Marcos 11:15-18
Llegaron a Jerusalén, entró en el templo y se puso a echar a los que traficaban allí, volcando las mesas de los cambistas y los puestos de los que vendían palomas. Y no consentía a nadie transportar objetos por el templo. Y los instruía, diciendo: "¿No está escrito: "Mi casa se llamará casa de oración para todos los pueblos?" Vosotros, en cambio, la habéis convertido en cueva de bandidos." Se enteraron los sumos sacerdotes y los escribas y, como le tenían miedo, porque todo el mundo estaba asombrado de su doctrina, buscaban una manera de acabar con él. Cuando atardeció, salieron de la ciudad.
¿Qué me estás diciendo, Señor?
Reflexiones sobre la lectura de hoy
Es fácil que mi tiempo de oración se convierta en un tiempo de reflexión de todo tipo de cosas. Mi oración puede parecerse al Templo de esta lectura: aparentemente dedicado a Dios; pero en el hecho comprometido con otras actividades, preocupado por los asuntos del día. Pido ayuda a Dios para que me reciba estas inquietudes y las bendiga, y así poder controlarlas más adelante.
El corazón es el lugar para el amor y la amistad. Pido a Dios su ayuda para que mi corazón no se convierta en la guarida de la preocupación, de la duda, de la desconfianza y de otros ladrones de la paz.
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