por amor. No van a inquietar a nadie, no van a tocar la conciencia de nadie, no van a provocar crisis en nadie. Y las grandes mayorías presentes en las calles estarán cantando y aplaudiendo. Recuerdo que dijo: “Una iglesia que no provoca crisis, un Evangelio que no inquieta, una palabra de Dios que no levanta roncha como decimos vulgarmente, una palabra de Dios que no toca el pecado concreto de la sociedad en que está anunciándose, ¿qué Evangelio es ése? Consideraciones piadosas muy bonitas que no molestan a nadie, y así quisieran muchos que fuera la predicación. Y aquellos predicadores que por no molestarse, por no tener conflictos y dificultades evitan toda cosa espinosa, no iluminan la realidad en que se vive, no tienen el valor de Pedro de decirle a aquella turba donde están todavía las manos manchadas de sangre que mataron a Cristo. ¡Ustedes lo mataron! Aunque le iba a costar también la vida por esa denuncia, la proclama. Es el evangelio valiente, es la buena nueva que vino a quitar los pecados del mundo.” (16/4/1978) ¿Estará presente ese Monseñor Romero, ese profeta valiente del Evangelio, el próximo 23 de mayo? 

“La Iglesia se predica desde los pobres y no nos avergonzamos nunca de decir: la Iglesia de los pobres, porque entre los pobres quiso poner Cristo su cátedra de redención” (24/12/1978). El espectáculo religioso, el gran culto religioso de la beatificación de Monseñor Romero, costará un dineral. A lo mejor nunca se sabrá cuánto haya costado de verdad. En las iglesias romanas se hace colectas para juntar dinero para ese magno evento. El estado invertirá una enorme cantidad de dólares. Hasta no me extrañaría que algunos empresarios grandes aportan una buena cantidad de dinero por la causa de la beatificación. Las líneas áreas, los buses regionales y nacionales y los hoteles harán un gran negocio con tantos “peregrinos”(¿). Será una ceremonia donde no se ve la vida de los pobres, donde no se oye la voz de los pobres, donde no se visualiza el rostro de los jóvenes asesinados, ni de los migrantes en el desierto, donde no se sentirá las lágrimas de los familiares de los policías y soldados asesinados. No se recogerá el clamor del pueblo y el dolor de tanto crimen. Tampoco se escuchará la voz profética que denuncia la pobreza y la miseria, la exclusión social y económica de las mayorías. Pero él dijo: “Los pobres han marcado el verdadero caminar de la Iglesia. Una Iglesia que no se une a los pobres para denunciar desde los pobres las injusticias que con ellos se cometen, no es verdadera Iglesia de Jesucristo” (17/2/1980). Uno se pregunta: ¿de qué Romero estarán hablando? 

La celebración del 23 de mayo es un acto religioso oficial preparado y organizado en coordinación entre la jerarquía de la Iglesia romana y el estado. Se hablará de la gran alegría, de la fiesta por el salvadoreño más conocido en el mundo entero, por el “primer” salvadoreño declarado beato oficialmente, del “fervor religioso” al estilo de las procesiones de semana santa y la bajada. Será la máxima expresión eucarística presidida con tanta solemnidad religiosa. Centenares de sacerdotes habrán recibidos a los penitentes que desean confesarse y les darán la comunión (también en el estadio!). Pero me pregunto: ¿habrá conversión? ¿Los ricos presentes se convertirán compartiendo su riqueza para que pueda ser distribuida entre todos y todas? ¿Los pobres creerán en los pobres para organizarse solidariamente en la conquista de la justicia? ¿Los políticos y gobernantes presentes empezarán a “servir al pueblo” en vez de servirse del pueblo? ¿Los jueces y fiscales presentes se convertirán en administradores de justicia sin corrupción? ¿Los dueños de los medios de comunicación y sus empleados se convertirán para ser centinelas de la verdad en vez de instrumentos ideológicos del sistema neoliberal? ¿Los pobres se convertirán en micrófonos de Dios? ¿Los sacerdotes y los obispos y cardenales presentes se convertirán para vivir su ministerio como Monseñor Romero lo ha hecho? Sospecho que habrá mucha euforia religiosa, pero poca conversión verdadera, de hechos!!! Sospecho que será como “las luces camperos” en cercanía de navidad: oooh!… qué bonito! un ratito y luego se apagan y todo está oscuro de nuevo. ¿Estará Monseñor Romero presente ahí? 

Ojalá que todo eso pase muy pronto, para que la voz de Monseñor pueda volver a sonar con claridad en las comunidades eclesiales de base, en congregaciones cristianas, en las luchas por la justicia, la verdad, la libertad, la solidaridad, la vida, en las organizaciones populares, en algún periódico que desea “sentir con el pueblo” y tratar de hablar como hablaría Monseñor Romero hoy, en alguna protesta frente a la embajada USA para exigir que dejen de intervenir en nuestro pueblo, en cooperativas que sí creen que es posible cooperar para vivir mejor,… Ahí estará monseñor Romero presente cuando se glorifique a Dios en la defensa de vida digna de las y los pobres. Recordando las palabras del Resucitado para sus hermanos: que vayan a Galilea y que ahí lo encontrarán. Así será con Monseñor Romero, nuestro San Romero de América. No nos quedemos con las tres chozas de la celebración del 23 de mayo, sino “bajemos, hay que trabajar” (19/11/1978). Solamente hablando como él habló, actuando como él actuó, orando como él oró, lo encontraremos!!!
Luis Van de Velde
El Salvador
Iglesia de a pie

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