Friday, July 19, 2013

MAGIS en Brasil: NO ES INDESTRUCTIBLE, PERO ES VALIOSO: LECCIONES DEL INTERIOR DE CASCAVEL

José and Gesmari Broca

En las regiones rurales del sur del Brasil, a no más de 10 kilómetros de la ciudad de Cascavel, me encontré con una historia cotidiana más que extraordinaria. José y Gesmari Broca, con 36 años de casados, construyeron una vida juntos que nunca habrían llegado a tener solos. ¿Puede ser que la peregrinación nos lleve a personas además de lugares? Así parece.


El programa Magis envía peregrinos a distintas regiones del Brasil para que puedan conocer, por experiencia propia, como es la vida en este diverso y enorme país. Me dijeron que conocería la región más rural del sur del país (y, como ya era de esperarse según mis experiencias con Magis Brasil ¡no me dijeron más nada!). Así que no sabía muy bien qué esperar cuando nos recogieron, a mi compañero brasileño Denis y a mí, aquella primera noche en Cascavel, para ir a pasar dos días en la pequeña granja de la familia Broca.
Además, una cosa que me fue quedando cada vez más clara a medida que nos alejábamos de la ciudad, es que el español y el portugués son realmente dos idiomas distintos. Tenía algunas esperanzas de que mis habilidades con el español me ayudarían a comunicarme siempre que estuviera lejos de mi grupo de mexicanos, franceses y americanos, con quienes siempre tengo al menos un idioma en común (a veces más). Pero, camino a la granja, el impasible y desconcertado rostro de Rudinei, hijo mayor de los Broca, me fue quitando la ilusión de poder ser el alma de la fiesta en cualquier lugar donde se hablara portugués.
Y aún, cuando al fin nos vimos sentados a la mesa de los Broca, a las diez de la noche, descubrí que era capaz de sorprenderme. José es exactamente lo que uno se imagina cuando oye la frase “parece una montaña”. A sus 73 años de edad, es claramente capaz de levantarme del suelo y arrojarme a una buena distancia (como los lanzadores de troncos de Escocia). Ni él ni Rudinei tienen los músculos ostentosos e inútiles de los fisicoculturistas o “hombres fuertes” de los circos. Lo que sí tienen, es la constitución enjuta de quienes, sin duda, han construido, cultivado y criado absolutamente todo lo que les pertenece.
Y, a medida que conversamos, me doy cuenta de algo. Y es que no han sido dueños de mucho. José habla con generosa alegría de todos los aspectos de su vida pero, es cuando nos cuenta la historia de su llegada a la región, cuando reunieron los fondos para comprar el pequeño terreno en el que viven y trabajan, que se le nota un especial orgullo[1]. Muchas veces usa la palabra “sobrevivir” cuando describe la vida que lleva con su familia. Pero la limpieza y confort de su hogar nos dan a entender que lo que viven no es una vida de escases sino una vida de necesaria pero digna sencillez.
A esa altura, Gesmari hace su aporte y nos deja claro lo profundo que es su  compromiso con este emprendimiento compartido. Me doy cuenta de que habla sobre todos los que ya han vendido sus tierras y se han ido a las ciudades para tratar de ganarse la vida. “Ahora no tienen nada”, dice. Y su rostro no es el de quien juzga, sino el de quien siente resignada compasión. Ella no puede imaginarse escogiendo otra vida que no sea la que lleva.
Leticia y su cabra mascota (por ahora)
Claramente, la casa es su territorio. Siente una cándida satisfacción cuando dedica sus fuerzas a darnos otra abrumadoramente deliciosa comida. O cuando mima a su preciosa nieta Leticia. En la cocina, José se pone a sus órdenes como si sólo fuera un cordial invitado. Cuando le pregunto si siente que ha hecho bien en casarse con José 36 años atrás, una mirada traviesa se le enciende en el rostro. Sonriente, deja un momento la pregunta en el aire y le da a José su sello de aprobación con una cariñosa palmada en el hombro.
Irónicamente, cuando Denis le dice a José que su vida parece ser una vida feliz, José parece ponerse a reflexionar sobre las partes más duras. Bueno, dice. Los familiares se van muriendo, la granja es muy pequeña y hay una cantidad de cosas que pueden amenazar su viabilidad y el sustento de la familia, en alguna temporada en particular. Pero incluso esto es algo que comenta con un una sonrisa en el rostro y evidente despreocupación. Lo que él y Gésmari han construido no es indestructible, lo saben, pero es tremendamente valioso.
Por Cris Schroeder, SJ
[1] Tienen varias hectáreas de cultivo de trigo (no muchas) y varios corrales con distintos tipos de animales. José comenta que no tienen un tipo particular de cosecha o animal para comercialización, se destinan a la propia granja. Prácticamente, lo único que venden son pollos. Tienen un gallinero lo suficientemente grande para criar unas 1.500 aves.
Nota del Editor: Chris viaja junto con otros universitarios Jesuitas a través de Brasil como parte de la Jornada Mundial de la Juventud 

No comments: