Thursday, May 06, 2010

Un curioso pleito

Cuenta El Economist que el 19 de abril, el Tribunal Supremo de los EEUU, tuvo que dictar sentencia entre dos grupos que defendían, por un lado el derecho de los homosexuales que defendía la universidad y, por otro, el de unos cristianos conservadores. Creo que la historia merece la pena de ser contada.


En una universidad de California y dentro de la facultad de derecho se formó un grupo CSL o Christian Legal Society cuyos estatutos establecían que sólo la podían presidir aquellos que estuvieran de acuerdo con los principios cristianos. Entre estos principios estaban que el sexo fuera del matrimonio es inmoral algo que también concernía a los homosexuales. Unos y otros podían entrar en la asociación pero no liderarla. La universidad consideró que este reglamento contravenís sus leyes según las cuales, dentro del campus no se podía discriminar a nadie por su orientación sexual y negó la posibilidad de que el grupo siguiera funcionando lo que les cortaba fondos, anuncios y el empleo de las coordenadas de la universidad por internet. El paso siguiente lo dio CSL denunciando ante los tribunales a la universidad por no cumplir sus propias leyes que protegían la libertad de asociación y la no interferencia en temas religiosos.


¿Cómo se defiende el CSL? Sostiene que todo el mundo puede asistir a sus reuniones pero no pueden votar ni presidir ya que si este principio no se defendiera podrían acabar en manos de personas que defienden todo lo contrario. De llevarse a cabo los republicanos deberían de admitir a demócratas, los judíos a neo nazis, los latinos a descendientes de otras razas….


Los jueces de la corte suprema aparecieron divididos (parece que nuestro caso no es el único). El conservador Scalia defendió que sería absurdo que un grupo republicano tuviera que admitir a demócratas en sus filas y al revés, y que los cristianos estuvieran obligados a abrir sus puertas a ateos y además exigirles que dieran clases de Biblia. En el otro lado el liberal Ginsburg consideró que el campus de la universidad estaba funcionando bien con esas reglas y que había que darles el beneficio de la duda. El “por aquí no pasó” vino de la boca de otro juez, Kennedy, al opinar que si el CLS tenía estas ideas ninguna persona que no comulgara con ellas tendría intención de hacerse socio.


El último acto todavía no se ha escrito y quedamos a la espera de la decisión final ¿Quién tiene razón?


Isabel Gómez Acebo
Cajón de ilusiones

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