El veto más severo es el anunciado por Emiratos Árabes Unidos, Catar, Bahréin y Kuwait, que han decidido prohibir proyectar la película
14 DE MARZO DE 2014, MADRID
La película Noé de Crowe ha enfurecido al mundo árabe más conservador. Y en menor medida a sectores cristianos y judíos. Su interpretación de Noé — el “único justo” en quien Dios pudo confiar para rescatar en su arca una muestra de cada pareja de seres vivos del planeta antes de arrasarlo con el diluvio universal— le está granjeando críticas y censuras tanto de estados como de comunidades concretas que consideran que la cinta ofende de una u otra forma a sus creencias o al texto de Génesis.
El veto más severo es el anunciado por Emiratos Árabes Unidos, Catar, Bahréin y Kuwait, que han decidido no proyectar la cinta, coprotagonizada por Jennifer Connelly y Anthony Hopkins, porque “entra en conflicto” con el islam. Egipto y Jordania están decidiendo qué hacer pero, según indican en el departamento de relaciones públicas de Paramount Pictures, se espera que también anulen el estreno, previsto para el 28 de marzo (4 de abril en España).
Lo que más molesta en estos países árabes es la aparición física en la pantalla de Noé, cuando “cualquier representación de un profeta o de sus compañeros” se considera haram, es decir, pecaminosa, como ha recordado la Universidad Al Azhar de El Cairo, una de las escuelas teológicas suníes más importantes del mundo, que ha recomendado que se prohíba el filme. “Lo hacemos por respeto a los sentimientos religiosos no solo del islam, entra en conflicto con muchas religiones”, ha explicado, por su parte, el Consejo Nacional de Medios de Emiratos.
El veto más severo es el anunciado por Emiratos Árabes Unidos, Catar, Bahréin y Kuwait, que han decidido no proyectar la cinta, coprotagonizada por Jennifer Connelly y Anthony Hopkins, porque “entra en conflicto” con el islam. Egipto y Jordania están decidiendo qué hacer pero, según indican en el departamento de relaciones públicas de Paramount Pictures, se espera que también anulen el estreno, previsto para el 28 de marzo (4 de abril en España).
Lo que más molesta en estos países árabes es la aparición física en la pantalla de Noé, cuando “cualquier representación de un profeta o de sus compañeros” se considera haram, es decir, pecaminosa, como ha recordado la Universidad Al Azhar de El Cairo, una de las escuelas teológicas suníes más importantes del mundo, que ha recomendado que se prohíba el filme. “Lo hacemos por respeto a los sentimientos religiosos no solo del islam, entra en conflicto con muchas religiones”, ha explicado, por su parte, el Consejo Nacional de Medios de Emiratos.
En Estados Unidos, grupos cristianos de Nueva York, Washington y Nueva Inglaterra se han manifestado ante los cines que ya lucen su cartel porque entienden que desvirtúa una de las historias más conocidas de la Biblia.
Algunos judíos, para quienes Noah-Noé es igualmente un referente esencial, estiman que se “frivoliza” con su figura y su relación con Dios, como señala el rabinato hasídico de Jerusalén.
El director, el judío Darren Aronofsky (Cisne negro, La fuente de la vida), defiende que ha sido “muy respetuoso” con la historia original, que los creyentes hallarán en ella “valores” y los ateos, “emoción”.
Paramount ha incluido una nota al inicio de la película que explica que se han tomado “licencias artísticas” en el relato, pero el matiz no calma a sus críticos.
Noé está siendo noticia estos días porque, a la polémica religiosa, se ha sumado la denuncia de Emma Watson sobre la dureza del rodaje con Aronofsky.
Convencido de que la cinta debe enviar un mensaje respetuoso con el medioambiente, impidió que los actores dispusieran de botellas de plástico para no contaminar. Watson bebió de un contenedor con agua, estancada de tres semanas, y se intoxicó. El director, entonces, la hizo actuar enferma para tener “más realismo”, según ha confesado la Hermione de Harry Potter.
Algunos judíos, para quienes Noah-Noé es igualmente un referente esencial, estiman que se “frivoliza” con su figura y su relación con Dios, como señala el rabinato hasídico de Jerusalén.
El director, el judío Darren Aronofsky (Cisne negro, La fuente de la vida), defiende que ha sido “muy respetuoso” con la historia original, que los creyentes hallarán en ella “valores” y los ateos, “emoción”.
Paramount ha incluido una nota al inicio de la película que explica que se han tomado “licencias artísticas” en el relato, pero el matiz no calma a sus críticos.
Noé está siendo noticia estos días porque, a la polémica religiosa, se ha sumado la denuncia de Emma Watson sobre la dureza del rodaje con Aronofsky.
Convencido de que la cinta debe enviar un mensaje respetuoso con el medioambiente, impidió que los actores dispusieran de botellas de plástico para no contaminar. Watson bebió de un contenedor con agua, estancada de tres semanas, y se intoxicó. El director, entonces, la hizo actuar enferma para tener “más realismo”, según ha confesado la Hermione de Harry Potter.
Protestante Digital
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