MÁS ALLÁ DEL APEADERO DE LA MUERTE
Por José María Maruri, SJ
1.- Cuanto más corto es el camino de la vida que queda por recorrer, más nos volvemos a mirar atrás y los viejos nos identificamos con aquellos versos
“como a nuestro parecer
cualquier tiempo pasado
fue mejor".
Es la añoranza de una vida que se nos escapa como anguila entre las manos, es la tristeza del crepúsculo y en el fondo una gran falta de fe.
2.- La transfiguración es un fogonazo hacia el futuro para fortalecer la fe vacilante de los discípulos es mostrarles que más allá del apeadero de la muerte espera al Señor un futuro grandioso y esplendoroso del que todo participamos porque en Cristo todos hemos resucitado.
Sobre nuestra fe actúa, o debería actuar, un fogonazo mayor que la transfiguración, porque lo que fue un anticipo en ella, en nosotros ya es realidad. Cristo ya ha vencido a la muerte y en Él nosotros.
Y cuando renqueamos con la vejez, cuando nos empeñamos en volver a energías pasadas a fuerza de vitaminas, cuando se nos agria el rostro como si comiéramos limón, o si perdemos la sonrisa es porque nos consideramos proyectiles de cañón lanzados contra el inexorable muro de la muerte, contra el que vamos a saltar en pedazos irreconocibles.
Nunca nos hemos considerado montados en la nave espacial de la vida, que pasará de largo, como Cristo, sobre el apeadero de la muerte para continuar un maravilloso viaje por la eternidad de Dios, por la siempre nueva y cambiante belleza de Dios, por un mundo amor siempre antiguo y siempre nuevo del que ya tuvimos prueba en esta vida.
3.- ¿No os habéis extasiado, los que viváis en Madrid, ante algunas viejas casas de las calles Almagro, Fortuny o Monte Esquinza, o las del Madrid de los Austrias? Exponentes de una estética de una estética y una elegancia que hay que buscar, ya, entre las ruinas de nuestra vida actual…
a) Pues para la mirada de Dios todo son construcciones de papel como las que construíamos de niños del Monasterio del Escorial.
b) Chafarrinones de Dios son esos pinos que adornan sus hojas con perlas de hielo como pinos de cristal o esos riachuelos que en el deshielo bajan ahora trotando alegres de roca en roca llenando el aire con su sonido de paz.
c) Chafarrinones de Dios son esas puestas de sol en que el rojizo del cielo pone en llamas los arbustos de la colina o los árboles del jardín
d) O ese mar bravío rompiendo contra la roca en lucha consigo mismo al regresar sobre sus propias olas… Todo, chafarrinones de Dios. Goterón de óleo caído de la paleta del eterno artista. Pura mancha, puro borrón, comparado con lo que la eterna e infinita belleza y amor de Dios puede hacer.
¿Por qué tenemos que mirar atrás a estas maravillas del mundo cuando nos queda, ante nosotros, por descubrir la verdadera obra de arte de Dios? Ya lo tenemos al alcance de la mano,
¿por qué aferrarnos a la sucia silla de la sala de espera de este mundo?
4.- Ahora nos sentimos cobijados, abrigados por el cariño de familiares y amigos y hasta del Señor hemos sentido a veces su presencia discreta, siempre cariñosa y cercana con su mano extendida.
Pues más allá del apeadero de la muerte nos zambulliremos en el Amor de Nuestro Padre Dios, amor siempre antiguo y siempre nuevo, sintiéndonos amigos de siempre y, al tiempo, gozando cada instante de nuevas facetas de su cariñoso calor.
Pues esta transfiguración del Dios Belleza y Amor deben ser los prismáticos con los que debemos mirar al futuro cercano que nos espera y en lugar de mirar atrás con nostalgia, nos haga mirar adelante con ansia de vivir lo que jamás hemos soñado.
No necesitamos las tres tiendas de Pedro que nos atan a este mundo, somos caminantes a los que el camino acerca día a día a la patria de la que somos ciudadanos.
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