- El Papa inicia mañana su primer viaje internacional en Brasil, en la primera JMJ de América Latina en tres décadas
- El Santo Padre confiesa a un sacerdote argentino por teléfono su entusiasmo por el encuentro con los jóvenes
BUENOS AIRES - La cuenta atrás hacia la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) despierta un nivel inédito de expectativa en esta orilla del Atlántico. Y esto se explica, en buena parte, por un cúmulo de «primeras veces»: será el primer viaje internacional del primer Papa de origen americano a la primera JMJ celebrada en América Latina en las últimas tres décadas.
Es un triple debut que también mantiene en vilo al propio pontífice: Francisco, por ejemplo, ya le pidió a un sacerdote amigo de Argentina, con gran conocimiento de las costumbres brasileñas, que le ayudara de un modo muy particular en su preparación de cara al encuentro que se celebrará en Río de Janeiro. «Me vas a tener que enseñar a practicar la capoeira», le dijo el Papa recientemente, en tono de broma, al padre Alejandro Prezet, en una llamada telefónica sorpresiva que le hizo a la norteña provincia argentina de Salta. La capoeira es una expresión artística típica de Brasil que combina danza, música, deporte y artes marciales, y que Pezet había practicado, especialmente, en su juventud.
Aquella divertida comunicación telefónica, realizada desde el Vaticano, engrosa la lista de los incontables gestos privados y públicos que el Papa practicó desde que alcanzó el ministerio petrino. El saludo telefónico alegró profundamente al cura, aunque, según reconoce, «en el fondo» no le terminó de asombrar. «Él siempre ha sido así. Yo lo conozco a Jorge Bergoglio desde hace más de 20 años, y debo decir que me ayudó mucho con mi decisión de radicarme en Salta. Por eso, cuando yo atendí el teléfono y Francisco se identificó con un ''hola, habla Jorge'', yo me emocioné al reconocer su voz y lo traté de "Su Santidad". Pero el Papa, siempre entre risas, buscó que me dirigiera a él nuevamente por su nombre», dice Pezet en diálogo con LA RAZÓN.
El sacerdote de origen porteño, de 53 años, cuenta que el pontífice mantuvo el buen humor durante toda su llamada, que hizo en respuesta a un e-mail que el cura le había enviado el Domingo de Ramos para felicitarlo por su designación como Jefe de la Iglesia Católica. «Él tuvo una respuesta muy cálida e íntima. Me dijo ''yo no estoy haciendo nada, a mí me pusieron en este lugar y estoy haciendo lo que me dicen''. Luego, envió saludos a toda la gente que conocíamos ambos. Y, por supuesto, me pidió que rezara por él. Esa petición ha sido constante en Francisco desde que era obispo, nunca dejó de hacerla», destaca.
Pezet también remarca que el actual Papa siempre mantuvo una actitud de interés, respeto y acompañamiento hacia los sentimientos y pesares de toda la gente con la que le tocó tratar. En su caso en particular, le tocó descubrir esta faceta del pontífice en 1994, cuando el sacerdote perdió a su madre. «Desde ese momento tan duro estuvo siempre cerca de mí y de mi familia, y se transformó en mi guía espiritual. Él luego fue el que, de hecho, me autorizó a radicarme en el pueblo de Rosario de Lerma, en Salta (a 1600 kilómetros al norte de Buenos Aires). Allí estoy hoy estoy 'a préstamo' y llevo adelante, con mucha fe y alegría, mi misión pastoral», señala.
El entusiasmo generado por el llamado del Papa, que impulsó al sacerdote a viajar a Roma para obsequiarle a Francisco un poncho salteño y un libro lleno de mensajes de los fieles de su provincia, tuvo abundantes réplicas en la tierra de origen de Su Santidad. A lo largo y a lo ancho de la Argentina, muchas de las personas que más conocieron a Bergoglio antes de su consagración recibieron llamadas o cartas del «Papa de los gestos». Esos verdaderos «abrazos a la distancia» fueron enviados especialmente a gente que perteneció al entorno cotidiano de su ciudad natal, donde, hasta principios de marzo de este año, circulaba por las calles en forma prácticamente inadvertida. Así, desde el Vaticano, llamó y escribió al vendedor de periódicos que reside a metros de la Catedral porteña, o al agente de viajes al que le compraba los billetes aéreos. En ambos casos, casi se disculpó por no poder «renovar la suscripción» al periódico argentino LA NACIÓN, o por tener que cancelar el pasaje de regreso desde Roma a Buenos Aires tras haber sido elegido Papa.
Entre las diversas misivas enviadas a sus colaboradores y conocidos que tomaron estado público, se destaca la recibida por el padre Enrique Martínez, párroco de la Anunciación del Señor, en La Rioja. En esa provincia del noroeste argentino, el cura del barrio de Cochangasta no pudo ocultar ni su satisfacción ni el papel en el que, de puño y letra, Francisco le reveló sus sensaciones tras haber sido consagrado Papa. «Yo estoy bien, y no he perdido la paz frente a un hecho totalmente sorpresivo, y esto lo considero un don de Dios. Procuro tener el mismo modo de ser y de actuar que tenía en Buenos Aires, porque, si a mi edad cambio, seguro que hago el ridículo», le contó el heredero de San Pedro al religioso de una pequeña localidad que, seguramente, guardará ese pedazo de vida del Papa como uno de los más preciados tesoros del acervo regional.
Twitter, el altavoz del papa a los peregrinos
Será la primera vez en la historia de las JMJ en la que el Papa se dirija a los fieles a través de Twitter. Francisco no ha pasado por alto el auge de las redes sociales, tal es así que ya se ha dirigido en dos ocasiones a los peregrinos que le esperarán en Río de Janeiro.
La razón
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