Tuesday, March 01, 2011

Hijos ciudadanos

“¡Mamá, en Libia acaban de nombrar un gobierno paralelo!”. Mi hijo Alejandro, de 13 años, asiste emocionado a los sucesivos acontecimientos derivados de la ola de cambio que está viviendo el mundo árabe. Y no es para menos. A su edad, está viviendo en directo toda una revolución, protagonizada además en su mayoría por jóvenes poco mayores que él. Aunque, eso sí, Alejandro lo ve todo parapetado, a kilómetros de distancia, tras la pantalla del televisor.


Yo aprovecho para explicarles a mis hijos lo que tiene de histórico este momento. Pero, sobre todo, lo afortunados que son por haber nacido en una democracia. En un país que respeta los derechos y libertades, donde no te meten en la cárcel por expresar tus ideas ni te bombardean por criticar al gobierno. Aunque algunos irresponsables nos comparen con una república bananera. ¿Llegarán a entender, cada uno con su edad, el calado real de lo que les estoy diciendo?


Seguramente Miguel no. Tiene sólo seis años y aún se mueve entre categorías maniqueas: buenos y malos, vida y muerte. Los matices no son lo suyo aún. Y menos todavía la incertidumbre sobre las consecuencias de un acontecimiento. Él quiere saber ya lo que va a pasar y entender las razones de una vez por todas.


Sin embargo, Pablo y Alejandro saben de lo que estamos hablando, aunque, imagino, les cueste ponerse en el lugar de los libios o los bahreníes. Y a ello ha contribuido sobre manera la asignatura de Educación para la Ciudadanía, que este año, en sus respectivos cursos, les ha permitido abordar en clase cuestiones como los Derechos Humanos o la libertad y la responsabilidad que entraña.


“Pues sí que tenemos suerte, mamá”, me dijo Pablo un día. “Porque hay países donde los niños tienen que trabajar para vivir o los venden como si fueran animales en vez de personas”. Sí, tienen suerte. Y cada noche, cuando me acerco a darles el último beso, ya dormidos en sus camas calentitas, procuro no olvidarme de los niños libios, ni de esos otros niños de la plaza Tahrir, fotografiados junto a un tanque, que acompañaron a sus padres a celebrar la victoria del pueblo sobre el sátrapa Mubarak. Curiosa estampa, ahora que nosotros los partamos de cualquier peligro potencial creyendo que les puede hacer daño o les va a crear un trauma…


¿Recordaremos nosotros los adultos, con las imágenes que nos llegan estos días desde el norte de África, que disfrutamos de una democracia que merece la pena ser cuidada, protegida y respetada? Es lo que propone Victoria Camps en su último libro: “El declive de la ciudadanía” (PPC). En sus páginas nos recuerda que “vivir en democracia no es sólo reclamar y disfrutar de unos derechos, sino también tomar conciencia de unos deberes y unos valores, por los que todos debemos luchar y en los que todos debemos comprometernos”.


Seguramente este libro sea un buen instrumento para ayudarnos a los padres a educar a nuestros hijos como auténticos ciudadanos que se sientan implicados en los problemas y objetivos que persigue toda sociedad democrática. Pero sin el ejemplo directo de sus padres, difícilmente lo conseguiremos.


Mª Ángeles López Romero
Papás blandiblup
21

No comments: