Es una tarde de tormenta en un cafetín de la Mouraría.
Estamos el Profeta, el padre Brito, algunos parroquianos habituales y nosotros dos, mientras en la televisión se habla del fichaje más caro de la historia.
Con la décima parte de ese dinero, aquí el padre Brito ponía patas arriba la Mouraría entera.
El mundo está muy desordenado, sentencia el Profeta. Hace falta otro diluvio universal, y empezar desde cero otra vez.
Está escrito que eso no va a ocurrir, dice el padre Brito, sonriendo.
Bueno, ¿y qué? ¿No decís los creyentes que si se reza con la suficiente fe Dios cambia de opinión a vuestro favor? A lo mejor está tan harto que decide cambiar de opinión también en esto.
En cuanto el Profeta termina la frase, el cielo se abre sobre Lisboa y se derrama un océano entero sobre nosotros.
Nos volvemos hacia él. Está cuchareando tranquilamente el café, esperando a que se disuelva el azúcar.
Ricardo Reis
pastoralsj
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