La vida de Juan XXIII: Desde un pequeño pueblo italiano hasta la cátedra de San Pedro
Para la historia de la Iglesia, Juan XXIII fue un revolucionario. Sin embargo, para la gente común fue un hombre atento a cada persona.
Angelo Roncalli era el tercero de 13 hermanos. Nació en un pueblo en el norte de Italia en 1881. Entró en el seminario menor a los 12 años y a los 20 se fue a Roma para ser sacerdote. En una carta explicó a sus padres esta decisión.
MONS. BATTISTA ANGELO PANSA
Historiador de Juan XXIII
"No me hago sacerdote por dinero u honores, ni para encontrar comodidad o placeres. Lo hago sólo por hacer el bien a la gente necesitada”.
Una vez terminados sus estudios, Angelo Roncalli volvió a su diócesis, a Bérgamo. Trabajó para el obispo Giacomo Tedeschi, que le influyó mucho en su vida por su dedicación a las clases trabajadoras.
En 1921 el Papa le nombró Delegado apostólico en Bulgaria: Allí, el contacto con las otras confesiones cristianas hizo que años después, como Papa, impulsara con fuerza el ecumenismo.
MONS. BATTISTA ANGELO PANSA
Historiador de Juan XXIII
"Inicia el Concilio Vaticano II con el discurso 'Gaudet Mater Ecclesia', La Madre Iglesia se alegra. Es el primer concilio después del de Jerusalén que no nace con un objetivo concreto”.
Como Papa intentó que nadie quedara excluido de la Iglesia, especialmente la gente común. No era raro que saliera del Vaticano para fiestas como la Navidad.
MONS. BATTISTA ANGELO PANSA
Historiador de Juan XXIII
"De improviso, por la tarde, bajaba del Vaticano, visitaba el hospital del Santo Espíritu, aquí al lado, o el hospital pediátrico del Bambino Gesù. Dice él mismo: 'Los niños me han confundido con Papá Noel porque iba de rojo'. Y al día siguiente, el 26, está con los encarcelados de la prisión Regina Coeli. Les dijo que como ellos no podían visitarlo él se decidió a hacerlo”.
El cariño entre Juan XXIII y la gente era mutuo. El 3 de junio de 1963, durante su agonía, miles de peregrinos de toda clase y condición social fueron a la plaza de San Pedro para dar su último adiós al 'Papa bueno'.
Juan XXIII, 8 logros de un pontificado revolucionario
Juan XXIII se ganó rápidamente el sobrenombre de "Papa bueno”. Así lo percibían los cristianos de a pie y las personas que lo trataron de cerca. Junto a las grandes empresas, como el Concilio Vaticano II, llevó a cabo sencillos gestos que perduran y que también han cambiado la Iglesia.
TRADICIONES PARA LA HISTORIA
Cambios sencillos pero de calado, como el rezo público del Ángelus los domingos. El Papa bueno instauró esta tradición de rezar desde la ventana del Palacio Apostólico y dedicar una pequeña catequesis a los peregrinos.
CERCA DE LAS PERSONAS
Siempre intentó estar cerca de la gente, como Papa y como obispo. Fue el primer pontífice que salió de las murallas vaticanas y visitó las parroquias de Roma. También fue a hospitales y cárceles. Incluso en ocasiones esquivaba a la Gendarmeria vaticana para salir solo o con uno de sus secretarios.
UN NOMBRE ÚNICO
Juan XXIII tuvo el coraje de tomar el nombre de un usurpador y transformarlo. Hubo un antipapa en el siglo XV que se llamó Juan XXIII. El cardenal Roncalli no tuvo miedo de usar el nombre que había manipulado un impostor y que se evitó durante 500 años.
BUSCÓ LA PAZ
Fue testigo de dos guerras mundiales. Como resultado, dos regímenes políticos opuestos dividieron al mundo. Juan XXIII se dio cuenta de que era necesario tender puentes e intercambió cartas con mandatarios como Kruschew, el líder de la Unión Soviética.
