Mientras se refuerzan las iniciativas del movimiento anti-aborto y llega el apoyo del Papa vía Twitter, vuelve a surgir el caso del nosocomio de Cañon City
ALESSANDRO SPECIALEROMA
Mientras en los Estados Unidos los activistas anti-aborto celebran la anual Marcha por la Vida en Washington, la Iglesia católica estadounidense sufre algunos embarazos: uno de sus hospitales, para defenderse en un caso polémico, ha sostenido que un feto no puede ser considerado un ser humano con plenos derechos.
Se trata de una postura diametralmente opuesta a la de la Iglesia católica, que ha combatido durante años para que se reconozcan legalmente los derechos de los “no natos”, y del mismo hospital, que en sus estatutos afirma querer «ofrecer un testimonio a la saubridad de la vida desde su concepción hasta la muerte natural».
En el tribunal, los abogados de la Catholic Health Initiatives –cadena de hospitales a la que pertenece el St. Thomas More di Cañon City, en donde una mujer embarazada de dos gemelos murió la noche del 31 de enero de 2006 porque, según el marido, su obstétrico no se presentó a la sala de parto– han sostenido lo contrario.
Y lo hicieron con éxito. Según los jueces, los médicos del hospital no pueden ser considerados responsables por la muerte de los gemelos, porque no son personas. El caso podría llegar a la Suprema Corte.
Cuando la histoeia salió a la luz, los obispos de Colorado, escenario del trágico suceso, intervinieron anunciando una revisión del caso específico y de las políticas y prácticas de la Catholic Health Initiatives, «para averiguar la fidelidad y el testimonio a las enseñanzas de la Iglesia».
El caso del St. Thomas More hospital turbó un poco el aniversario que es particularmente importante para la Iglesia: hace 40 años la Suprema Corte legalizó el aborto en los Estados Unidos con la famosa sentencia sobre el caso “Roe vs. Wade”.
Con el paso del tiempo, si el apoyo de los estadounidenses al aborto legal ha permanecido práticamente igual (el 52% estaba a favor de él el año pasado, en contra del 54% de 1974; el 63 % no quiere que la sentencia sea modificada, en contra del 60 % de hace 20 años), la interrupción voluntaria del embarazo se ha convertido en una grieta cada vez más profunda en el corazón de la cultura estadounidense. Sobre todo, las batallas de los activistas anti-aborto (que en los Estados Unidos prefieren llamarse “pro-life”) se han convertido en uno de los elementos determinantes de la identidad de las Iglesias cristianas (primero entre los evangélicos y después entre los católicos).
Hoy, el aborto sigue siendo legal en los Estados Unidos, pero muchos activistas han obtenido la aprobación de muchas restricciones; en algunos de los estados, candados legales y objeciones de consciencia hacen casi imposible el aborto, aunque la práctica sea legal en el papel. Sobre todo –pero el dato pasa inadvertido entre el fuego de la guerra cultural que ha desencadenado el argumento–, gracias a la disminución de los embarazos indeseados, sobre todo entre las menores de edad, el número de abortos en el país se ha reducido notablemente.
La Marcha por la Vida de este año, en la que participaron cientos de miles de personas, recibió un mensaje de aliento por parte de Benedicto XVI mediante Twitter. Por primera vez, el Papa envió su apoyo a través de las redes sociales: «Me uno a todos los que se manifiestan por la vida, y ruego para que los políticos protejan al no nacido y promuevan la cultura de la vida», fue el tuit de la cuenta @Pontifex en inglés y en español.
Es la primera vez que, desde que aterrizó en Twitter, el Pontífice tuita para un evento particular que no está relacionado con el calendario de la Iglesia, y que lo hace para un “público” particular como el de los estadounidenses. No es casual que el tuit del Papa haya sido escrito en inglés y en español, las dos lenguas de los católicos de los Estados Unidos.
Vatican Insider
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