Thursday, September 04, 2008

"He descubierto a la Virgen en la selva"


¿De dónde surgió el deseo de encontrar al Papa y por qué era tan importante para usted?
"Es un sueño de todos los cristianos. Encontrar al Papa es algo que todos soñamos. Tomarle la mano, tener un contacto con este ser humano tan cercano a Dios para nosotros y que es como un descendiente de los apóstoles… hay algo de mágico, de maravilloso. Tenemos dos mil años de tradición. Saber que hay dos mil años sin interrupción de personas que se han pasado la llama desde Cristo hasta hoy… Esto para empezar. Y después porque me fascinó, me pasó algo extraordinario. Había caminado diez horas sin parar con un saco encima muy pesado, con hambre, sed, mosquitos… en fin, todos los horrores que hacen que una vida pueda convertirse en una tortura, que el hecho de existir sea una tortura. Establecimos un campamento, tenía mi hamaca y la mosquitera y me refugió allí para pasar la noche. Y en la paz y la posibilidad de respirar un poco, con la angustia de todos modos de non saber dónde nos llevaban y la tristeza de advertir que se alargaba y sin saber cuando terminaría… en aquel momento encendí la radio y oí la voz del Santo Padre que pedía la liberación de los secuestrados colombianos, y pronunció mi nombre. Cómo quiere que le explique lo que sentí… para alguien que se había convertido en una mercancía, en algo que se transporta, sin derecho a la palabra, humillado constantemente, se da cuenta, todas las veces que hablo de esto no puedo evitar llorar, me sabe mal. El hecho de pensar que él sabía que yo existía, que conocía mi nombre, y que yo era alguien para él me hizo volver a ser un ser humano".
Y este encuentro, finalmente. ¿Cómo ha sido, más allá de la emoción de todo católico por el hecho de encontrarse con el Papa?
"Primero hay esta dimensión de encontrar a quien te ha apoyado durante el horror. Y poder compartir con él todo lo que un católico se pregunta. En la selva, leyendo la Biblia, me formulaba muchas preguntas, cuestiones teológicas y de nuestra fe cristiana, y de nuestros ritos, como decirle, estaba triste pensando que hay tantos hermanos y hermanas cristianos que no conocen a la Virgen. Yo al Virgen la he descubierto en la selva, leyendo los Evangelios. Se me ha aparecido como una especie de luz, una mujer, para mí era esa joven mujer que tuvo la oportunidad de convertirse en la madre de Dios. Pero no veía más. Sí, que era buena, tierna… pero leyendo los Evangelios comprendí la dimensión de esta mujer, su carácter, su valentía, su inteligencia para hablar a su hijo. Comprendí toda esta dimensión y entendí que podía hablar con ella porqué sabía que ella me entendería. Entonces empecé a tener una relación más íntima con María porque no me atrevía a hablar con Jesús, sentía que estaba demasiado… demasiado lejos, demasiado alto, perfecto, demasiado Dios. En cambio a la Virgen la veía como a alguien humano, de familia, que me podía entender. Entonces pensé que hay personas que no entienden lo que ella puede hacer por todos nosotros, este puente, y no sólo para irle a decir a Jesús lo que le querríamos decir o de ayudarnos con cosas, oraciones o necesidades. Tenemos necesidad de todo, de dinero, de afecto, de trabajo, de estudios… todo esto lo podemos expresar, y Jesús nos escucha. Pero de repente, encontrar a esta mujer que no sólo escucha sino que además responde... Quizá para decirnos: estad tranquilos, sed más pacientes, no guardéis rencor en vuestro corazón, aprended a hablar con él directamente… Date cuenta que puedes hablar con él directamente, no me necesitas para hablarle. En fin, le digo todo esto pero podríamos estar horas… Dios hace bien las cosas, Dios hace las cosas bien”.
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