Extirpad la levadura vieja para ser una masa nueva" 1Cor 5,7)
20 de abril, Domingo de Pascua de Resurrección
Lc 24, 13-35
Yaron Zilberman nos transporta a esta reflexión cuando nos sentamos en la butaca ante la gran pantalla para asistir al desarrollo de su película El último Cuarteto. En ambas –película y espiritualidad- se explora el cotidiano vivir de los protagonistas: sus luces y sombras, las diferentes maneras de enfrentarse a las respectivas existencias –encuentros y desencuentros- de plantearse e intentar resolver los problemas que más nos preocupan, inquietan o satisfacen.
Corría el siglo XIII a.C. sobre un Asia Menor políticamente inestable. Los griegos deciden atacar Troya y rescatar a la bella Helena raptada por Paris en Esparta. Ulises diseña la estrategia: un caballo gigante de madera en cuyo vientre se oculta un grupo de guerreros. Lo dejan ante la muralla, mientras su flota simula una retirada. Los troyanos lo toman por una ofrenda a los dioses y lo introducen en la ciudad. Por la noche salen los soldados del vientre del animal, abren las puertas a su ejército y la ciudad es arrasada.
Las culturas suelen acabar fulminadas habitualmente por alguna de estas causas: falta de evolución, agresiones externas de enemigos más poderosos, agresiones internas. Quizás hoy la más amenazante, al menos para Occidente, sea esta última. Una especie de virus hospitalario de clara sintomatología, aunque de difícil tratamiento. Su manifestación más patente, la pérdida de las raíces que le dieron esencia y existencia. (¿Estará Ulises de regreso y volverá a repetirse el mitológico ardid del caballo de Troya – o tal vez de los jinetes del Apocalipsis- hasta cumplirse de nuevo el antiguo vaticinio de Hécuba?)
Parece evidente el claro y suicida propósito de algunas "mentes próceres" entre la autodenominada "progresía", propiciadoras de una tal "hecatombe". Véase, a modo de ejemplo, la incapacidad del Parlamento Europeo para reconocer en el texto de la fracasada Constitución las raíces cristianas –y también las esencias- de nuestra identidad cultural. A título ilustrativo, el testimonios de personas nada sospechosas de oscurantismo, André Comte-Sponville, ateo confeso desde el punto de vista de la religión, y autodefinido "ateo cristiano" desde el de la cultura.
En el prólogo de su última obra "L'esprit de l'atheisme", escribe: "Me eduqué en el cristianismo. No guardo ni amargura, ni ira, sino todo lo contrario. Debo a esta religión, y por lo tanto a esta Iglesia (en este caso la Católica) una parte esencial de lo que soy, o de lo que intento ser". Reconoce que los valores –morales, culturales y espirituales- de nuestra sociedad, tienen su origen histórico en las grandes religiones; particularmente en los tres grandes monoteísmos, en lo que a nuestra civilización se refiere: "De modo particular, en nuestros países, por las Iglesias Católica y Protestante".
¿Habrá llegado el momento en que se cumpla el anuncio de Hebé en Las Indias galantes de Rameau, hace casi trescientos años? En él se pronostica la derrota del Amor frente a la Guerra:
Para remplazar los corazones que os arrebata Bellone,Hijos de Venus, lanzad vuestras saetas más seguras;¡Orientad los placeres hacia climas lejanos,Cuando Europa los abandone!
Nunca como en estos días de Pascua de Resurrección, mientras nos 'acercamos a nuestra aldea' y 'él finge seguir adelante', sea al momento de decir a Jesús "Quédate con nosotros, que se hace tarde y el día va de caída". Como lo será igualmente que nos digamos unos a otros: "¿No se abrasaba nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba la Escritura?" Porque toda espiritualidad es escuela de vida para quienes frecuentan sus aulas.
PEQUEÑOS BIG BANGS
Somos pequeños Big Bangs –Litle Bangs-
que con nuestras explosiones
alumbramos nuevas formas de existencia.
Todo ser humano, toda criatura
está llamada a alumbrar algo en el mundo.
Será la impronta que dejará a su paso por él.
Será portadora de alguno de sus rasgos y, a la vez, su diferencia sustancial.
Cuando engendra algo nuevo
hay que respetar su singularidad,
nutrirla para que alcance la plenitud
de lo que está llamada a ser.
Es irrepetiblemente ella
y no podemos confundirla con nosotros.
Tal confusión arrastra la vida
hacia atrás
en lugar de impulsarla
hacia su madurez.
Javier Melloni SJ
Vicente Martínez
Fe Adulta
Fe Adulta
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