"Galilea de los gentiles, horizonte del resucitado. Deseo intenso de encuentro. Pongámonos en camino"
El Papa anima en la Vigilia Pascual a "releer todo a partir de la cruz y de la victoria"
(Jesús Bastante).- Y se hizo la luz. Y Jesús resucitó de entre los muertos. Se presentó a las mujeres y les pidió que dieran noticia de su Resurrección. ""No temáis. Id a decidle a mis hermanos que vayan a Galilea". El Santo Padre recordó este llamado de Jesús Resucitado para implorar a los creyentes la necesidad, la urgencia de "regresar a nuestra Galilea, el lugar de la primera llamada, donde todo comenzó".
En una liturgia sumamente bella -probablemente sea la Vigilia Pascual la más intensa y profunda de todas las celebraciones del tiempo litúrgico- Francisco insistió en la necesidad de volver a nuestros orígenes, a las fuentes de la fe. Porque "volver a Galilea quiere decir releer todo a partir de la cruz y de la victoria. Sin miedo. No temais".
"Releed todo, la predicación, los milagros, la nueva comunidad, los entusiasmos y las decepciones, hasta la traición. Releed todo a partir del final, que es un nuevo comienzo de este supremo acto de amor", pidió el Papa antes de impartir el bautismo a diez catecúmenos de todo el mundo.
"También para cada uno de nosotros hay una Galilea, un origen del camino con Jesús. Ir a Galilea significa algo muy bello, redescubrir nuestro bautismo como fuente viva, sacar energías nuevas de la raíz de nuestra fe y de nuestra experiencia cristiana", añadió Bergoglio.
"Volver a Galilea significa regresar al lugar donde la gracia de Dios me tocó para el camino", y donde prendió una chispa "con la que puedo encender la luz para cada día, y para llevar calor a todos. Una alegría que no ofende el dolor ni la desesperación. Una alegría buena, una alegría serena".
"Ir a Galilea significa recuperar la memoria de aquel momento en que sus ojos se cruzaron con los míos. En el momento en que me ha hecho sentir que me amaba". En esta noche de Vigilia Pascual, el Santo Padre pidió a todos preguntarse "¿cuál es mi Galilea?".
Sin temor a que los años o las experiencias hayan arrinconado ese recuerdo en lo más profundo de la memoria. "Recordar, y si lo has olvidado búscala, y la encontrarás.Ahí te espera el Señor. He pasado por senderos que me la han hecho olvidar. Señor, ayúdame, dime cuál es mi Galilea. Quiero ir allí para encontrarte y dejarme abrazar por tu misericrodia".
"El Evangelio es muy claro", concluyó Francisco. "Es necesario retornar allí para ver a Jesús resucitado y convertirse en testigos de su Resurrección. No es un volver atrás, no es una nostalgia: es volver al primer amor para recibir el fuego de Jesús y llevarlo a todos los extremos de la Tierra. Volver a Galilea sin miedo. Galilea de los gentiles, horizonte del resucitado, horizonte de la Iglesia. Deseo intenso de encuentro. Pongámonos en camino".
Texto de la homilía de Francisco en la Vigilia Pascual
RDEl Evangelio de la resurrección de Jesucristo comienza con el ir de las mujeres hacia el sepulcro, temprano en la mañana del día después del sábado. Se dirigen a la tumba, para honrar el cuerpo del Señor, pero la encuentran abierta y vacía. Un ángel poderoso les dice: «Vosotras no temáis» (Mt 28,5), y les manda llevar la noticia a los discípulos: «Ha resucitado de entre los muertos y va por delante de vosotros a Galilea» (v. 7). Las mujeres se marcharon a toda prisa y, durante el camino, Jesús les salió al encuentro y les dijo: «No temáis: id a comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán» (v. 10).
Después de la muerte del Maestro, los discípulos se habían dispersado; su fe se deshizo, todo parecía que había terminado, derrumbadas las certezas, muertas las esperanzas. Pero entonces, aquel anuncio de las mujeres, aunque increíble, se presentó como un rayo de luz en la oscuridad. La noticia se difundió: Jesús ha resucitado, como había dicho... Y también el mandato de ir a Galilea; las mujeres lo habían oído por dos veces, primero del ángel, después de Jesús mismo: «Que vayan a Galilea; allí me verán».
Galilea es el lugar de la primera llamada, donde todo empezó. Volver allí, volver al lugar de la primera llamada. Jesús pasó por la orilla del lago, mientras los pescadores estaban arreglando las redes. Los llamó, y ellos lo dejaron todo y lo siguieron (cf. Mt 4,18-22). Volver a Galilea quiere decir releer todo a partir de la cruz y de la victoria. Releer todo: la predicación, los milagros, la nueva comunidad, los entusiasmos y las defecciones, hasta la traición; releer todo a partir del final, que es un nuevo comienzo, de este acto supremo de amor. También para cada uno de nosotros hay una «Galilea» en el comienzo del camino con Jesús. «Ir a Galilea» tiene un significado bonito, significa para nosotros redescubrir nuestro bautismo como fuente viva, sacar energías nuevas de la raíz de nuestra fe y de nuestra experiencia cristiana. Volver a Galilea significa sobre todo volver allí, a ese punto incandescente en que la gracia de Dios me tocó al comienzo del camino. Con esta chispa puedo encender el fuego para el hoy, para cada día, y llevar calor y luz a mis hermanos y hermanas. Con esta chispa se enciende una alegría humilde, una alegría que no ofende el dolor y la desesperación, una alegría buena y serena.
En la vida del cristiano, después del bautismo, hay también una «Galilea» más existencial: la experiencia del encuentro personal con Jesucristo, que me ha llamado a seguirlo y participar en su misión. En este sentido, volver a Galilea significa custodiar en el corazón la memoria viva de esta llamada, cuando Jesús pasó por mi camino, me miró con misericordia, me pidió de seguirlo; recuperar la memoria de aquel momento en el que sus ojos se cruzaron con los míos, el momento en que me hizo sentir que me amaba.
Hoy, en esta noche, cada uno de nosotros puede preguntarse: ¿Cuál es mi Galilea? ¿Dónde está mi Galilea? ¿La recuerdo? ¿La he olvidado? He andado por caminos y senderos que me la han hecho olvidar. Señor, ayúdame: dime cuál es mi Galilea; sabes, yo quiero volver allí para encontrarte y dejarme abrazar por tu misericordia.
El evangelio de Pascua es claro: es necesario volver allí, para ver a Jesús resucitado, y convertirse en testigos de su resurrección. No es un volver atrás, no es una nostalgia. Es volver al primer amor, para recibir el fuego que Jesús ha encendido en el mundo, y llevarlo a todos, a todos los extremos de la tierra.
«Galilea de los gentiles» (Mt 4,15; Is 8,23): horizonte del Resucitado, horizonte de la Iglesia; deseo intenso de encuentro... ¡Pongámonos en camino!
No comments:
Post a Comment