Friday, July 18, 2008

JMJ SYDNEY 2008 - Desde el cenáculo de Sídney (13) por Jesús de las Heras Muela


LA NAVE Y EL PESCADOR SOBRE LA BAHÍA

Todos están invitados a subirse a ella, Nadie está obligado a quedarse fuera
Hay imágenes que se queda grabadas para siempre en la retina y en el corazón. Muchos pueden ser los motivos y los elementos mediante los cuales estas imágenes logren este efecto. Algunos de ellos son la belleza, la singularidad, la excepcional, el contenido, la predisposición, la sorpresa…
Todos estos aspectos confluían en la tarde del jueves 17 de julio en la bahía Jackson de Sídney cuando comenzaba el atardecer. Y a buen seguro que para tantos de los cerca de medio millón de personas que estuvieron en ella, la tarde del 17 de julio será una de esas imágenes que se conserven para siempre.

Contó el arzobispo de Sídney, cardenal George Pell, que desde 1884 no se producía un recibimiento de tal magnitud y de tales características en Barangaroo, en el muelle de la bahía, al menos para un católico. Entonces, en 1884, el día 8 de septiembre, a este lugar de ensueño llegaba el primer arzobispo católico. Se trataba de monseñor Francis Patrick Moran, quien tras meses de singladura en la nave “La Liguria”, arribaba, por fin, al puerto. Veinte buques, llevando a miles de católicos, cubiertos de banderas y de flores, zarparon de Circular Quay para acompañar a la embarcación que le traía a su pastor, a su primer obispo católico. Monseñor Moran quedó sobrecogido ante el recibimiento y alabó la hospitalidad y la fe que encontraba en esta remota y desconocida tierra austral del Espíritu Santo.

En la tarde del 17 de julio de 2008 eran muchas más las personas que esperan a su pastor. Si el 8 de septiembre de 1884 Sídney contaba con 270.000 habitantes, ahora esta cifra se duplicaban tan solo en el número de peregrinos venidos hasta la ciudad para la XXIII JMJ, y Sídney hoy cuenta con una población cercana a los cinco millones de habitantes.

En la tarde del 17 de julio de 2008 además había varios miles de sacerdotes y varios cientos de obispos y de cardenales. La embarcación que traía al ilustre visitante no era ya “La Liguria” sino un moderno barco llamado “Sídney 2008”, de la empresa naviera “Thomas Cook”, la misma que cada día y cada noche recorre cientos de veces la bahía. La tarde era de invierno –este invierno suave, templado y hermoso de Sídney-, pero era también, y por ello y por tantas razones, tarde bella y cuajada de primavera como la de aquel 8 de septiembre de 1884.


La nave de la Iglesia

En la nave del pastor –mejor, en la nave del pescador- iban jóvenes, obispos y sacerdotes de los cinco continentes, de todos sus mares y costas, de todas sus montañas y valles. Entre los españoles montados en la embarcación iban los cardenales de Madrid, Toledo y Barcelona, el obispo de Cartagena y sus dos acompañantes, el delegado diocesano de Pastoral Juvenil de Toledo y otros jóvenes. Junto a pescador, junto a Pedro –nuestro querido Pedro actual, BXVI para más señas…- iban jóvenes de distintas nacionalidades y razas, como un joven aborigen, ataviado y pintado al efecto para la ocasión.

La nave tomó tierra y el sol del atardecer austral dibujó sobre el mar y sobre el horizonte sus hermosos tonos cárdeno y oro. La nave es la mejor imagen de la Iglesia. En la nave “Sídney 2008” cabían todos, todos estábamos representados porque a nadie se le obliga a quedar fuera de ella, fuera de la Iglesia. Y menos aún a los jóvenes, centinelas de la mañana, esperanza de una humanidad nueva y mejor.

La tarde austral comenzaba sugerente y lentamente a declinar. La Palabra de Dios era entronizada mediante una hermosísima ceremonia aborigen. Sonaban de nuevo los cuernos que avistan y anuncian la llegada de la nave, la llegada de algo definitivo y excepcional: es el Espíritu Santo que, aleteando y navegando sobre las aguas, los mares y los océanos, quiere hacer del cenáculo de Sídney lo que hizo hace dos mil años del cenáculo de Jerusalén: una explosión de fe, de gozo y de testimonio, un nuevo Pentecostés sobre la Iglesia y el mundo.
Ecclesia Digital

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