Friday, April 03, 2015

Miradas a la cruz desde un Chile herido Por Nicolás Viel ss.cc.


"Quizás me ayude saber que estás conmigo..."

Estamos viviendo como país un tiempo de especial densidad. Nuestras precariedades sociales han quedado al descubierto en las devastadas calles del norte, en los incendios del sur, las erupciones volcánicas y la violencia de quienes no entienden que no tiene sentido reivindicar la defensa de los derechos humanos con violencia y muerte.
Dentro de poco comenzaremos una nueva semana santa. Son muchos los puentes que en estos días podemos hacer entre lo que vamos a vivir como creyentes y la realidad de nuestras propias heridas; las de nuestro país, Iglesia, nuestras familias y las que se esconden en lo más hondo de nuestras vidas.
Recordamos una vez más la cena de despedida de Jesús con sus discípulos, cuyo corazón está en desmantelar la verticalidad para dar pie al servicio abajado. Nos adentraremos nuevamente en la agonía de Jesús en el huerto, reflejo de nuestras propias incertidumbres y vacilaciones. Nuestro propio país e Iglesia vive horas de incertidumbre. Veremos el viernes cómo su muerte no cae en el vacío por ser una muerte enamorada de la vida.  
La imágenes que hemos visto de Chile en estos días nos sepultan y nos dejan en silencio. También tendremos el sábado santo, esa pequeña escuela para aprender a vivir en medio del silencio de Dios. El sábado es un día sin Jesús y un día sin respuestas. El Chile herido de estos días nos recuerda que no todo lo que vivimos tiene que significar algo. Hay situaciones que no tienen respuestas (no hay nada más inútil que los discursos en medio del dolor). En el silencio de ese día rememoramos la espera y la nostalgia de lo perdido. Es un día para creer sin saber.
Que mejor semana para reconocer que el sufrimiento es parte de la vida. Nos duelen las ausencias, la soledad y las palabras hirientes. Duele el norte de Chile con sus poblaciones llenas de barro, con sus calles con toque de queda y los niños jugando en los alberges. Duele la Iglesia que no escucha al Pueblo y que coarta la libertad de expresión. Duele la provisionalidad de la vida humana en las poblaciones de Santiago y Buenos Aires. Y duelen las heridas de nuestra propia Congregación y las familias de cada uno. La vida vulnerable nos recuerda que la muerte es parte de la vida. No podemos luchar contra la muerte pero si en favor de la vida plena y digna.
Pero en medio de este horizonte limitado encontraremos una luz resucitada que nos hará comenzar nuevamente e interpelará nuestro estilo de vida, invitándonos a vivir amores vulnerables. Que mejor semana para conectarnos con las diferentes heridas de nuestra vida y sociedad, y que tiempo más propicio para reforzar nuestros deseos de seguir caminando, buscando y comprometiéndonos una vez más. Permanezcamos, porque muchas veces la gracia está en el fondo de la pena.
Nicolás Viel ss.cc.
SS.CC. CHILE

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