Presentación del Señor por Miguel Díaz ss.cc. El testimonio de los mayores

El testimonio de los mayores

Hoy día en nuestras iglesias de Europa, la mayor parte de los que participan en las eucaristías dominicales son personas mayores y, a veces, niños acompañados de sus padres, que se preparan a la primera comunión.

De dos personas mayores y de un niño en brazos de su madre nos habla hoy el Evangelio. Simeón y Ana reconocen a Jesús cuando el niño es presentado por sus padres en el templo. No le reconocen los sacerdotes ni los poderosos ni los sabios. Dos personas mayores, humildes y sencillas. Y de las dos, una mujer, en tan segundo lugar en la sociedad de aquel tiempo.

Dos personas que han vivido esperando ese encuentro. Dos personas abiertas a la novedad de la vida que siempre traen los niños en brazos de sus madres. Dos personas que se fían totalmente del Dios de las promesas. Dios no falla.

Hoy estamos invitados a contemplar esa escena entrañable del anciano Simeón tomando en brazos a un niño y dando gracias a Dios porque en ese niño ve cumplidas todas sus esperanzas. Está feliz. La espera ha valido la pena. Sólo le queda compartir con los demás la alegría del encuentro con Jesús, -luz de su vida y luz de las naciones - y esperar confiado el encuentro definitivo con el Señor. “Ahora, Señor, puedes dejar a tu siervo irse en paz”.

En Simeón y en Ana queremos vernos representados todos los mayores que celebramos la Eucaristía. El encuentro con Jesús llena de sentido la larga y, con frecuencia, difícil espera de los años transcurridos, y abre un futuro maravilloso. Como Simeón y como Ana “nuestros ojos han visto al Salvador” y no podemos menos que compartir con los más jóvenes la alegría del encuentro con Jesús.

El papa Francisco, también mayor, nos dice a todos los discípulos de Jesús: “Invito a cada cristiano a renovar su encuentro personal con Jesucristo”, para que “la alegría del Evangelio llene su corazón y su vida entera”. 

Alegría que queremos compartir y contagiar a los demás de una forma creativa y atractiva.

Miguel Díaz ss.cc.

Sagrados Corazones, Península Ibérica