Saturday, June 06, 2009

Mirada al Mundo: Bajo un mismo techo



Por Andrea Soto
Soy parte del mundo natural, pero también soy parte de las ciudades y del mundo urbano, víctima y cómplice de la contaminación, partícipe de la ciudadanía, una persona llena de sueños y pesadillas … soy una gama de colores y contrastes.

El verano pasado tomé mis maletas y aún con cadenas en los pies me dirigí rumbo a este nuevo lugar, Chiapas, aquí en mi país natal, México. “¿Qué es lo que quieres Andrea?” -me preguntó mi mamá antes de partir a Chiapas-. “Quiero alejarme de lo que me ata aquí, lo material, la ciudad, la contaminación, el dinero…”
Llegué en silencio a casa de Pedro Arriaga, jesuita y gran amigo de la familia que lleva 10 años viviendo en San Cristóbal de las Casas. Pedro me presentó con Xavier Ruiz, indígena excepcional de Chenalhó (cueva donde brota el agua), quien me invitó a quedarme alrededor de un mes con su familia, en Quexalhuk’um (lugar de piedras lisas).
Al llegar a la comunidad me sentí desanclada, fuera de mi centro, incluso yo misma me desconocía. Me di cuenta que no sólo el hecho de no ser indígena maya marcaba una diferencia, sino que existían miles de características que me alejaban de la comunidad, sobre todo en lo cotidiano.
Cuando dije que quería buscar libertad, me imaginé que tan sólo se trataba de dejar mis posesiones (de todo tipo) en casa, y dejarme llevar por la vida en el nuevo lugar. Conforme pasaron los días, mis hábitos citadinos se fueron desvaneciendo. Poco a poco conseguía articular frases y palabras en tzotzil, reconocía aquellas voces agudas como señal de respeto. Aprendí la forma de saludar correctamente al mayor, y fui reconocida como t’sem (niña) por las personas en la comunidad. En pocas palabras, conseguí sumergirme en una nueva superficie; bajo nuevas tierras que me invitaban a explorarla, bajo la mirada indígena que no necesita de palabras y bajo el silencio de la montaña, donde la tierra habla por sí sola.
No logro entender cómo se vive bajo un mismo techo llamado “mundo”, y estar tan lejos unos de otros. Ni cómo puedo volver a tener los días eternos en la montaña, bajo un sistema que me exige y me demanda cada fracción de segundo, dentro de un ritmo irreversible.
¿Hasta cuándo entenderemos que ésta no es la única forma de vida? Existen otras maneras, bajo otras condiciones, donde sí hay espacio para nuevos mundos, para nosotros mismos y para la vida misma.
¿Me equivoco al pensar que ahora los seres en las ciudades viven para el trabajo? ¿En qué momento hemos dejado de trabajar para vivir? ¿Y de vivir para gozar? ¿O es que todo esto no se entiende, sino que se vive cuando uno admite no poder vivir más así y se con-mueve su ser?
pastoralsj

No comments: