Este es un espacio para alimentar y vitalizar la dimensión espiritual y humana de las personas comprometidas con la construcción de una sociedad más humana, justa y solidaria. Todos somos peregrinos. "sal de tu tierra, de tu casa y vete a la tierra que yo te mostraré; haré de tí una gran nación y te bendeciré." (Gén. 12, 1 ss)
Thursday, April 17, 2014
REFLEXIONES EN FRONTERA, jesuita Guillermo Ortiz: ¿Por qué no es fracaso la cruz sino victoria? También audio
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Jesús vence ya en su pasión y muerte porque sigue adelante con su amor intacto, hasta el final. El amor de Jesús es más fuerte que el desprecio, que la incomprensión de sus discípulos, la traición de Judas, la negación de Pedro. Jesús lo experimenta y dice con toda su crudeza: “Uno me traicionará”. “Me negarás tres veces”. Pero no se hecha atrás, no lo vence la fragilidad humana, la codicia, la cobardía, el pecado humano. Sigue adelante con su amor al Padre Dios y a sus hermanos humanos en la carne. Con su corazón deshecho sigue conteniendo a todos los pobres y pecadores del mundo, para purificarnos y llenarnos de vida con su amor. Incluso a los enemigos del momento. A pesar de todo Jesús continúa amando. Jesús me sigue amando a mi y a vos. Y ahí está la victoria.
Frente al sufrimiento espiritual, sicológico, con tanto dolor físico, por el rechazo, la condena, la burla, la tortura del látigo, las espinas, el peso de la cruz, los clavos, Jesús no condena, no se enoja como yo, no se ofende, no se defiende para que no paguen justos por pecadores. Esta es la victoria del amor de Jesús el Padre Dios y a nosotros en la crueldad física, sicológica, espiritual y moral que padece en la pasión y en la cruz. Esta paciencia intacta en situaciones extremas, la ternura de su perdón en la violencia agresiva de muerte; el aguante, la mansedumbre y la humildad en el atroz sufrimiento, revelan la potencia del amor de Jesús más fuerte que todo; que vence todo y que no es derrotado por nada.
Por eso, en las terribles heridas de la tortura y la muerte de Jesús vemos la grandeza y belleza de su amor victorioso, hasta el extremo.
Después, la resurrección de Jesús al tercer día es como una consecuencia; como una continuidad de la victoria. Su amor no puede ser vencido por el mal y tampoco por la muerte. Su amor vence también la muerte. Porque el amor de Jesús es vida plena.
Señor Jesús, que la poderosa fuerza del amor de tu corazón herido y victorioso me purifique del mal y me llene de tu vida plena.
Radio Vaticano
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