MIRANDO AL CIELO... PERO SIN PASARSE
Por Javier Leoz
Con este octavo domingo, del tiempo ordinario, daremos paso
–el próximo miércoles de ceniza- a unas semanas que nos prepararán a la Santa
Pascua. Un periodo, la cuaresma, que nos vendrá bien –siempre viene bien- para
alejarnos de los agobios, para hacernos fuertes ante los problemas y sobre todo
para ir con Jesús hacia esos días en los que celebraremos los Misterios más
grandes de nuestra fe. ¿Estamos dispuestos?
1. Nos encontramos en un momento histórico traspasado por
muchos y variados contrastes. Y, además, con contrastes en todos los sentidos:
vida y muerte, pobreza y riqueza, alegría y tristeza, salud y enfermedad,
bienestar y precariedad. Y por qué no decirlo: mientras que en algunas personas
se ha cebado la crisis espiritual (tal vez por una fe poco cimentada o formada)
asistimos a un fenómeno nuevo: el interés por lo religioso. Aunque sea
leve…pero la fe, y hasta la misma Iglesia, no deja indiferentes a muchas
personas. La coyuntura de la crisis económica ha incentivado las entrañas de
muchas personas a una apertura o preguntas por lo divino. La sociedad, que nos
ha empujado a vivir por encima de nuestras posibilidades, ha dado mil razones a
otras personas a mostrarse reticente, y hasta pesimista, sobre el futuro que
nos aguarda.
¿Un mundo sin Dios?
¿Una sociedad sin valores eternos? Un mundo sin Dios no será un mundo de
recorrido corto.
2. Ser cristianos no es vivir con caras tristes y menos, recuperando la lectura evangélica de este día, agobiados por lo que nos atenaza. Tampoco, por supuesto, asentarnos en un necio optimismo sino en un sensato realismo: sabemos cómo estamos y sabemos hacia dónde no queremos ir. Por ello mismo ante un pensamiento único, ante los dictados que nos impone un mundo que presume de tolerancia pero que margina al que no dice lo que él dice o lo que él piensa, los cristianos, tendremos que recuperar esa faceta de ser diferentes, de nadar contracorriente e incluso, por qué no, de resultar incómodos en aquellas situaciones donde se vende gato por liebre.
El hecho de que creamos
firmemente de que Dios dirige todos los hilos de nuestra existencia no nos
exime de denunciar e incomodarnos cuando, el diosecillo de turno, quiere
quedarse con toda madeja para manejar a su antojo el presente y el futuro de
nuestra vida social, económica, cultural o religiosa. Que somos importantes,
mucho más, que las flores y los pájaros, es cierto. Pero también es cierto que,
las aves, ante el peligro saben lanzarse al alto universo y las flores no dejan
de desplegar su aroma característico. Siente bien o siente mal.
--Error, de órdago a lo grande, sería leer el evangelio de
este día y dejar que sea Dios quien siembre, riegue y coseche.
--Peligroso para el futuro de nuestra fe sería igualmente
confiar tanto en la fuerza de lo alto que, ello, nos llevase a plegarnos de
brazos.
--¿Confianza en Dios? ¡A ciegas! ¿Absentismo apostólico? ¡Ni
por asomo! En el camino intermedio está la solución: confiar en Dios significa
colocar en sus manos nuestros afanes, nuestras vidas, ideas, proyectos e
ilusiones. Eso sí….no como espectadores y sí como asalariados de algo que
merece la pena: el Reino de Dios.
3.- AYÚDAME, SEÑOR
A ocuparme, razonablemente
AYÚDAME, SEÑOR
AYÚDAME, SEÑOR
AYÚDAME, SEÑOR
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