MENSAJES PARA TODOS LOS HOMBRES
Dirigió por primera vez una encíclica a "todos los hombres de buena voluntad” no sólo a los católicos. Fue "Pacem in terris”, un vivo alegato contra la guerra en el que reivindicaba que el conflicto armado no podía ser usado como un instrumento para buscar justicia.
RENOVÓ LA CURIA
A los pocos meses de ser designado Papa, Juan XXIII convocó un consistorio para la creación de nuevos cardenales y más de la mitad eran no italianos. Rejuveneció la Curia y también creó por primera vez cardenales a un japonés, un africano, un filipino y un venezolano.
CONCILIO VATICANO II
Sin duda, la mayor revolución de Juan XXIII fue el Concilio Vaticano II. Una reunión de todos los obispos del mundo para estudiar la situación de la Iglesia. Un Papa anciano, considerado de transición, fue capaz de llevar a cabo uno de los cambios más profundos en la Iglesia de nuestro tiempo.
ECUMENISMO
Precisamente al Concilio Vaticano II invitó, como observadores, a musulmanes, indios americanos y a miembros de todas las Iglesias cristianas. Trabajó por el diálogo entre los cristianos de todas las confesiones. Puso en marcha el primer organismo vaticano destinado a promover la unidad de los cristianos.
Como sucedió con Juan Pablo II, miles de personas rindieron su último homenaje a Juan XXIII cuando falleció. Y al igual que con el Papa Wojtyla también con el Papa Roncalli se entonó el "santo súbito”. Ambos serán elevados juntos a los altares y quedará escrito un capítulo más en la historia común de estos dos Papas pues fue Juan Pablo II quien beatificó a Juan XXIII en el año 2000.
El discurso más importante de Juan XXIII, dedicado a la luna
Fue el 11 de octubre de 1962. Había comenzado uno de los hechos que marcaron la Historia de la Iglesia en el siglo XX: el Concilio Vaticano II.
Cuando Juan XXIII vio la muchedumbre que se había formado en la plaza, improvisó un discurso memorable: el "Discurso de la Luna”.
Hijos míos, escucho vuestras voces. La mía es una sola voz pero resume la voz del mundo entero. Aquí todo el mundo está representado. Puede decirse que hasta la luna se ha asomado esta noche.
GIOVANNI MARIA VIAN
Director, L'Osservatore Romano
"Y dice: También la luna se ha asomado para saludarnos. Volved a vuestras casas y dad una caricia a los niños, a los ancianos, a quien sufre, que es la caricia del Papa. Yo me acuerdo perfectamente, yo estaba en esa plaza, en la plaza de San Pedro”.
ALEXANDRA VON TEUFFENBACH
Autora "Johanes XXIII. Begegnen”
"Pero lo dijo con una gran ternura, de un modo que en aquella época no era conocido. FLASH Fue tan sencillo y le salió de tan dentro del corazón, que conmovió”.
El Discurso de la Luna retrató el carácter de Juan XXIII. Un hombre al que tradicionalmente se le conoce como 'Papa bueno'.
ALEXANDRA VON TEUFFENBACH
Autora "Johanes XXIII. Begegnen”
"Ya por las formas era simpático. Tenía una sonrisa acogedora, incluso para los periodistas, a quienes recibió inmediatamente. Este modo de ser lo hizo 'bueno' a ojos del mundo”.
GIOVANNI MARIA VIAN
Director, L'Osservatore Romano
"Y me acuerdo de la muerte, otra vez en la plaza de San Pedro, como la muerte de un patriarca. Como se moría hace algunos años, circundados por el afecto de los familiares. Y los familiares, para Juan XXIII, era el mundo”.
Juan XXIII pasará a la historia por ser el Papa que puso en marcha el Concilio Vaticano II. Un proyecto destinado a marcar el rumbo de la Iglesia en el mundo en vísperas de un período convulso; la Revolución del 68.
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