Rodolfo Luna cuenta detalles de cómo surgió la relación de él y su hermano Carlos con el Papa
ANDRÉS BELTRAMO ÁLVAREZCIUDAD DEL VATICANO
Todo inició con la conmoción del Papa. Un par de hermanos exiliados de Argentina, Carlos y Rodolfo Luna, le escribieron un mensaje. Le contaron la historia de Daniel, compatriota exiliado cuyo cuerpo sin vida fue hallado dos años después de su muerte en una casa de Estocolmo. Tanta era su soledad que nadie se había preocupado por él. Francisco les respondió y, desde entonces, nació entre ellos una peculiar amistad.
El primer contacto se dio gracias a Gustavo Vera, el activista argentino amigo de Bergoglio y referente de la organización La Alameda. Él le hizo llegar al pontífice el mensaje de los hermanos Luna en agosto de 2013. En cuestión de días recibieron una respuesta, a través de un mail enviado por el secretario papal Fabián Pedacchio.
“Qué tragedia más grande, morir solo, sin que nadie te extrañe durante dos años y nadie se de cuenta. Es una muerte tan cruel, tan inhumana. Parece de novela pero es la realidad de mucha gente. Duele tanta soledad”, escribió entonces el líder católico.
El intercambio epistolar continuó. “Otra carta nos la mandó en noviembre, después el 23 de diciembre. Así hemos llegado a la carta número seis”, contó al Vatican Insider Rodolfo, quien hace 10 años decidió volver a su tierra, mientras Carlos permaneció exiliado.
Ellos dos llegaron a Suecia en la década de los 70 del siglo pasado. Carlos se vio obligado a dejar su provincia natal, Córdoba, en 1971. Fue gracias a los jesuitas de aquella ciudad que pudo huir de la persecución militar durante la dictadura encabezada por Alejandro Agustín Lanusse. Su madre, profunda creyente, pidió ayuda a los religiosos. Ellos le protegieron y lo vistieron de sacerdote. Así pudo huir a Chile primero y a Suecia después.
Aunque en esos años Bergoglio cobraba cada vez mayor peso dentro de la Compañía de Jesús, no conoció a los exiliados. Aunque sus historias cruzaron por los mismos lugares y con las mismas personas. Rodolfo abandonó su país en 1974 gracias a activistas de las Naciones Unidas que lo acompañaron hasta Brasil y, de ahí, se trasladó a Suecia.
De ese doloroso pasado conversaron los tres protagonistas de esta historia, el 12 de febrero último en un salón la Casa de Santa Marta, la residencia del Vaticano. Porque el Papa quiso conocer, en persona, a aquellos –hasta entonces- amigos virtuales.
“¡Por fin voy a conocer a los famosos hermanos Luna!”. Así recibió Francisco a los hermanos. Aunque nunca se habían visto personalmente conversaron durante poco más de una hora. Como si fuesen amigos de toda la vida.
“Él no nos preguntó si somos católicos, no nos quiso convencer para que seamos practicantes, nada de eso. Quiere que trabajemos por la paz, eso es lo que más me atrae y me fascina”, señaló Rodolfo.
“Recuerdo con gozo el encuentro que hemos tenido. Hay que seguir caminando llevando adelante el mensaje de paz; trabajar por lograr una cultura del encuentro”, escribió el Papa en un mail enviado a los hermanos tras su reunión.
Las comunicaciones continuaron. En marzo Francisco expresó su cercanía con los exiliados en vísperas del día de la memoria en Argentina (24 de marzo), que recuerda el golpe militar de 1976. Hace pocos días, en otro mensaje, lamentó al linchamiento de un joven en la ciudad de Rosario.
“Me sorprendo ante esta persona distinta y diferente”, aseguró Rodolfo Luna. Y agregó: “Yo digo que es un santo. Alguno me responde: ¡Por favor Rodolfo, como es eso de santo! Y yo le digo, sí es un santo, es alguien distinto, tenés que hablar cara a cara con él para comprender ante quién estamos. A ver qué puede surgir de todo esto. En cualquier momento seguimos avanzando. Por ahí armamos un grupo para trabajar por la paz”.
“Esto es un mensaje muy fuerte del Papa. Ha reconocido a dos luchadores del 60 y el 70, que es lo que no está haciendo el gobierno argentino. No nos quiere reconocer. En Argentina se habla de los muertos, pero de quienes estamos vivos nadie quiere hablar, no nos recibieron jamás. Los que están en los pasillos del poder están en otra cosa”, apuntó.
Vatican Insider
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