Saturday, July 04, 2009

Mirada al Mundo: Un amor que todo lo puede



Por Elena Cifuentes de la Peña


Buen día. Me llamo Irma. Soy una paraguaya de 16 años. Vivo en Katueté, un pueblito de tierras rojas y cultivos de soja y pororó (maíz) cerca de la frontera con Brasil.


Hace un par de años, mis padres y yo vendimos todo lo que teníamos y nos vinimos aquí con lo puesto. Mi madre tiene 34 años y es maestra. Una prima suya le había dicho que había unas religiosas que buscaban docentes para su colegio.


Cuando llegamos, las cosas no fueron tan sencillas. Mi madre empezó a trabajar en el colegio y mi padre cultivaba las tierras de las Hermanas. Alquilamos una chabolita sin agua corriente y cocinábamos con una pequeña bombona de gas.


Poco a poco fuimos ahorrando, pero, a pesar de todo, no teníamos lo suficiente para el día a día. Así que mi madre buscó trabajo para las horas libres. Ahora mismo está en tres escuelas a las que va caminando. Por la noche mi padre la recoge andando con una linterna, pues las calles no están iluminadas y hay mucha delincuencia por acá.


Yo también estoy muy agradecida a las Hermanas. Desde que llegué, me han colmado de regalos: ropa, objetos religiosos para decorar mi habitación, libros y becas de estudios. Gracias a Ellas estoy apadrinada por una familia española anónima a la que siempre escribo dándoles las gracias por permitirme estudiar. Algún día espero convertirme en una gran doctora. Como todos, colaboro en la economía familiar: trabajo por las tardes como secretaria del párroco.


Pero sin duda, el regalo más importante me han podido ofrecer tras mi llegada a esta ciudad es la Fe. Estoy más que convencida de que Dios está con nosotros. También creo firmemente que todas las dificultades que se nos presentan en la vida (el problema de corazón que padece mi padre, la falta de comida en algunas temporadas, la granizada que hace semanas destrozó el tejado de chapa de nuestra casa…) son, simplemente, pequeñas pruebas que nos ayudan a valorar los dones que tenemos. También hacen que nuestro amor hacia los demás crezca y se haga más fuerte. Porque el amor es lo único que nos alimenta de verdad y que todo lo puede.


Termino con un pensamiento que tuve anoche: En los dos últimos años, murieron algunos de mis compañeros de clase que eran muy buenos estudiantes y personas. Esto me hace plantearme que Dios se lleva a los mejores consigo. Mi duda es, si yo soy buena estudiante y persona… ¿me llevará a mí también?



pastoralsj

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