Vida Nueva) El informe sobre la pederastia en el clero irlandés ha reabierto una herida que urge atajar. ¿Cómo? José Ramón Romo, sacerdote operario diocesano, habla de cuatro palabras fundamentales en esta tarea: transparencia, formación, aprender a cuidarse y acompañamiento.
Por su parte, para prevenir casos como los de Irlanda, el jesuita José María Fernández-Martos, rector del Colegio Mayor Comillas, realiza una serie de sugerencias que considera que hay que tener en cuenta en la selección y admisión de candidatos y en su formación. Asimismo, apunta cuál debe ser la actuación de la Iglesia ante esas situaciones y cómo deben afrontarla los cristianos.
Para Romo, “transparencia” significa acabar con el “silencio culpable”: “La tentación infantil de cerrar los ojos para no ver y, por tanto, para borrar la realidad ha desembocado en fúnebre connivencia y más graves daños“. En cuanto a la “formación”, señala que “el sacerdote tiene que recibir una conformación de la propia afectividad a semejanza de Cristo Pastor, que le ponga en relación abierta y a la vez protegida con el mundo”. Por otra parte, el “autocuidado” es, según José Ramón Romo, lo que da “fidelidad, disfrute y ánimo al ministerio” y pasa por “lo espiritual e intelectual, siguiendo por la salud física y psíquica, y terminando por el cultivo y gozo de la amistad y las propias aficiones“. Cuando se refiere al “acompañamiento”, indica que es necesario no sólo el espiritual, sino también el de los propios compañeros y el de obispos y superiores.
Las propuestas de José María Fernández-Martos a tener en cuenta en la selección y admisión de candidatos al sacerdocio pasan por asuntos como “no aceptar a quien no encaja con holgura en el mundo civil (raros, de escasos amigos, repetidores impenitentes, metidos en lo suyo, huidores del mundo)” o “no aceptar a nadie con experiencias traumáticas de abusos sexuales y afectivos familiares o similares”, entre otras cuestiones. En la formación, en opinión de Fernández-Martos, es muy importante “desentrañar a muerte el ‘Veníos conmigo y así os haré pescadores de hombres’ (Mc 1, 17)”, pues “se requiere gente capaz del don total de su vida“. Pero también es importante, entre otras cosas, “formar y sondear las capacidades de comunicación” y “formar en la libertad” en lo que al celibato se refiere. En cuanto a la actitud que debe mostrar la Iglesia ante estos abusos, el jesuita es claro: “Establecer lo ocurrido, tomar medidas para que no se repita y asegurar la justicia y la reparación de las heridas“.
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