LECTURAS
Domingo 15 del Tiempo Ordinario
DEUTERONOMIO 30, 10-14
Habló Moisés al pueblo diciendo:
Escucha la voz del Señor tu Dios, guardando sus preceptos y mandatos, lo que está escrito en el código de esta ley; conviértete al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma.
Porque el precepto que yo te mando hoy no es cosa que te exceda ni inalcanzable; no está en el cielo, no vale decir: ¿quién de nosotros subirá al cielo y nos lo traerá y nos lo proclamará para que lo comprendamos? Ni está más allá del mar, no vale decir: ¿quién de nosotros cruzará el mar y nos lo traerá para que lo cumplamos?
El mandamiento está muy cerca de ti: en tu corazón y en tu boca. Cúmplelo.
Es la parte final del Deuteronomio y es probablemente una adición a la redacción primitiva. Está concluyendo el libro y las ideas vienen a ser una recopilación del mensaje.
El primer párrafo presenta la idea fundamental de toda la Ley: vuélvete al Señor y cumple sus preceptos. Suena muy armónico con la formulación del evangelio: "Haz esto y tendrás vida".
El segundo párrafo es más original: la Ley no es algo difícil de entender, accesible sólo a los eruditos. Está en el corazón. No es difícil, no se trata de entender, se trata de cumplir.
Todo el texto encuentra una culminación espléndida en el evangelio de hoy.
COLOSENSES 1, 15-10
Cristo Jesús es imagen de Dios invisible, primogénito de toda criatura; porque por medio de él fueron creadas todas las cosas: celestes y terrestres, visibles e invisibles. Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades... todo fue creado por él y para él. Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él.
Él es también la cabeza del cuerpo: de la Iglesia. Él es el principio, el primogénito de entre los muertos, y así es el primero en todo.
Porque en Él quiso Dios que residiera toda la plenitud. Y por Él quiso reconciliar consigo todos los seres: los del cielo y los de la tierra, haciendo la paz por la sangre de su cruz.
Es muy probable que se trate de un gran himno litúrgico cristológico recogido por el autor. Hay una sección cósmica, haciendo una lectura en clave cristológica de los textos sapienciales dedicados a la Sabiduría.
Sigue una sección eclesiológica, recogiendo el tema de Cristo primogénito y Cristo cabeza de la Iglesia. Termina con la interpretación de Cristo como redención.
En resumen, una síntesis de la cristología paulina, en sus expresiones más sublimes (y más lejanas quizá a nuestras preferencias).
José Enrique Galarreta, S.J.
Fe Adulta
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