Thursday, June 04, 2009

De censos y sus consecuencias


Me imagino que los lectores que hayan seguido más de cerca los acontecimientos más o menos recientes de la historia de España se acordarán del ignominioso papel jugado por nuestro país en el asunto del Sáhara Occidental. El situación de interinidad que dejó aquel dubitativo Gobierno profundamente debilitado por un jefe de estado que agonizaba y que lo último que quería ver era una guerra colonial en un momento crucial para la historia de España significó para la población saharaui una inmensa injusticia y una herida abierta que dura hasta hoy y en la cual Marruecos sigue jugando un papel predominante y obstaculizador, movido principalmente por los muchos intereses en aquel país. Uno de los principales escollos que alega el país magrebí para no soltar el Sáhara se apoya en el censo que se llevó a cabo pero que no terminó de ser reconocido por Marruecos. Entre otras causas, esto fue determinante para que el referendum de autodeterminación (con el interrogante permanente de cuántos habitantes saharauis había en realidad en el país o en los campos de refugiados de los países cercanos) nunca se llevara a cabo y sigue siendo un gran escollo en el camino hacia una solución pacífica del conflicto.

Por asimilación, podría ser que en Sudán la situación de incertidumbre generada por un censo llegara a repetirse. El acuerdo de paz de 2005 determinaba que se llevaran a cabo por estas fechas elecciones generales en todo el país y un referendum de autodeterminación en el 2011.
Para esto, hacía falta un censo fiable y extenso de la población del país más vasto de todo África (2'5 millones de km²), con una enorme falta de medios, logística e infraestructura y con una administración por lo menos en su mitad Sur bastante deficiente cuando no inexistente. A pesar de tales condicionantes, el censo se llevó a cabo en abril y mayo del 2008, con serias deficiencias y multitud de situaciones poco claras como desaparición de cuestionarios, boicots y huelgas...
Después de todo este tiempo, la Oficina Central de Estadísticas acaba de presentar sus cifras, de las cuales destaco las más importantes:

Población total del país 39'15 millones 100 %

Población del Norte 30'89 millones 79 %

Población del Sur 8'26 millones 21%

Población de Jartum (capital) 5 millones, de los cuales 520.000 son Sur Sudaneses.

La lectura principal que se puede hacer de estas cifras es que la población de la mitad meridional del país no supone más que 1/5 del mismo y que el número de sureños que habitan la capital es un mero 10%. Estas cifras cuando menos sorprenden y creo que han hecho que algunos políticos del sur hayan dado un buen respingo desde sus acolchados sillones.

Mientras que los representantes del Gobierno central han expresado su satisfacción por la profesionalidad y los métodos modélicos que se han utilizado, el vicepresidente del país y presidente de la región autónoma del sur, Salva Kiir Mayardit, ha manifestado ya su descontento y da a entender que hay graves sospechas de manipulación que han favorecido al norte. En censos anteriores, aparecía que uno de cada tres sudaneses era del sur pero esa cifra se reduce hasta llegar a ser uno de cada cinco; curiosa reducción mientras que la población de Darfur ha crecido desde 1993 a pesar del conflicto armado que ha costado decenas de miles de vidas y ha desplazado a cientos de miles de personas.

La supuesta mayor presencia de habitantes en el norte por el momento no supondría cambios algunos en los repartos de riqueza, pero podría suponer que en un futuro próximo la balanza del reparto de representaciones electorales del parlamento nacional se inclinara fuertemente a favor del norte dejando al sur con una representación mínima. Con un escenario así y con un gobierno regional que no da los resultados por buenos, se pueden imaginar el sombrío panorama que se presenta para este país que debería ya prepararse para unas próximas elecciones. Las sospechas con las que va acompañado este censo va a ser un tremendo caldo de cultivo para más irregularidades, ilegalidades e incluso un posible pucherazo que podría llevar a nuevos enfrentamientos armados entre las dos partes en litigio. Las posibilidades están completamente abiertas, siendo un factor que se une a los muchos otros problemas que afectan a este país y que hemos reflejado varias veces en este blog. Toda esta mezcla explosiva (a la cual hay que añadir el problema de Darfur y la situación jurídica del presidente Bashir) no hace sino incrementar la situación de interinidad y de incertidumbre que vive el país. A perro flaco, todo son pulgas.
Alberto Eisman
Muzungu

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