Monday, May 03, 2010

El Papa peregrina a Turín a venerar la Sabana Santa (y 6)


Los 20 pensamientos principales de Benedicto XVI

Sobre la crisis económica que tanto afecta a Turín, sobre las dificultades de la vida, sobre los que es la Sabana Santa, sobre los jóvenes y los enfermos y sobre María la Virgen, Custodia del Rostro de Cristo
Sobre la crisis y las dificultades de la vida

1.- “La vida cristiana, queridos hermanos y hermanas, no es fácil” ha dicho. En Turín no faltan las dificultades, los problemas, las preocupaciones. “Pero es precisamente la certeza que nos viene de la fe -ha explicado el Santo Padre-, la certeza de que no estamos solos, que hace posible afrontar, vivir y superar la fatiga de los problemas diarios”.

2.- “Fue el amor universal de Cristo resucitado el que impulsó a los apóstoles a salir de sí mismos, a difundir la palabra de Dios, a consumirse sin reservas por los otros, con coraje, alegría y serenidad”.

La Sabana Santa

3.- ¿La Sábana Santa no comunica el mismo mensaje? En ella vemos, como reflejados, nuestros padecimientos en los sufrimientos de Cristo: “Passio Christi. Passio hominis”. Precisamente por eso, ella es un signo de esperanza: Cristo ha afrontado la cruz para poner un dique al mal; para hacernos ver, en su Pascua, la anticipación de aquel momento en el que también para nosotros, toda lágrima será enjugada y no habrá más muerte, ni luto, ni lamento, ni afanes.

4.- “Después de dos guerras mundiales, los campos de concentración y los gulags; Hiroshima y Nagasaki, nuestra época se ha convertido cada vez en mayor medida en un Sábado Santo”, en el sentido de que la oscuridad de este día interpela a todos los que se interrogan sobre la vida, y de forma especial a nosotros creyentes. También nosotros tenemos que ver con esta oscuridad”.
5.- “Esconder a Dios forma parte de la espiritualidad del hombre contemporáneo, de forma existencia, casi inconsciente, como un vacío en el corazón que ha ido agrandándose cada vez más”.

6.- A pesar de esta oscuridad y este gran silencio, el Santo Padre ha señalado un aspecto opuesto, totalmente positivo, fuente de consolación y esperanza. De hecho el Papa ha manifestado que la Sabana Santa se comporta como un documento fotográfico, con un positivo y un negativo, que hace “el misterio más oscuro de la fe y al mismo tiempo la señal más luminosa de una esperanza que no tiene límites.

7.- “El Sábado Santo es la tierra de nadie entre la muerte y la resurrección, pero en esta tierra de nadie, ha entrado Uno, el único, que la ha atravesado con las señales de su Pasión por el hombre: Passio Christi. Passio hominis. Y la Sábana Santa nos habla exactamente de aquel momento, testimonia precisamente ese intervalo único e irrepetible de la historia de la humanidad y del universo, en el que Dios ha compartido nuestro morir y nuestra permanencia en la muerte. La solidaridad más radical”.

8.- “Dios, hecho hombre, ha llegado al extremo de entrar en la soledad extrema y absoluta del hombre, donde no alcanza ningún rayo de amor, donde reina el abandono total sin palabra alguna de afecto: el infierno. Todos hemos experimentado alguna vez una sensación espantosa de abandono, y lo que más miedo da de la muerte es precisamente esto. Como los niños tenemos miedo de estar solos y la sola presencia de alguien que nos ame nos conforta. Es esto lo que ocurrió el Sábado Santo: en el reino de la muerte resonó la voz de Dios. Y sucedió lo impensable: el Amor penetró en los infiernos: también en la oscuridad extrema de la soledad humana más absoluta podemos escuchar una voz que nos llama y encontrar una mano que nos conduce fuera”.

A los jóvenes

9.- “A todos, en particular a los jóvenes, quiero decir que no pierdan nunca la esperanza, aquella que viene de Cristo”, ha subrayado el Santo Padre, que ha añadido que “Aquél que estuvo crucificado, que compartió nuestros sufrimientos, como nos recuerda también, de manera elocuente, la Sábana Santa, es aquél que está resucitado y nos quiere reunir a todos en su amor.

