Saturday, August 20, 2011

Lucía Etxebarria sobre la visita del papa

Lucía Etxebarria, escritora española conocida por su lenguaje desenfadado y su autenticidad, ha escrito en su muro de Facebook hoy Viernes, 19 de agosto de 2011 a las 14:47, este comentario-testimonio sobre la visita del papa.


No solo me eduqué en la fe católica, sino que creí fervientemente en ella durante muchos años. El Jesucristo al que yo amaba era aquel que había hablado de ofrecer al enemigo la otra mejilla si te golpeaban una, frente al “ojo por ojo y diente por diente” de la Ley del Talión; el que quería que se acercasen a él los niños, los ladrones y las prostitutas ( a día de hoy quizá nos cuesta entender por qué incluyo a los tres grupos en la misma categoría, pero basta con leer el Antiguo Testamento para entender que los antiguos judíos, como sociedad no natalista que eran, no respetaban a los menores); el que impidió que lapidaran a una adúltera, el que expulsó a los mercaderes del templo y el que creía más fácil que un camello pasara por el ojo de una aguja a que un rico entrara en el Reino de los Cielos. El Jesuscristo al que yo amé era pues un revolucionario y un firme defensor de la justicia social. Mi Jesucristo no creía en disciplinas ni cilicios, ni en jerarquías ni oropeles. Era sencillo y franco, comprensivo, amoroso.

Más tarde, con Juan Pablo II, la Iglesia Católica experimentó una deriva reaccionaria y ultraconservadora culminada con la beatificación del Fundador del Opus Dei, una Obra que viola el Derecho Canónico y el penal al abrir la correspondencia de sus numerarios y revelar el secreto de confesión, que impone a sus numerarios la mortificación corporal, y por lo tanto maltrata y que se ha convertido, más que en una orden religiosa, en una poderosísima empresa multinacional . Se me decía que yo debía aceptar eso porque el Papa, por dogma, es infalible. Pero ¿ qué hombre infalible, tras que se destapara el escándalo de los abusos y maltratos masivos a menores en los orfanatos católicos irlandeses, no solo no se dignaba a hablar con las víctimas sino que, para colmo, se negaba a enviar a los los criminales a la cárcel? ¿ qué Papa infalible podía apoyar a un pederasta ( que abusó de sus propios hijos), ladrón, malversador, polígamo y morfinómano como Marcial Maciel? ¿ Que hombre infalible pudo cerrar los ojos ante los cientos, miles, de cartas y testimonios que estuvieron llegando al Vaticano durante treinta años, treinta, revelando lo que luego la justicia de los hombres probó, que el amigo al que el Papa besó en público abusaba de menores? Un dogma de fe cayó, pues, y me alejé de la Iglesia Vaticana, pero no del credo cristiano, que sigue constituyendo el ideario ético por el que me rijo.

Me quedé pues sola, sin Iglesia a la que acudir ni congregación con la que relacionarme, pero nunca he dejado de ser cristiana. Soy una de tantas cristianas que se han alejado, con enorme pesar, de la Iglesia Vaticana. Por lo tanto, no quiero sufragar con mis impuestos la visita del Papa. No porque no sea creyente, sino más bien por todo lo contrario. Creo que los 60 millones de euros que vamos a pagar entre todos los ciudadanos de Madrid podrían destinarse a causas mucho más urgentes, y que resulta frívolo gastar semejante cantidad en la visita papal cuando atravesamos una de las peores crisis económicas de la historia de nuestro país. ¿Que la visita atrae turismo? Más turismo atrae, por ejemplo, el Festival de Música Electrónica de Barcelona o los conciertos de U2, y nadie me pide que contribuya a sufragarlos.

Atrio

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¿Cuántos más se han desencantado con las actitudes ya descritas?

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