La cuaresma es tiempo de reflexión, es momento para preguntarnos cómo es posible que en
un mundo con una riqueza sin igual mueran tantas personas de enfermedades cuya raíz se encuentra en una pobreza extenuante, degradante y deshumanizadora. Vivimos una época
de avances médicos sin precedentes, en la que es posible fabricar tejidos humanos a partir de células madre, sustituir el corazón humano por otro artificial, o realizar complicadas operaciones
quirúrgicas a través de ordenador, pero todavía millones de personas siguen muriendo todos los
días de enfermedades prevenibles como el sida, tuberculosis, diarrea, malaria o sarampión. En
palabras de Benedicto XVI: "Mientras en algunos lugares hay una atención a la salud que corre el riesgo de transformarse en consumismo farmacológico, médico y quirúrgico, en otros sin embargo se asiste a la dificultad de millones de personas de acceder a condiciones de subsistencia mínimas, a recursos fundamentales de salud y a fármacos indispensables para curarse".
Pues bien, tres de los ocho ODM hacen referencia directa a la salud. Desarrollo y salud van inseparablemente unidos. La falta de salud merma la capacidad para trabajar y percibir ingresos, pero además la pobreza ligada al bajo desarrollo crea un terreno abonado para las infecciones que pueden determinar el resultado de la enfermedad. La malnutrición, por ejemplo, pone en peligro el sistema inmunológico; las condiciones de hacinamiento facilitan la transmisión; el acceso escaso a la información y a los servicios sanitarios, o un mal suministro de estos servicios, provoca la interrupción de un tratamiento, lo que aumenta la resistencia a los fármacos y agrava la situación.
Proponemos vivir estos cuarenta días conociendo el estado de salud de los más desfavorecidos, sus dificultades y barreras, sus pequeños o grandes logros, la actuación de los países por mejorar la salud de sus ciudadanos… abordando distintos aspectos del derecho a la salud. He aquí el
itinerario:
1. Salud y pobreza.
2. Enfermedades.
3. Grupos vulnerables: mujeres; niños; discapacitados.
4. Condiciones de vida favorecedoras de salud.
5. Acceso a sistemas de salud y cobertura sanitaria.
6. Políticas nacionales de salud.
7. Industria farmacéutica.
8. Retos del milenio en materia de salud.
Como en campañas anteriores, cada día comenzamos presentando un pequeño testimonio de una experiencia o proyecto determinado que nos acerca al día a día de tantas personas: cooperantes, trabajadores, políticos, investigadores… Personas concretas que dedican su vida a luchar por mejorar las condiciones de salud de los más desfavorecidos. Desde aquí nuestro reconocimiento a todos ellos.
A continuación, será el momento de ampliar la mirada con el tema que nos preocupa ese día:
Indicadores de salud utilizados por grandes organismos internacionales que nos ayudan a
cuantificar las situaciones e incluso poder compararlas con otros países desarrollados; o
algunos problemas concretos de ciertos colectivos como son las enfermedades olvidadas o la situación de los grupos más vulnerables. En muchas ocasiones estos grupos desfavorecidos lo son más precisamente por ser pobres; no tienen acceso al agua potable, instalaciones sanitarias, centros de salud o medicinas. Algunos países hacen grandes esfuerzos en estos campos, pero otros no tienen políticas efectivas que ayuden a mantener ambientes favorecedores de salud. En algunas ocasiones es fácil descubrir la responsabilidad de los países desarrollados y sus políticas
"discriminatorias". Sin olvidar la ambivalente industria farmacéutica.
Cuaresma es tiempo de conversión, de cambio, de modificación de conductas aunque sea en cosas chiquitas. Para eso se propone un pequeño gesto saludable cada día, a veces aparentemente inútil, pero cuyo objetivo es mantener el recuerdo de lo que queremos vivir esa jornada. Puede ocurrir que el gesto propuesto no tenga sentido para alguno, o sea imposible de realizar. En ese caso no dudemos en cambiarlo, escoger otro, inventarlo, lo que sea.
No olvidemos que lo importante es hacer un gesto que nos ayude a cada uno a vivir la cuaresma y a mostrar humildemente que queremos cambiar y que el mundo cambie. Lo importante es no dejar de hacer un pequeño cambio.
Finalmente nada de esto tiene sentido sin la oración, que nos hace conscientes de la presencia del Señor.
Por eso nos ponemos en sus manos. Pedimos ayuda para los más damnificados, pedimos perdón por nuestra responsabilidad, damos gracias por todo el trabajo que se está realizando…
Vivamos esta cuaresma con esperanza y compromiso. Con la esperanza por lo mucho que se
está avanzando; y con compromiso para que el derecho a la salud sea verdaderamente efectivo para todas las personas, especialmente en los países pobres.
Los 40 últimos
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