Thursday, July 08, 2010

Un párroco estadounidense con vicios caros a costa de su iglesia



Gastó en prostitutos masculinos, ropa y hoteles de lujo un millón de euros

Kevin Gray, de 64 años, se apropió de importantes sumas de dinero durante 7 años


En un año donde los escándalos sexuales protagonizados por curas católicos se han sucedido con una frecuencia inusual, el pequeño estado de Connecticut, al noreste de Estados Unidos, volvió a ser ayer escenario de un caso que sacudió los cimientos de la Iglesia del país. Lo cuenta Juan Pablo Nóbrega en El Diario Montañés.


Si hace apenas dos semanas era denunciado Marcial Maciel, fundador de la influyente orden de los Legionarios de Cristo, por abusar sexualmente de niños seminaristas durante años, los fieles del muy católico condado de Waterbury no daban crédito ayer al descubrir que su párroco había sido detenido por robar 1,3 millones de dólares (más de un millón de euros) de fondos de la parroquia local.


Y la sorpresa ya fue mayúscula cuando se desveló el destino del dinero. La mayor parte de semejante capital la utilizó, según sus propias declaraciones antes la Policía, para pagarse prostitutos masculinos a los que compraba ropa cara y con quienes se hospedaba en los mejores hoteles de lujo de Boston y Nueva York.


Según se desprende de una auditoría rutinaria de las finanzas de la parroquia, Kevin Gray, de 64 años, se apropió de importantes sumas de dinero durante cada uno de los siete años que ejerció de cura en la parroquia del Sagrado Corazón en la ciudad de Waterbury.


En los últimos meses, cuando sus viajes a la ciudad de los rascacielos se habían convertido en más frecuentes, había transmitido a sus allegados que padecía un cáncer de colon por lo que se veía obligado a acudir a un centro hospitalario a recibir «tratamiento».


Juan Marrero, un residente que siempre acudía puntual a la celebración religiosa de los domingos, no daba crédito a lo sucedió. «Este buen amigo mío no tenía coche ni vestía de manera lujosa. Para mí era una persona de lo más humilde».Puede que él no hiciera ninguna ostentación de riqueza en el pueblo pero cuando se trasladaba a Manhattan el guión cambiaba por completo.


Allí adoptaba gustos de ejecutivo y llegaba a exhibir una generosidad sin límites con sus amantes. Un hombre al que Gray encontró hace unos años en un rincón de Central Park famoso por su ambiente homosexual, relató a la Policía que el sacerdote le pagó los estudios en la Universidad de Harvard, le compró un piano y hasta una pareja de perros. Cuando el joven se quejó de que sus conocimientos musicales eran los de un principiante, le dio más dinero para que tomara lecciones de piano.


Lo que nadie discute es que la vida que llevaba en la gran ciudad era muy diferente de su impecable comportamiento entre sus feligreses. Todos los testimonios, desde los policiales hasta el de sus superiores, así lo corroboran. «La gente lo adoraba porque ha hecho un montón de buenas cosas por la comunidad; esa es la verdad. Lo que acaba de descubrir la policía supone un auténtico 'shock' para todos nosotros», declaró un portavoz de la Archidiócesis de Hartford.

RD

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