Durante una homilía un poco soporífera las navidades pasadas, me distraje dándole vueltas a la letra del villancico que acabábamos de cantar: “Pampanitos verdes, hojas de limón, la Virgen María madre del Señor”. ¿Qué diablos hacen los pampanitos en el villancico?, empecé a preguntarme. Que aparezcan zagales y pastorcicos, vale; que se incluya el romero para que la Virgen tienda pañales, también; incluso estoy dispuesta a admitir el ropopompon del viejo tambor. Pero que alguien me explique el por qué de los pampanitos y de las hojas de limón, más allá de que limón rime en asonante con Señor.
El hilo de mis pensamientos vagaba por estos asuntos intrascendentes hasta que, por efectos de lógica asociativa, surgieron otras cuestiones: ¿cómo habrán llegado Sijón, rey de los amorreos y Og, rey de Basán, a los salmos?; ¿por qué habrá ido a parar un gorro persa a la cabeza de los obispos? ¿Cómo han llegado a infiltrarse en la Iglesia hasta 14 grados diferentes de dignidades y en los clérigos la idea de que las mujeres necesitamos ser aconsejadas, amonestadas y adoctrinadas por ellos? ¿Cómo….? Echo el freno a mis preguntas. Quién me habrá mandado a mí ponerme a pensar en los dichosos pampanitos.
Dolores Aleixandre rscj
Sagrados corazones
Provincia Ibérica
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