10.- El Pontífice ha aprovechado la ocasión para reafirmar que hoy en día no es fácil hablar de vida eterna o realidades eternas, “porque la mentalidad de nuestro tiempo nos dice que no existe nada definitivo: todo cambia rápidamente”. De hecho el cambio se ha convertido en la palabra recurrente, el ejercicio más exaltante de la libertad, y de esta forma los jóvenes a menudo piensan que es imposible llevar a cabo elecciones definitivas comprometedoras para toda la vida.

11.- En este contexto el Papa se ha preguntado si ésta es la forma adecuada de usar la libertad. Porque es cierto que para ser felices debemos contentarnos con pequeñas y fugaces alegrías momentáneas, que una vez terminadas sólo dejan amarguras en el corazón. El Santo Padre ha afirmado que ésta no es la verdadera libertad, ni se alcanza de esta manera. “Cada uno de nosotros no ha sido creado para hacer elecciones provisionales y revocables, sino elecciones definitivas e irrevocables que dan el pleno sentido a la existencia.

12.- El Santo Padre ha pedido a los jóvenes que se sientan parte viva de la Iglesia, parte de la obra de evangelización sin miedos, con espíritu de armonía sincera con los hermanos en la fe y en comunión con los pastores, escapando de la tendencia individualista y para respirar a pleno pulmón la belleza de formar parte del gran mosaico de la Iglesia de Cristo.

13.- En este encuentro de jóvenes, el Papa se ha referido lógicamente a las Jornadas Mundiales de la Juventud, y en especial a la programada en Madrid en agosto de 2001. “Un extraordinario acontecimiento –ha dicho el Papa- a la que espero podáis participar en gran número y contribuya a que crezca el entusiasmo y la fidelidad siguiendo a Cristo y acogiendo con alegría su mensaje, fuente de vida nueva”.

Los enfermos y los pobres y su apóstol San José Benito Cottolengo

14.- “Queridos enfermos vosotros desempeñáis una obra importante: viviendo vuestros sufrimientos en unión con Cristo crucificado y resucitado, participáis en el misterio de su sufrimiento para la salvación del mundo”.

15.- “Esta Casa (el Cottolengo de Turín) es uno de los frutos maduros nacidos de la Cruz y de la Resurrección de Cristo y manifiesta que el sufrimiento, el mal, la muerte no tienen la última palabra. Porque de la muerte y del sufrimiento, la vida puede resurgir”.

16.- “Lo guiaba (a San José Benito Cottolengo) una convicción profunda: los pobres son Jesús -decía. No son una imagen de Él. Son Jesús en persona y como tales es necesario servir. Todos los pobres son nuestros dueños”.

17.- San José Cottolengo sintió que debía comprometerse con Dios y para el hombre, movido en lo profundo de su corazón por las palabras del apóstol Pablo: “la caridad de Cristo no deja escapatoria”. Su obra a favor de los más pequeños y olvidados -ha dicho el Papa- fue desde el inicio un ejercicio de caridad cristiana que le permitió reconocer en cada hombre, aunque estuviera al margen de la sociedad, una gran dignidad. Había comprendido que el que sufre y es rechazado tiende a aislarse y manifiesta desconfianza hacia la vida misma. Por eso hacerse cargo de tantos sufrimiento significaba crear profundas relaciones de cercanía espontánea dando vida a estructuras que parecieran verdaderas familias.

18.- ¡Recuperar la dignidad personal para san José Benito Cottolengo quería decir restablecer y valorizar todo lo humano: de las necesidades fundamentales psicosociales, a las morales y espirituales, de la rehabilitación de las funciones físicas a la búsqueda de un sentido de la vida.

Santa María la Virgen, Custodia del Rostro de Cristo

19.- La Virgen María es aquella que más que cualquiera ha contemplado a Dios en el rostro humano de Jesús. Lo ha visto apenas nacido, mientras, envuelto en pañales, era colocado en un pesebre; lo ha visto apenas muerto, cuando, depuesto de la cruz, lo envolvieron en una sábana y lo llevaron al sepulcro. Dentro de ella se imprimió la imagen de su Hijo martirizado; pero esta imagen ha sido después transfigurada por la luz de la Resurrección.

20- Así, en el corazón de María, está custodiado el misterio del rostro de Cristo, misterio de muerte y de gloria. De ella podemos aprender siempre a mirar a Jesús con mirada de amor y de fe, a reconocer en aquel rostro humano el Rostro de Dios.

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