Wednesday, April 02, 2014

Cuaresma: El tigre anda suelto por Enrique Moreno Laval ss.cc.


Radamel Falcao García Zárate es un jugador de fútbol. Nació en Santa Marta, Colombia. Hoy tiene 28 años de edad. A los 15, fue contratado por River Plate de  Argentina, para sus equipos juveniles. A los 19, debutó en primera. Después de una gran campaña llegó a Europa, donde juega actualmente. Sus equipos han sido: Oporto (Portugal), Atlético Madrid (España) y Mónaco (Francia) desde el año pasado. Es figura emblemática de la Selección Colombia. Le dicen “El Tigre”.
Alguna vez en España, al verlo jugar con fiereza y meter goles porfiando cada balón, se dijo de él: “cuidado, un tigre anda suelto”. Pero como esta no es una crónica de fútbol sino de Cuaresma, permítanme recordar que mucho antes Esteban Gumucio dijo lo mismo, que “el tigre anda suelto”, pero lo dijo a propósito del pecado. Cito textual a Esteban:

“Señor, noto que aunque habitualmente –con tu gracia– conservo la decisión de no pecar, sin embargo casi se me ha desaparecido cierta sensibilidad, cierto tono interior de agresividad contra el pecado: es como si lo tratara como fiera domesticada. El tigre está allí, anda suelto por la casa, no le hago caso, como si ya estuviera yo acostumbrado a no pecar y bastara con no provocar al tigre. Ayúdame a meterlo en jaula, clara y decididamente. No, no puede ser animal doméstico. Siempre es tigre. Es el mismo tigre que sale por las noches a matar gente: es el mismo pecado que hace llorar niños de hambre y que tortura; dame volver a ser apasionado contra el pecado”.

Recién llegado a Manila, el 31 de enero de 2013, vimos en comunidad la película “La vida de Pi”. Una novela canadiense publicada en 2001 y llevada al cine en 2012. Voy al núcleo de la historia. Pi es un joven indio que, después de un naufragio, debe sobrevivir en un bote durante 227 días, junto a cuatro animales: una cebra, un pequeño orangután, una hiena y un tigre. La hiena mata a la cebra y al orangután, y el tigre a la hiena. Finalmente, el tigre se enfrenta a Pi por la sobrevivencia. El tigre necesita instintivamente comer. Pi necesita razonablemente conservar su vida. La lucha comienza siendo desigual a favor del tigre. Pero se va igualando gracias a la inteligencia de Pi y a su capacidad de aprendizaje para convivir con el tigre. A pesar de todo, Pi no olvidará que el tigre es siempre un tigre, lo que lo llevará a manejarse siempre con mucho cuidado. Cuando la historia termina y ambos son rescatados, el tigre naturalmente se introduce en una selva que tiene ante la vista, mientras Pi comenzará a relatar su historia.
Pi le ha dado la razón a Esteban: el tigre “siempre es tigre”. Se conduce siempre como tigre. En días pasados, el papa Francisco, preocupado también por el tema del pecado, sobre todo porque no le reconocemos su salvaje capacidad depredadora, comentaba así aquel pasaje en que el rey David peca con Betsabé, provocando la muerte de su general y amigo Urías, esposo de aquella mujer: “David perdió el sentido del pecado. Para él no se trataba de un pecado sino de un problema que había que resolver”. Una actitud mala llevó a otra peor. Es que un tigre es siempre un tigre. David no fue capaz de percibirlo –ni menos que andaba suelto– cuando todo comenzó con una casual mirada, seguida de una simple curiosidad. Como los jugadores que enfrentan a Radamel Falcao: basta un despiste de un segundo para que “El Tigre” les gane el mano a mano y con fiereza defina el partido.
Terminaba Esteban su comentario con esta oración: “Dame tu Santo espíritu, Señor, convídame esa actitud despierta, generosa con que Jesús clavó al pecado en su cruz. Que no le tema a las cruces, me queda tan poquito de vida, dame tu espíritu enérgico para luchar contra el pecado, sin miedos, alerta y generosamente; no permitas que por blandura, mi vida vaya siendo solo prolongación o camino hacia la nada”. 
Enrique Moreno Laval, ss.cc.Manila – FilipinasCuaresma 2014

SS.CC. Chile

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