Cerca y difícil de asir está el dios" (F. Hölderlin, Patmos)
2 de febrero, IV domingo del TO: La Presentación.
Lc 2, 22-40
"Simeón lo tomó en sus brazos y bendijo a Dios diciendo: Ahora, Señor, según tu palabra, dejas libre y en paz a tu siervo, porque mis ojos han visto a tu salvador"
La escena de la Presentación, en la que el anciano Simeón se siente libre y en paz "porque sus ojos han visto a Jesús", me invita a reflexionar sobre el significado y trascendencia de la celebración litúrgica dominical.
Todo suele estar dispuesto en el templo para que la feligresíaasista a la celebración. En el presbítero y el presbiterio –una copia del Concilio de Trento del Tiziano- tonos dominantes deensimismidad y exceso autorreferencial. Una provocación a la permanencia del si mismo por el ejecutante de turno, y oídos sordos a la necesidad de "testigos de la resurrección de Jesús". El Papa lo concibe de bien distinta manera: "no 'administradores', pues 'es necesario siempre pensar en los fieles".
El ceremonial, trazado con tiralíneas de bodegón –naturaleza muerta- ahoga cualquier intento de originalidad en el pensar de otro modo. Y así, resulta embarazoso experimentar la verdad sugerida por Mahler en esta sentencia: "Lo mejor de la música es lo que se encuentra detrás de las notas". ¿Será porque detrás de ellas no hay sino celestial vacío?
Tampoco resulta fácil encontrar satisfactoria respuesta a lo que Victor Frankl consideraba acuciante necesidad de las modernas sociedades de consumo y bienestar: la necesidad del sentido. Seguramente dicho ceremonial ignoraba las palabras del ilustre psiquiatra de Auschwitz, que bien podrían aplicarse a aquella notable asamblea de misa asistida: "las personas tienen medios para vivir, pero carecen de un sentido por el que vivir". Laotsé lo había interiorizado anteriormente con un proverbio clásico: ¿Me preguntas por qué compro arroz y flores? Compro arroz para vivir y flores para tener algo por lo que vivir.
El libreto de la celebración podría ser el mismo en otro templo –y los hay- pero el sonar de la música, es de muy diferente tesitura. Hay música detrás de las notas y se alienta a que cada uno la traduzca a su manera, que haya ensoñación y originalidad en su eco interior. Todos viven lo mismo, pero en distinta clave. Aunque en unión –en comunión- porque sus ojos, como los de Simeón, están viendo a Jesús presente en y entre ellos.
En este caso, todo en el templo en una invitación a con-celebrar y compartir. "La paz está con vosotros", dejada caer en un amplio gesto sobre la asamblea, abre paso a toda una comitiva de sugerencias para pensar, sentir y actuar. Ausencia de formulismos previamente cocinados, y presencia de ritos encarnados en hombres y mujeres "en todo semejante a sus hermanos" (Heb 2,17).
La Consagración solo es Memoria. 'Jesús Presentado en el Templo' no está vivo en las especies del pan y del vino sino en el cuerpo y sangre de cada uno de los que le rememoran en ella. Y con tal fuerza que podría llevarles a exclamar con Pablo en Gal 2, 20, "y ya no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí". Lo importante no es la fórmula consagratoria, lo es el gesto generoso del Partir y Repartir" y sus consecuencias.
Los sobrios indumentos litúrgicos del celebrante –la habitual vestimenta, lejana de los clásicos atuendos- me revelan que quien oficia es uno más en el aforo. Similitud que, derribando doctrinales cortafuegos, hace marea más allá de los muros de cada persona y de la iglesia, "semper gaudentes", siempre alegres, como aconseja Pablo a los corintios (2Cor 6,10) y Francisco en la Evagelii Gaudium.
"Cerca y difícil de asir está el dios" como cantó Hölderlin. Cerca y fácil sobre todo para quienes, liberados de toda incontinencia dogmática de verdades, normas y ritos, le buscan y encuentran en sí mismos. En el propio corazón y en el corazón de todos los seres.
SI DIOS ESTÁ EN LA MEZQUITA
Si Dios está en la mezquita,
¿a quién pertenece el mundo?
Si Rama, ¡oh peregrino!, está en la imagen que tú adoras, ¿qué ocurre allí donde no hay imágenes?
Hari está en Oriente, Alá en Occidente.
Mírate el corazón,
y allí encontrarás a la vez a Karim y a Rama.
Todos los hombres y todas las mujeres del mundo
son sus formas vivientes.
Kabir es el hijo de Alá y de Rama.
Él es mi Maestro; Él es mi mentor espiritual.
Kabir
Vicente Martínez
Fe Adulta
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